Capítulo 9

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Elena sólo pudo asentir con la cabeza, pues se encontraba a la mitad del éxtasis y al borde del orgasmo. Mentalmente maldijo el timbre del horno y el hecho de que las hubiera interrumpido.

Teresa apagó el horno y cambió las charolas a un compartimento especial para enfriado.

-¡Listo! ¿Quieres probar uno?

Elena ya se encontraba de pie y se había puesto sus zapatillas.

- Ahora todo lo que quiero es un baño. ¡Mira cómo estoy! > Dijo Elena señalando su aspecto y su ropa llena de harina.

- Vivo cerca de aquí. Si quieres podemos ir a que te bañes y te llevo después a tu casa. > Propuso Teresa.

- Sé bien dónde vives. ¡Vamos!

- Que tonta, no recordaba.

Salieron del Ruiseñor y se fueron en el auto de Luis rumbo al departamento de Teresa. El alba ya despuntaba y en la calle se veían algunas personas que iban rumbo al trabajo. Llegaron en menos de 5 minutos al departamento.

Pasaron por seguridad y Teresa dejó las llaves del coche con don Pepe. Casi a la par, él le entregó las llaves del departamento. Subieron de inmediato, pues ambas aunque no lo decían, ansiaban continuar lo que había quedado pendiente.

Elena seguía bastante excitada y cuando entraron al departamento, apenas Teresa cerró la puerta tras de sí, se le fue encima sacándole la blusa, besándola primero en el abdomen, luego los senos por encima del sostén y después subió a su boca. Se abrazaron y besaron apasionadamente. Las caricias levantaban pequeñas nubes blancas, de la harina que aún se encontraba en su ropa y cabello. Ambas comenzaron a reír al ver el desastre que estaban haciendo.

- ¿Dónde está tu baño? > Preguntó Elena.

Teresa le señaló y la guió abriéndole la puerta del baño. Elena la jaló de la mano y la metió con ella cerrando la puerta. Procedió a quitarle el sostén esta vez y luego desabrochó el pantalón y bajó el cierre. Teresa comenzó a quitar sus vans, cada uno con la punta del pie contrario; bajó su pantalón y lo sacó rápidamente.

Elena se volteó y le señaló a Teresa la espalda para que bajara el cierre del vestido. Ella hizo su cabello a un lado y comenzó a besarle la nuca y la espalda, conforme iba bajando el cierre, hasta que el vestido cayó en el suelo y ella estaba agachada besándola cerca de las nalgas. Se dio cuenta de que Elena no se había puesto las pantaletas.

Ambas se metieron bajo la ducha y comenzaron a acariciarse mientras el agua las recorría, lavando los restos de harina que aún quedaban en sus cabellos y cuerpo. Elena empujó suavemente del pecho a Teresa y la hizo recargarse sobre una de las paredes, jaló sus glúteos hacia enfrente y se agachó para buscar su sexo y corresponder un poco al favor recibido momentos atrás. Comenzó a lamer con efusividad, ella no fue lento ni con rodeos, fue directa como si conociera el camino a su clítoris y comenzó con intensidad a chuparlo y presionarlo con la punta de la lengua.

Teresa gemía, moviendo las caderas e intensificaba el placer tocándose los pezones, que se encontraban completamente erectos por la excitación. Ahí, mientras el agua escurría por cada rincón de sus cuerpos, ayudando a elevar el placer, ambas tuvieron un pequeño orgasmo. Teresa llevada por la boca de su compañera y Elena agachada, dejándose llevar por el instinto y la necesidad corporal, introdujo sus dedos medio e índice en su intimidad, para acompañar a la cúspide a su amiga, llegaron casi a la par, entre gemidos y arañazos. Una vez logrado el orgasmo, Elena se levantó para seguir besando a su amiga, ahora en la boca y mordisqueando su cuello.

Se dispusieron a terminar de bañarse, Teresa tomó el shampoo y comenzó a jabonar la hermosa cabellera de Elena, luego talló todo su cuerpo con el jabón, recorriéndola lentamente y disfrutando de cada una de sus curvas.

INTEMPESTIVADonde viven las historias. Descúbrelo ahora