Kayler's POV:
Luego de que pasara un tiempo con mi madre, y la ayudara a secar y vestir a Júpiter, para luego dejar a la pequeña durmiendo sobre mi cama, sentí el motor del coche de papá estacionarse abajo.
Aquello alertó a mi madre, quien se había estado arreglando mientras que yo dormía a Júpiter. No tuve que decirle mucho más antes de que se fueran. Me dejaron las reglas dichas, y luego de alabar lo guapos que se veían ambos, estos salieron por la puerta principal. Todo antes de las cinco de la tarde.
Miré la hora nuevamente, y cuando noté que ya mis padres habían arrancado el coche y que no volverían, saqué todo de mi escondite debajo de una de las tablas del suelo de mi cuarto, y comencé a preparar todo.
Molí con cuidado el contenido del sobre, ayudándome con un pequeño moledor que había conseguido hace unas semanas. Luego, con ayuda de una tarjeta y un billete, lo ordené en una hilera lo más derecha que pude, para a continuación, aspirar el polvo. Enseguida sentí como entraba en mi sistema, obligándome a inhalar profundamente y cerrar mis ojos como acto de reflejo. Sonreí ampliamente cuando comencé a sentir mi mente más ligera, y mi cuerpo menos pesado.
-. mierda... - murmuré, soltando una risotada, al mismo tiempo que iba guardando todo rápidamente bajo la tabla del piso de mi cuarto. Solo un poco para pasar la tarde.
No me juzguen. Sé que les he dado la imagen de una chica alocada que es como ella es. Y sí, todo eso es verdad... a medias. Pero tampoco les mostré lo que me ayuda a mantener aquella máscara para ser normal a la vista de todos, y no desmoronar mis muros frente al resto.
A los 15 años probé por primera vez la marihuana, específicamente, en el verano pasado. Y la verdad, pensé que era mejor. Todo el mundo me había dicho cuanto los hacía volar y mantenerse fuera de la realidad unas horas. Pero a mí no me hizo nada, más allá de un pequeño mareo y luego demasiado sueño.
Quedé tan deprimida por mis altas expectativas que inclusive Cooper lo notó. Él me dijo que existían muchas otras drogas que si podían cumplir mis expectativas. Fue así como en la primera fiesta a la que Cooper me invitó, probé la oxicodona, y en cuestión de días, Cooper se convirtió en mi drug dealer.
No lo malinterpreten. Por mucho tiempo Cooper me pidió que lo dejara, pero yo sabía que no podía dejar de venderme, pues tenía una deuda con gente mala y debía obtener todo el dinero posible. Fue cuando hicimos un trato; Yo le daba 3% más de la paga, si él me ayudaba a ocultar los síntomas y signos de que había comenzado a consumir drogas. Él no tuvo más remedio que aceptar, puesto que ya estaba involucrada, y no podía arriesgarse a que abriera la boca.
El primer síntoma que se manifestó, fue la dependencia. Por lo menos una vez al día debía consumir un poco para no enloquecer, y ya pasadas las catorce horas, comenzaba a tener pequeños tics nerviosos.
Luego le siguió los cambios de humores. En estos podía pasar de la histeria por el detalle más mínimo, a la euforia y emoción de lo que fuese. Se mostraban sobre todo cuando alguien cambiaba algo de mi día común, o mi habitación no estaba igual que el día anterior. Me había vuelto obsesiva a los detalles, y junto con mis antidepresivos que Cooper consiguió para que me acostumbraba a los cambios y supiera manejarlos mejor, digamos que casi muero un día por abusar un poco de la mezcla de ambos químicos.
No fue mi intención. Estaba en casa de mi tía Silver, justo acababa de colgarle a mi madre por culpa de una pelea que involucraba cuidar a Júpiter un día en el que tendría una fiesta en casa de Cooper. Enloquecí, y para intentar calmarme y no levantar sospechas frente a mi tía psiquiatra, tomé una de esas pastillas, olvidando por completo la dosis de cocaína que había consumido hace apenas media hora atrás.
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Fɪɴɢɪᴇɴᴅᴏ sᴇʀ ɴᴏʀᴍᴀʟ.® (Wattys 2022)
Подростковая литератураKayler. Una chica con una vida difícil, junto a un secreto que la atormenta y amenaza con romperla. Noah. Su vecino, que en una desesperada noche, acaba volviéndose su salvavidas; Y la persona que le enseñará que no está tan rota como ella pensaba...