CAPITULO V

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—¿Me dirás que sucede?— Le preguntó Steve, al verla remover su comida por todo el plato, sin probar bocado

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—¿Me dirás que sucede?— Le preguntó Steve, al verla remover su comida por todo el plato, sin probar bocado.

—Nada, Cariño— Respondió sin muchas ganas.

—Pues esa nada, me está preocupando— le dijo antes de beber un sorbo de vino de su copa.

—Pensaba en lo difícil que es esta relación.

—¿Estás teniendo dudas?—Le preguntó con preocupación genuina.

—No, me refiero a que en este momento me gustaría sostener tu mano sobre la mesa, salir de aquí de tomada de tu brazo... en fin, todo lo que no puedo hacer contigo o con Tony— Confesó— Tal vez hace un año debí alejarme de ustedes y dejar que hicieran sus vidas con una buena mujer...

—No puedes ir por ese camino otra vez, Nat... te amo y estoy seguro de que Tony también. Ninguno de los dos hubiéramos aceptado no tenerte en nuestras vidas.

—Nunca podremos tener algo normal, ninguno de los tres, Steve...— Suspiró, dejando el tenedor por fin de lado.

—¿Eso es necesario para ti?— Preguntó— Lo normal esta sobre valorado, te lo dice un hombre del 45, con ideas arcaicas.

Amaba cómo sin importar la situación, Steve siempre estaba a su lado para apoyarle y hacerle ver la luz en medio de la oscuridad de sus dudas. Sin embargo sentía que le estaba robando una parte muy importante de su vida, que de verdad quería que él viviera... había cambiado todos sus códigos solo por ella y era algo que siempre valoraría, pero sabía que no lo merecía.

—¿Qué pasará cuando quieran algo formal? ¿O un hijo? ¿O formar un hogar?

—Cariño... ¿Es lo que te mantiene preocupada?— Le interrogó. Ella solo asintió viendo hacia su plato— Vayamos por partes... ¿Tú quieres ser madre?.

—Supongo que si, bueno... aún no tengo un plan sobre eso.

—Número uno, no podríamos pedirte algo que no quieras hacer... tal vez por la naturaleza de nuestro trabajo, sería un poco difícil... más no hay nada imposible si ese fuera tu deseo. Ahora, si estuviera el tema sobre la mesa, claro que me gustaría ser padre de tus hijos... sabes que ser papá no lo es solo por sangre, también se es padre de corazón— Por debajo de la mesa alcanzó la mano de Nat, para acariciar la con su pulgar— No sé que opine Tony sobre eso, supongo que tendríamos que verlo con él.

—He pensado que podríamos tener dos niños, así ambos tendrían la oportunidad de ser padres...

—Podría ser otra opción— Le observó con la más brillante de las sonrisas— En cuanto a vivir juntos, bueno eso es casi lo que hacemos... ambos pasamos todo el tiempo posible contigo, y parte de nuestras cosas están en tu clóset.

—Bien, tal vez estoy exagerando— Admitió la pelirroja— ¿Pero qué hay con el compromiso?

—No necesito un papel que me diga que te amo y que me amas... además de todo eso de hasta que la muerte nos separe. Yo se que eso está implícito en el día a día que vivimos juntos.

—Te amo, Steve... en este momento estaría abrazándote y besando tu rostro repetidamente.

—Y yo estaría muy feliz de sentirte junto a mi, Te amo, Nat... para siempre.

Le sonrió con todo el amor que guardaba dentro, tal vez el lugar no era el apropiado, pero sin duda ambos sabían que no importaban las paredes que les contuvieran, estaban cerca.

—¿Qué te parece si vamos por un helado?— le ofreció la pelirroja.

—Me leíste el pensamiento, ¿chocolate y cereza?.

—¿Mejor combinación que esa? No existe.

Steve pagó la cuenta y ambos salieron del restaurante uno muy cerca del otro. Rozando sus dedos mientras caminaban, deseando poder caminar abrazados... sin embargo debían cuidarse de las revistas del corazón, como lo habían hecho durante ese año que habían mantenido la relación.

Steve abrió la puerta del coche para que Nat entrar en el asiento del copiloto, luego entró del otro lado para encender la marcha y salir con rumbo a su heladería favorita.

Por el Drive thru ordenaron dos tarros de helado, uno de chocolate y cereza, el otro de fresa, pues era el sabor favorito de Tony. Aún estando muy enojada, no podía olvidarse de su castaño favorito.

Cuando llegaron a casa de Natasha, ella se dirigió a la cocina para guardar el helado de fresa en la heladera, luego tomó dos cucharas y se reunió con Steve en la sala, que buscaba algo interesante en Netflix.

—¿Qué veremos, Amor?— le preguntó al rubio.

—¿Qué te parece una comedia?

La pelirroja asintió y se coloco a su lado para acurrucarse junto a él y ofrecerle una cucharada de helado, que aceptó. Comieron mientras veían la película, durante algo más de media hora, hasta que Nat pausó la película.

—¿Pasa algo?— le preguntó Steve extrañado.

—Si, pasa algo...— dejó el envase del helado sobre la mesita frente al sofá y después se sentó a horcajadas sobre el rubio— Desde que llegamos al restaurante tenía ganas de tocarte y ahora que estamos en casa, puedo hacerlo...

Steve metió sus manos por debajo de la falda de Nat, para masajear sus glúteos y moverla sobre su entrepierna, mientras ella le devoraba los labios.

Aún después de un año, Natasha siempre le sorprendía... ella era la única mujer en su vida y no podía estar más agradecido por ello. Era apasionada, cariñosa y preciosa. La perfecta combinación para llevar a un hombre a la locura.

Nat se levantó un poco para desabrocharle el cinturón y la bragueta de su pantalón. Cuando se deshizo de la barrera entre ellos, volvió a sentarse sobre el, esta vez ayudándole a introducirse en ella. 

—Steve— Gimió al sentir como la llenaba por completo.

Si más demora, Steve la llevó hasta la cama. Donde le demostraría las siguientes horas cuánto la deseaba y que la amaría hasta que la vida le abandonara. No había otro lugar en donde el quisiera estar...

Like a flower waiting to bloom
Like a light bulb in a dark room
I'm just sittin' here waiting for you
To come on home and turn me on...

Like a flower waiting to bloomLike a light bulb in a dark roomI'm just sittin' here waiting for youTo come on home and turn me on

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