Under the Sheets

CAPITULO I

Se detuvo al ver la imagen del castaño a través del cristal. Hablaba y manoteaba arrojando cosas al suelo, estaba visiblemente molesto y sabía que ella era la causa.

Pensó en girarse y regresar por el camino que había entrado, pero sus ganas de verlo después de un mes, eran más que su intención de evitar el berrinche.

Se acomodó la ropa y después de tomar un largo respiro, tomó el picaporte y se adentró en la oficina, esperando que notara su presencia y terminara la llamada

—Te llamaré luego Pepper, gracias— Cortó la llamada en cuanto vió a la pelirroja frente a su escritorio— ¿Quieres matarme, Natasha?

Nat pensó en no contestarle, sabía que la sola idea de él hablando con su ex desataba su ira. Aún después de que estaba más que claro que Tony era únicamente suyo, Pepper casualmente siempre estaba para apoyarlo. Patrañas.

—Si quisiera matarte, pondría una bala en tu frente... no se de que hablas, Tony.

El castaño arrojó al suelo todo el contenido del escritorio en un arranque de ira. Había estado preocupado buscándola entre los escombros de uno de los edificios que había estallado cuando ella estaba buscando información útil sobre HYDRA, a sabiendas de que no debería estar en ese lugar.

A la conversación se unió un rubio que al verla llegar al edificio, se dirigió exactamente a dónde sabía se encontrarían ambos. Trataría de evitar una discusión, aunque sabía que era inevitable.

—¿No entiendes lo importante que eres para nosotros, Nat?— le preguntó con voz más calma, con dolor en sus notas de voz. Tomó asiento en el sofá y levantó la vista para dirigirse al recién llegado— Dile algo, tal vez a ti te escuche...

Nat se giró para ver a Steve que entraba al lugar y le regaló una sonrisa. Los había extrañado tanto que no haría las cosas más difíciles, solo quería abrazarlos, besarlos y que la llevaran a la cama más cercana.

—La primera vez que luchamos juntos en Nueva York, supe que no había otra mujer como tú, Nat... con tu fuerza, valentía y determinación por hacer tu trabajo... siempre voy a admirarte por eso— Dijo tomando asiento a un lado de Stark— Pero no puedes pedirnos que estemos tranquilos cuando estás en una operación suicida y no obedeces órdenes. Pudimos perderte y tú sabes que sin ti, no existimos.

—Perdón— murmuró— Perdónenme ambos... no pretendía cavar mi propia tumba, pero tenía que hacerlo. Era necesario...

Se sentó al centro de ambos y esperó a que alguno hiciera un movimiento. Al ver que ninguno se movía, le dejó un beso en los labios a uno y después al otro.

—¿Crees que somos tan fáciles como para olvidarlo todo con unos besos?— Le preguntó Tony serio— Pues hace falta más que eso, esta noche tendrás oportunidad de disculparte como se debe, con el vestuario ideal.

—No vuelvas a hacerlo, Nat... casi tuve que sedar a Tony para que su nerviosismo pasara desapercibido.

—¿Por qué tenemos que ocultarnos?— Preguntó molesto el genio, besando el cuello de la pelirroja— Somos adultos, amamos a la misma mujer y no tiene nada de malo esta relación... Nat merece ser reconocida como la mujer mas afortunada del universo.

En respuesta Tony recibió un codazo. Steve rió antes de besar a Natasha.

—Yo se que no hay nadie más feliz que yo, al tenerlos a ambos para mi, pero...— Comenzó la rusa— ¿de verdad quisieras que esto saliera a la luz? Lo hemos hablado tantas veces... los medios nos comerían vivos.

—Solo quisiera que pudiéramos salir a donde sea y ser nosotros mismos— Murmuró Stark, recargándose contra el respaldo y pasando el brazo por la espalda de Nat, mientras Steve sostenía la mano de la pelirroja y la llevaba a su boca para besar el dorso.

—Es cansado tener que escondernos incluso de nuestros amigos, que seguramente se dan una idea de lo que está pasando...— Comenzó Steve— Pero no me importa, haría lo que fuera.

—Quisiera poder tomar sus manos y caminar libremente... pero tenemos que acoplarnos a las normas sociales de monogamia. Al menos estando fuera—Sentenció Natasha.

Los tres dirigieron su vista hacia el techo.

¿Algún día se volvería más fácil?