ROSAURA (Aparte.)
Yo soy muerta.
Advierte...
SEGISMUNDO :Soy tirano,
y ya pretendes, reducirme en vano.
CLOTALDO: (Aparte.)
¡Oh qué lance tan fuerte!
Saldré a estorbarlo, aunque me dé la muerte.
Señor, atiende, mira.
SEGISMUNDO :Segunda vez me has provocado a ira,
viejo caduco y loco.
¿Mi enojo y mi rigor tienes en poco?
¿Cómo hasta aquí has llegado?
CLOTALDO: De los acentos de esta voz llamado,
a decirte que seas
más apacible, si reinar deseas;
y no, por verte ya de todos dueño,
seas cruel, porque quizá es un sueño.
SEGISMUNDO :A rabia me provocas,
cuando la luz del desengaño tocas.
Veré, dándote muerte,
si es sueño o si es verdad.
(Al ir a sacar la daga, se la tiene CLOTALDO y se
arrodilla.CLOTALDO :Yo de esta suerte
librar mi vida espero.
SEGISMUNDO: Quita la osada mano del acero.
CLOTALDO :Hasta que gente venga,
que tu rigor y cólera detenga,
no he de soltarte.
ROSAURA: ¡Ay, cielos!
SEGISMUNDO :Suelta, digo,
caduco, loco, bárbaro, enemigo,
o será de esta suerte
(Luchan.)
el darte ahora entre mis brazos muerte.
ROSAURA :¡Acudid todos presto,
que matan a Clotaldo!
(Vase.)Sale ASTOLFO a tiempo que cae CLOTALDO a sus
pies, y él se pone en medio.
ASTOLFO :Pues ¿qué es esto,príncipe generoso?
¿Así se mancha acero tan brioso
en una sangre helada?
Vuelva a la vaina tu lucida espada.
SEGISMUNDO :En viéndola teñida
en esa infame sangre.
ASTOLFO :Ya su vida
tomó a mis pies sagrado;
y de algo ha de servirme haber llegado.
SEGISMUNDO :Sírvete de morir; pues de esta suerte
también sabré vengarme con tu muerte
de aquel pasado enojo.
ASTOLFO :Yo defiendo
mi vida; así la majestad no ofendo.(Sacan las espadas, y sale el REY BASILIO y
CLOTALDO.)CLOTALDO :No le ofendas, señor.
BASILIO :Pues ¿aquí espadas?
CLOTALDO :(Aparte.)
Astolfo es. ¡Ay de mí, penas airadas!
BASILIO: Pues, ¿qué es lo que ha pasado?
ASTOLFO :Nada, señor, habiendo tú llegado.
(Envainan.)
SEGISMUNDO :Mucho, señor, aunque hayas tú venido;
yo a ese viejo matar he pretendido.
BASILIO :¿Respeto no tenías
a estas canas?
CLOTALDO: Señor, ved que son mías;
que no importa veréis.
SEGISMUNDO :Acciones vanas,
querer que tenga yo respeto a canas;
pues aun ésas podría
ser que viese a mis plantas algún día;porque aún no estoy vengado
del modo injusto con que me has criado.
(Se va)
BASILIO :Pues antes que lo veas,
volverás a dormir adonde creas
que cuanto te ha pasado,
como fue bien del mundo, fue soñado.(Se van el REY y CLOTALDO. Quedan ESTRELLA y
ASTOLFO.)ASTOLFO ¡Qué pocas veces el hado
que dice desdichas miente,
pues es tan cierto en los males
cuanto dudoso en los bienes!
¡Qué buen astrólogo fuera,
si siempre casos crueles
anunciara, pues no hay duda
que ellos fueran verdad siempre!
Conocerse esta experiencia
en mí y Segismundo puede,
Estrella, pues en los dos
hizo muestras diferentes.
En él previno rigores,
soberbias, desdichas, muertes
y en todo dijo verdad,
porque todo, al fin, sucede.
Pero en mí (que al ver, señora
esos rayos excelentes,
de quien el sol fue una sombra
y el cielo un amago breve)
que me previno venturas,
trofeos, aplausos, bienes
dijo mal y dijo bien;
pues sólo es justo que acierte
cuando amaga con favores
y ejecuta con desdenes.
CLOTALDO :No dudo que esas finezas
son verdades evidentes;
mas serán por otra dama,
cuyo retrato pendiente
trajiste al cuello cuando
llegasteis, Astolfo, a verme;
y siendo así, esos requiebros
ella sola los merece.
Acudid a que ella os pague;
que no son buenos papeles
en el consejo de amor
las finezas ni la fe
que se hicieron en servicio
de otras damas y otros reyes.(Sale ROSAURA al paño.)
ROSAURA: (Aparte.)
¡Gracias a Dios que han llegado
ya mis desdichas crueles
al término suyo, pues
quien esto ve nada teme!
ESTRELLA, :Yo haré que el retrato salga
del pecho, para que entre
la imagen de tu hermosura.
Donde entra Estrella no tiene
lugar la sombra, ni estrella
donde el sol; voy a traerle.
(Aparte.)
Perdona, Rosaura hermosa,
este agravio, porque ausentes,
no se guardan más fe que ésta
los hombres y las mujeres.
(se va)ROSAURA (Aparte.)
Nada he podido escuchar,temerosa que me viese.
ESTRELLA,: Astrea.
ROSAURA :Señora mía.
ESTRELLA, :Heme holgado que tú fueses
la que llegaste hasta aquí;
porque de ti solamente
fiara un secreto.
ROSAURA: Honras,
señora, a quien te obedece.
ESTRELLA, :En el poco tiempo, Astrea,
que ha que te conozco, tienes
de mi voluntad las llaves;
por esto, y por ser quien eres,
me atrevo a fiar de ti
lo que aun de mí muchas veces
recaté.
ROSAURA :Tu esclava soy.
ESTRELLA,:Pues, para decirlo en breve,
mi primo Astolfo (bastara
que mi primo te dijese,
porque hay cosas que se dicen
con pensarlas solamente)
ha de casarse conmigo,
si es que la fortuna quiere
que con una dicha sola
tantas desdichas descuente.
Pensar que el primer día
echado al cuello trajese
el retrato de una dama.
Habléle en él cortésmente;
es galán y quiere bien;
fue por él, y ha de traerle
aquí. Embarázame mucho
que él a mí a dármele llegue.
Quédate aquí y cuando venga
le dirás que te le entregue
a ti. No te digo más.
Discreta y hermosa eres;
bien sabrás lo que es amor.
(Se va.)
ROSAURA d¡Ojalá no lo supiese!
¡Válgame el cielo! ¿Quién fuera
tan atenta y tan prudente
que supiera aconsejarse
hoy en ocasión tan fuerte?
¿Habrá persona en el mundo
a quien el cielo inclemente
con más desdichas combata
y con más pesares cerque?
¿Qué haré en tantas confusiones,
donde imposible parece
que halle razón que me alivie,
ni alivio que me consuele?
Desde la primer desdicha
no hay suceso ni accidente
que otra desdicha no sea;
que unas a otras suceden,
herederas de sí mismas.
A la imitación del fénix,
unas de las otras nacen,
viviendo de lo que mueren;
y siempre de sus cenizas
está el sepulcro caliente.
Que eran cobardes, decía
un sabio, por parecerle
que nunca andaba una sola;
yo digo que son valientes,
pues siempre van adelante,
y nunca la espalda vuelven.
Quien las llevase consigo
a todo podrá atreverse,
pues en ninguna ocasión
no haya miedo que le dejen.
Dígalo yo, pues en tantas
como a mi vida suceden,
nunca me he hallado sin ellas,
ni se han cansado hasta verme,
herida de la fortuna
en los brazos de la muerte.
¡Ay de mí! ¿Qué debo hacer
hoy en la ocasión presente?
Si digo quién soy, Clotaldo,
a quien mi vida le debe
este amparo y este honor,
conmigo ofenderse puede;
pues me dice que callando
honor y remedio espere.
Si no he de decir quién soy
a Astolfo, y él llega a verme,
¿cómo he de disimular?
Pues aunque fingirlo intenten
la voz, la lengua y los ojos,
les dirá el alma que mienten.
¿Qué haré? ¿Mas para qué estudio
lo que haré, si es evidente
que por más que lo prevenga,
que lo estudie y que lo piense,
en llegando la ocasión
ha de hacer lo que quisiere
el dolor? Porque ninguno
imperio en sus penas tiene.
Y pues a determinar
lo que ha de hacer no se atreve
el alma, llegue el dolor
hoy a su término, llegue
la pena a su extremo y salga
de dudas y pareceres
de una vez; pero hasta entonces
¡valedme, cielos, valedme!
(Sale ASTOLFO con el retrato.)