Capítulo Cuatro.

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Ya se habia hecho bastante tarde, cuando miré el reloj en mi muñeca daban cerca de las tres de la madrugada. Había tenido una charla muy agradable con aquel hombre pero debía regresar a casa y también dejar que el señor Fell descanse

—Es una pena que debas marcharte— dijo cambiando su sonrisa por una mueca que denotaba tristeza

—Necesita descansar y yo regresar a mi casa para que mi madre no se preocupe —respondí poniéndome de pie mientras le sonreía leventente, él me abrazó con mucho cariño—. Volveré pronto— agregué aún entre sus brazos, odiaba el contacto humano pero su abrazo se sentía muy cálido y era como si no quisiera que se termine por la gran paz que estaba sintiendo en ese momento pero al final me terminé separando de él lentamente

—Ve con cuidado ¿está bien?— dijo el hombre y asentí

—Creo que aún hay taxis, me iré en uno— respondí a su preocupación, me acompañó hasta el exterior de su tienda y cuando ya estaba por marcharme vimos como un hombre se acercaba a nuestro punto; la luz tenue no nos dejaba verle el rostro hasta que ...

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—Creo que aún hay taxis, me iré en uno— respondí a su preocupación, me acompañó hasta el exterior de su tienda y cuando ya estaba por marcharme vimos como un hombre se acercaba a nuestro punto; la luz tenue no nos dejaba verle el rostro hasta que se detuvo a escasos metros

—¿Crowley? —cuestionó el peliblanco a mi lado y observé a la persona en el otro lado, parecía no saber que decir ya que se oían sonidos guturales—. ¿estás bien Crowley?— insistió una vez más el señor Fell

—Si, estoy bien— dijo por fin aquella silueta confirmando que era Anthony J. Crowley, se adelantó un poco hacia la luz... no había envejecido nada y lo único que había cambiado en seis años era el corte de cabello que ahora llevaba, era ese que tanto estaba de moda... famoso mohicano que todos tenían: corto a los lados y en el centro lo dejaban un poco más largo para poder levantarlo con cera de cabello, entonces se acercó a dónde nos encontrábamos

»—¿Visitas? —cuestionó casi del mismo modo que el primer día que lo conocí, por lo que comencé a reir—. Disculpe señorita ¿Qué le causa tanta gracia?— se dirigió a mi con ese mal humor que a veces lo caracterizaba

—Nada, señor Crowley— hablé aún con una sonrisa en mis labios

—¿Emma? ¿La empleada del ángel? —cuestionó muy sorprendido—. Wow —agregó luego— creí que no regresarías al país— concluyó

—Oh vamos Crowley, ¿Creíste que no regresaría? Está acostumbrada a nuestro estilo de vida— comentó el señor Fell para que sepamos que aún seguía presente ya que el pelirrojo no quitaba su vista de mi

—Me encantaría quedarme a hablar pero es muy tarde —dije recordando que estaba allí afuera porque me marchaba—. Fue un gusto verte nuevamente— comenté dirigiéndome al hombre vestido de ropa oscura

—Oye, espera... te llevo a tu casa. Es tarde para que una jovencita ande sola por allí— comentó el pelirrojo amablemente antes de que comenzara a caminar en busca de un tazón, sentí la mirada del señor Fell en mí y no comprendí el por qué

La Encrucijada Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora