Capítulo 7

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Ese olor... ese aroma lo embriagaba y atolondraba... pero no era el de su amada, no era ese olor fresco lleno de energía y naturalidad... recordó repentinamente a Teresa, y súbitamente se levantó, volteando la mirada para buscarla, pues una parte de él no deseaba que lo viera entregado así a otra mujer.

Elena lo notó, a pesar que estaba casi desvanecida del cansancio y a punto de caer en el sueño... lo empujó del pecho quitándolo de encima y le hizo una seña hacia Tere y le dijo:

- Ve, abrázala... ni cuenta se ha dado de esto...

Luis no supo qué hacer... se agachó apenado, pues de verdad ella le acaba de regalar uno de los mejores encuentros sexuales que había experimentado. Y era horrorosamente hermosa, con un cuerpo perfecto y atributos que sabía usar muy bien. Pero Tere... Tere era punto y aparte... la amaba.

- ¡Anda! Ve. Es más, vamos. > Elena se levantó y le tendió la mano para que se levantara del suelo. Luis se dejó llevar...

Tere seguía dormida, ajena a todo lo que había sucedido. Al verla, Elena la deseó; ese rostro pálido, sus labios rosados entre abiertos... no pudo evitar darle un beso, la mordisqueó en el labio inferior y humedeció sus labios con la lengua, Tere se movió, pero no despertó... Elena se recostó a su lado dándole la espalda y haciendo que una de las manos de Tere le rodeara por detrás. Luis se acostó detrás de Tere, se sentía extraño, acababa de estar con ambas, recién había tenido un intenso orgasmo con otra persona, pero el calor y aroma que quería percibir para calmar su éxtasis era el Tere, se acurrucó en su nuca, sumiendo la nariz para respirar su aroma, besó su espalda, su cuello, suspiró aliviado y cerró los ojos.

Los tres quedaron dormidos entrelazados. Piernas, brazos y manos se perdían entre las tres humanidades apiladas en el pequeño espacio del sofá cama. Pero cayeron en ese sueño profundo y reparador que sólo da el post sexo.

La mañana los sorprendió enredados, la primera en despertar fue Teresa, de repente dio un salto, despertando por el impulso de la pérdida de noción del tiempo. La vista de sus pies entrelazados con un pie masculino y otro femenino que no era suyo, la hizo reconectarse con la realidad de la velada anterior, de la cual poco recordaba.

Miró a su derecha y un cuerpo femenino, hermoso y casi perfecto yacía recostado de lado, ofreciendo a la vista, unas nalgas tan firmes y redondas, que no sabría si tocar o morder, una espalda tersa y bien delineada en la que descansaban unos rizos pelirrojos que recordaba bien a quién pertenecían desde el día que la conoció... volteó a su izquierda y ahí estaba Luis, con su cuerpo atlético y moreno totalmente desnudo, con el miembro totalmente depilado y erecto, como soldado haciendo firme en guardia mientras su coronel duerme.

La escena le pareció delirante... Comenzó a quitarse de encima manos y pies ajenos, tratando de zafarse para levantarse y escapar de los dos durmientes, antes de ser devorada de nuevo por ese instinto carnal que la había poseído la noche anterior.

Comenzó a recordar y meneó la cabeza negando, sentía vergüenza y cruda moral, pero a la vez comenzó a sentirse excitada de nuevo.

Cuando por fin logró salir del enredo y se paró del sofá, comenzó a buscar su ropa y a levantar un poco el tiradero que había en el estudio. En eso Luis despertó y se sentó en el sofá mientras ella estaba agachada levantando una prenda íntima, dándole la espalda.

- ¡Buenos días! > Exclamó Luis. Tere dio un salto del susto y cubrió su desnudez con las prendas que traía en la mano.

- Mmmm, aún no sé... > dijo Tere tratando de acomodar su desordenado cabello lacio, que caía sobre su cara.

INTEMPESTIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora