Capítulo Once

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[Por Emma]

La salida con Crowley me había aclarado muchísimo la cabeza y también los sentimientos, estaba consciente de que me gustaba pero creo que ya había pasado al siguiente nivel donde al parecer me había enamorado del pelirrojo y eso me hacía sentir débil ya que si lo dejaba... Crowley podría destruir mi psiquis y aún así yo lo querría cerca, ingresé a la casa de mis padres y lo primero que oí fue

—¿Emma donde estabas? estábamos preocupados por ti— dijo mi madre apareciendo en la puerta, no tenía ganas de que me cuestionen

—Quedé en encontrarme con un amigo— respondí, no necesitaba saber todo lo que hacía... ya estaba bastante grande como para decir donde voy y con quien

—Hubieras avisado— dijo mi padre esta vez, comencé a desear poder encontrar un departamento para irme a vivir sola

—Lo siento, ¿esta bien?— dije dejando las llaves en la mesa de entrada para luego pasar a mi cuarto pero mis padres comenzaron a reprocharme más cosas

—Un lo siento no arregla nada, debes avisarnos donde estás— dijo mi padre, me volteé a verlo

—Claro, no queremos que te suceda nada— habló esta vez mi madre, la observé. Veía a ambos intercalando la mirada casi sin entender que estaba pasando

—¿Acaso si estoy con mi novio en pleno acto sexual debo detenerme dos segundos para decirles a ustedes donde estoy y con quien? Vaya, esto no es Argentina donde las mujeres desaparecen y aparecen muertas en un desagüe— hablé bastante molesta, así que tomé las llaves y salí nuevamente en medio de la tormenta que se había largado.

Caminé bajo las gotas de lluvia hasta un parque cercano e hice una llamada corta, al cabo de unos minutos la persona se presentó ante mi

—Lo siento, no sabía a quien llamar— dije con lagrimas en los ojos, Crowley se ubicó a mi lado

—No te preocupes, pero vamos al interior del Bentley, no vaya a ser que te enfermes —habló, nos pusimos de pie para caminar hacia el auto que estaba cerca, una vez en el interior cuestionó— ¿qué sucedió?— negué, pero dije

—Peleé con mis padres —luego suspiré— ¿crees que podamos ir a la tienda del señor Fell?— cuestioné momentos después cambiando de tema, no quería pensar en lo que sucedió solo necesitaba pasar un rato lejos de allí para olvidar los problemas

—Como gustes— dijo el hombre detrás del volante, todo el tiempo de viaje ni él ni yo dijimos una palabra. El silencio no era incómodo, me agradaba bastante que pudiéramos estar así en silencio; por momentos se oía que tarareaba una canción de Queen lo cual me hacía sentir tontamente.

Llegamos a Soho, yo aún continuaba empapada por haber estado bajo la lluvia por lo que el señor Fell al verme entrar en su tienda dijo bastante preocupado

—Emma, ven quítate esa ropa mohada. Te hará mal, te enfermarás— yo me sorprendí pero dije

—Oh no se preocupe— aunque volvió a insistir

—Vamos, te enfermarás sino —habló el peliblanco mientras me tomaba de la mano para llevarme a la trastienda— allí hay algo de ropa seca que puedes usar— comentó una vez más señalando un pequeño cuarto

—Gracias— dije con una sonrisa

—Ve— habló el señor Fell casi empujándome para que me apresure; ingresé al cuarto y sobre una silla había una muda de ropa la cual asumí era para mi, allí había un jean negro junto a una camiseta blanca... típico estilo mio. Luego de cambiarme la ropa mojada recogí mi cabello en una coleta, salí del lugar para regresar a donde se encontraban los hombres manteniendo una charla amena

La Encrucijada Del DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora