Capítulo seis.

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[Por Crowley]

Al verla del otro lado de la puerta me quedé sin habla por lo tanto ella se acercó con pasó firme pero lento en lo que decía

—Hola señor Crowley— su voz no sonaba para nada a la de hace unos días, era como si algo la atormentara

—Hola— fue lo único que llegué a decir porque de seguro estaba en busca de Aziraphale por lo tanto ingresó a la tienda, la vi pasar por mi lado y de inmediato regresé al interior del lugar justo detrás de Emma

—¿No te ibas porque tenías cosas por hacer?— cuestionó el ángel viéndome, sonreí para responder

—No son importantes, puedo hacerlo luego— aquel ser que estaba allí pareció desagradarle mi respuesta ya que puso los ojos en blanco, me acerqué a donde se encontraba la chica mientras Aziraphale cuestionaba

—¿Estas bien?— ella negó y me interesó saber que era lo que le sucedía

—No, pero no sé preocupe— respondió la joven de cabello dorado, pronto sentí que el ángel hacia alguno de sus trucos para que ella no se sintiera de esa forma

—¿Vino?— le pregunté para que se distrajera, me gané una nueva mirada de mi viejo amigo; ella aceptó de inmediato y comenzó a beber como si quisiera olvidar algo

—Creo que estoy arrepintiendome de haber regresado— habló tan pronto luego de beber una copa

—No llevas ni una semana aquí— dije tomando asiento a su lado, un poco nervioso

—No creí que los problemas familiares aún continuarán— habló y bebió otra copa

—Todos tienen problemas— dijo Aziraphale y lo miré ¿Cómo podía decir eso? Es obvio pero creo que ella llegó aquí porque necesitaba que alguien la oyera

—Tiene razón señor Fell, solo espero que estos treinta días pasen rápido... tener empleo y buscar un lugar donde vivir sola es bastante urgente— habló, quise decirle que tenía lugar en mi casa pero no era el momento apropiado o eso creo entonces el abgel y yo nos miramos

—Ya pasará— dijo el otro hombre, yo no supe que decir más que servirle vino.

Al parecer el alcohol comenzó a hacer efecto en ella ya que se reía de algo que no comprendíamos

Al parecer el alcohol comenzó a hacer efecto en ella ya que se reía de algo que no comprendíamos

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y hasta arrastraba las palabras cuando hablaba

—No volveré... a casa esta... noche...— luego reía, le quité la copa de su mano

—Oye, s hora de que duermas— le dije tratando de recostarla sobre el sofá en lo que ella rodeaba mi cuello con sus brazos

—Gracias... señor Crowley— dijo bastante ebria que con hipo, los humanos no resistían mucho el alcohol

—Descansa— volví a hablarle, me acercó hacia ella y besó mi mejilla, de inmediato sentí todo el rostro rojo. Aziraphale se aclaró la garganta y al tocar su frente ella se durmió

La Encrucijada Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora