Capítulo 4

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- En realidad, yo... es que... > contestó indecisa Elena, pues no quería ser grosera.

-No, espera. ¡Eso no importa! De verdad me alegro tanto de verte. De que te hayas animado al fin. Han pasado tantos días desde que te di el mensaje, sé que fue atrevido de mi parte, pues tú sólo fuiste amable conmigo... de verdad, yo no suelo ser así... y el beso, bueno, créeme, después de tantas veces que te he besado en mi mente, tenía que comprobar si sabes así, como te imagino... > Dijo Teresa interrumpiendo a Elena con tanta efusividad, que a esta última no le quedó más remedio que callar y dejarla terminar.

- Oye, espera... ¿Cuál mensaje? > Reaccionó Elena.

-¿Acaso tú... no lo leíste? ¿No sabes de qué hablo? > Dijo Tere llevando sus manos a la cara y sobando sus mejillas para calmarse un poco. Pues a ese punto ya se encontraba bastante acelerada y sólo atinó a decir:

-¿Entonces qué haces aquí?

-¡Tú me trajiste! > Contestó Elena.

-No, no aquí en el bar. ¿Qué hacías en "Hassana"? ¿Por qué fuiste buscarme?

-No fui a buscarte... lo que pasa... Bueno, en realidad sí. > Dijo Elena mintiendo al darse cuenta cómo su amiga caía de la efusividad a la decepción en un santiamén, seriamente afectada por la idea de que no hubiera ido a buscarla en realidad. Por alguna extraña razón le disgustaba hacerla sentir mal, por lo que prefería mentirle a decepcionarla.

-Es decir, > compuso Elena. - No estaba en ese lugar porque hubiera ido a buscarte, llegué ahí por coincidencia, pero al verte, quise saludarte, después de todo hay una plática pendiente entre nosotras. Oye, pero... ¿Cuál mensaje? > Volvió a preguntar Elena, pues aún le intrigaba saber.

-¡La servilleta! ¿"yo también sé escuchar... ven cuando quieras"? > citó a modo de pregunta el mensaje que había escrito aquella tarde en el Ruiseñor.

-Lo lamento. No... > Negó con la voz y la cabeza Elena, en un tono que evidenciaba verdadero pesar por no haber recibido tal invitación de forma oportuna.

-Entiendo, entiendo... ¡qué vergüenza! Eres libre de irte... estás aquí sin pretensiones y yo malinterpreté... de verdad lo siento. > Se disculpó, honestamente avergonzada Teresa.

-¿Y quién asegura que no pretendo nada de esto? > comentó Elena en voz por demás sensual e insinuante, al tiempo que hizo una mueca malévola y seductora en su rostro.

En ese momento llegó el mesero con el reemplazo de las primeras cervezas que ya se encontraban vacías, salvando el momento para Tere; y al decir que la salvaba, me refiero sólo a que le dio un poco de tiempo para pensar. Porque en realidad ya estaba más que perdida.

- ¡Salud entonces, por la casualidad de vernos! > Atinó a decir Teresa, al tiempo que levantó con una mano su cerveza.

- Y por los mensajes perdidos. > Agregó al brindis Elena.

- ¡Salud! > Dijeron ambas haciendo chocar sus botellas de XX ámbar y prosiguiendo a empinarlas y beber.

Elena sacudió la cabeza e hizo un gesto al terminar su trago evidenciando que la bebida le supo amarga. Tere se rio y se fascinó de que sus muecas "chuscas" la hicieran ver más linda todavía.

- ¿Comenzamos de nuevo? Soy Teresa > Dijo Tere a la vez que le extendió la mano por encima de la mesa.

Elena respondió el saludo tomándola de la mano y diciendo:

- Elena... Es un placer conocerte.

- De verdad, que pena lo que sucedió. Fue un arranque. Estoy muy apenada contigo y en serio me gustaría que me disculparas. > Chilló Teresa, ya más interesada en retomar el tema para ver la reacción de Elena, que realmente por disculparse.

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