CAPITULO VI (+18)

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      Se irguió en la bañera cuando a través de la música, escuchó ruido en el departamento

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      Se irguió en la bañera cuando a través de la música, escuchó ruido en el departamento. Tomó el arma que tenía sobre la mesita donde mantenía sus productos de cuidado personal y esperó a que quien fuera que hubiera entrado a su hogar, se mostrara.

La puerta se abrió, dejando entrar a Tony al cuarto de baño, que sobre una mano cargaba un par de copas y en la otra, una botella de un vino costoso.

—¿Es ahora cuando levanto las manos, me esposas y me lees mis derechos?—Preguntó divertido alzando sus ocupadas manos al ver a la pelirroja empuñando su arma.

Natasha meditó un momento si le disparaba en un pie, por lo de esa mañana en la oficina, pero luego colocó el arma en su lugar.

—No imaginas cuantas veces han intentado matarme mientras estoy tomando un baño, solo soy cuidadosa—Se defendió y volvió a inclinarse sobre el respaldo de mármol.

—Eso no pasaría si vivieras conmigo—le guiño un ojo y abrió la botella para por fin llenar las copas.

—Ya... porque tú no tienes enemigos.

—En este momento mi peor enemigo es el Servicio de Rentas Internas, con los impuestos por los cielos— Rió sonoramente. Natasha amaba escuchar su melodiosa risa.

—Estoy pensando en mudarme, encontré el lugar perfecto—añadió la pelirroja— durante semanas estuve buscando y creo que encontré mi casa.

—¿Y eso sería en...?.

—Nepal, podrías visitarme una vez al año— le dijo con seriedad.

Tony parpadeó y se inclinó a un costado de la bañera, para tenderle una copa a Nat.

—Eso... eso es muy lejos—murmuró confundido el castaño— No puedes dejarnos, quiero decir, Steve, yo...

La pelirroja se encogió de hombros y sin poder contenerse más, le lanzó agua a la cara a Tony, riendo de su expresión.

—¿Crees que soportaría estar sin ustedes?— Tomó un sorbo de su copa y la colocó en la mesita, para ponerse sobre sus rodillas, dejándole ver su torso desnudo.

Tony se relamió los labios, imaginándose mordiendo el cuello y ese perfecto par de senos. Natasha se estiro un poco para jalar la corbata gris del mayor y acercarlo hasta su rostro.

—Te extraño, Tony—Dijo sobre los labios del hombre— Te necesito.

No tuvo que decir más para verlo lazar sus ropas por todo el lugar y después entrar en la tina con ella. Se colocó a sus espaldas para poder abrazar a la mujer de su vida y dejar muchos besos en su cuello, aliviado de tenerla tan cerca otra vez.

—Eres el demonio, pelirroja— Besó su mejilla y se acomodó para recostarla contra él— ¿Donde está Steve? Pensé que estaría aquí.

—Fue a su departamento por algunas cosas.

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