Parte 1: Preludio

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¿Cómo empezar? ¡Ay! si yo les contara. Todo empezó tan simple, así como cuando no quiere la cosa, como algo inesperado, inoportuno, es más, como algo tan fuera de lugar que hasta cae en lo chocante. Pero ahí estábamos, una frente a la otra. Y si he de ser sincera debo confesar que en ese sutil momento era precisamente lo que deseaba, todo lo que nunca necesité, pero que me venía perfecto: revolución, caos, pero caos del malo, de ese que sacude, que destruye, que mutila, ese que te revuelca entre sus vientos y te deja tirada, muda, sin aliento: así era ella.
Verla de frente era como pararse frente a un mega tornado, sabiendo que venía directo a mí y no correr, quedarme petrificada y permitir que me alcance ¿Por qué? ¿Por qué? - preguntaba mi mente desesperada - ¿Por qué quieres caos en tu vida? ¿Estás pendeja? ¿Qué buscas?
Pero ¡ay de mí! Ya era demasiado tarde para pensar. Estaba atrapada… no, atrapada no es la palabra, estaba plenamente consciente que su abrazo me iba a consumir, que su presencia y entrada a mi vida iba a cambiarlo todo, a volver mis verdes bosques en desiertos desolados y dejaría mis tupidas e impetuosas fuerzas agotadas y aun así, aun sabiendo eso, con mi mejor sonrisa le miré, abriendo a todo mis brazos y le dije “bienvenida”.
Ella siempre me decía: “¿Cómo puedes predecir el futuro?” debí haberle respondido: “puedo verlo en tus ojos”, pero era darle permiso, ¿sabes? Y yo no quería… por si había una posibilidad… pero estamos marcados, es imposible cambiar el curso de un tornado, a éste no se le controla: se le ama, se le disfruta mientras dura, se le observa de lejos y se le admira por su fuerza y majestuosidad…pero ¡ay de ti cuando te sumerges! es imposible ver desde dentro a uno y no enamorarte… y no querer más… te sacude y quieres que lo siga haciendo, quieres girar a su gusto… cederle el control, porque aunque quieras, tú no podrías tenerlo.
Creo que eso fue un factor clave, pues por primera vez en mucho tiempo no tenía el control (me gustaba pensar que sí).
Si hoy me escuchara, si tan sólo pudiera decirle ¿ves? ¡Tenía razón!
Pero un tornado es así, viene con tanta fuerza, con tanta intensidad, su turbulento paso te hace sentir que va a ser eterno, sin embargo, poco tardas en caer en cuenta que su misma intensidad lo va consumiendo y un buen día ese torbellino gigante se esfuma… como si gastara sus 850 años en tan sólo 25 segundos…

Así fue para mí cuando lo veo en retrospectiva… viví 850 años a su lado, pero estos duraron menos de medio minuto ahora que lo pienso, ahora que no está ¿Cómo le digo que no fue suficiente? ¿A quién le confieso que aún la quisiera en mi vida? Quien lo supiera me diría: ¿Y qué más de ti puedes dar a un tornado? En este páramo desolado, en mi corazón que es zona digna de cuarentena, ¿qué necesidad hay de un tornado? si no queda más que destruir…

INTEMPESTIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora