XI

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Narrador Omnisciente.

El sol, junto con el amanecer y el rocío de cada mañana, hicieron que la gente dentro de la casa Morgan se despertara, iniciando sus días desde temprano. El primero en despertar fue Noah, quien luego de haber tenido esa pequeña discusión con Kayler, no pudo dormirse hasta altas horas de la noche.

Comenzó su rutina como cualquier otro día. Se levantó y cambió de ropa a unos shorts deportivos, junto a unas zapatillas, bajando a la primera planta y adentrándose en el jardín delantero, comenzando con sus típicos ejercicios de mañana.

Corrió alrededor de toda la cuadra unos veinte minutos sin detenerse, para luego hacer algunos ejercicios sobre el césped de su jardín, terminando en un breve alongamiento. Lo hacía cada semana, pues de esa forma sentía que su cuerpo se mantenía en forma para los entrenamientos.

Noah era bastante frecuente con sus entrenamientos, pues para poder conseguir la beca deportiva que quería para entrar a su universidad de ensueño y estudiar ilustración, necesitaba esforzarse y tener un buen estado físico. Por lo que, siempre se proponía a hacer más que el resto, aunque sin sobrepasar sus límites. Lo último que necesita es una lesión.

Volvió a entrar en la casa y notó que sus padres ya estaban despiertos, por lo que los saludó a ambos con un beso en la mejilla y subió rápidamente las escaleras, entrando al baño con una toalla en mano, listo para darse una ducha, mientras que, en su cuarto, había dejado la ropa que usaría sobre la cama.

Hizo su clásica rutina matutina en el baño, y una vez estaba completamente seco, y con los bóxeres cubriéndole sus partes inferiores, abrió la puerta del baño, encontrándose frente a frente con la chica de cabellos rosados, quien todavía no parecía notar su presencia.

Kayler se notaba cansada, y con unas notorias ojeras debajo de sus ojos, algo que no pasó desapercibido ante Noah, quién desde hace días había estado investigando el comportamiento de la chica y su extraña relación con Cooper. Al notar su presencia, y una vez los ojos de ambos chocaron, decidió ignorar su presencia, para a continuación, echarlo del baño con un leve empujón en su espalda.

Noah miró incrédulo la puerta, y durante varios segundos, permaneció frente a la puerta, esperando que la chica saliera riendo y diciéndole que había sido solo una broma. Pero no fue así, y la única voz que escuchó como respuesta, fue la de Evans detrás suyo.

-. Tranquilo, hermano. Ha estado algo rara desde hace días, no es solo contigo. - palmeó su hombro repetidas veces, intentando animarlo, pero solo había logrado preocuparlo aún más.

-. Ese es el problema, Evans. Que está así con todo el mundo, algo para nada normal en nuestra habitual Kayler. - le respondió, dirigiéndose en dirección a su cuarto, para así poder terminar de alistarse. No quería que su humor empeorara.

Se vistió con unos jeans de mezclilla oscuros, acompañados de una polera blanca básica, y una camisa a cuadros de color rojo encima. Algo básico, con lo que se veía bien, y a la vez, podía andar cómodo y ligero.

Se colocó algo de colonia sobre el pecho, y luego acomodó algunos mechones húmedos de cabello, para, por último, tomar su mochila y colgarla en su hombro. Hoy quería salir rápido, pues debía llegar temprano para el entrenamiento.

Bajó las escaleras de dos en dos, y como era de costumbre un lunes por la mañana, en la cocina estaban su padre y Kayler, la cual le halagaba sin muchos ánimos el platillo que había cocinado hoy el señor Morgan de desayuno.

Su padre le hizo una pequeña mirada de interrogación, mientras que sus ojos apuntaban hacia la chica enfrente de él, pero Noah solo se encogió de hombros, dándole a entender que no tenía idea de lo que le estaba pasando a aquella chica.

Fɪɴɢɪᴇɴᴅᴏ sᴇʀ ɴᴏʀᴍᴀʟ.® (Wattys 2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora