CAPITULO VIII

1.5K 86 30
                                    

El par de hombres la observaban desde la puerta de la habitación, ambos visiblemente preocupados por Natasha, que había pasado casi dos semanas en la misma posición, recostada sobre su lado izquierdo mientras abrazaba una almohada y veía hacia el ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


El par de hombres la observaban desde la puerta de la habitación, ambos visiblemente preocupados por Natasha, que había pasado casi dos semanas en la misma posición, recostada sobre su lado izquierdo mientras abrazaba una almohada y veía hacia el gran ventanal que mostraba una de las zonas más bonitas de la ciudad.

     Actuaba en automático: tomaba una ducha, comía solo un poco de sus alimentos y volvía a la cama para arroparse y no saber sobre el mundo. Odiaba sentirse tan débil para dejarse caer en la depresión, pero no podía hacer otra cosa que encerrarse para evitar a Steve y Tony.

     La vida le estaba cobrando todo el mal que había hecho, pero ellos no tenían la culpa de sus pecados. Nat sabía que los tres estaban sufriendo la misma pérdida, pero la culpa no la dejaba seguir; Tal vez en otro tiempo hubiera agradecido no tener que lidiar con la idea de ser madre, pero en ese momento era otra... tenía amor en su vida y de verdad quería una familia.

     Ambos hombres entendieron que era su forma de recuperarse, por lo que le dieron su espacio, pero se mantuvieron cerca para hacerle sentir que a través de cualquier tormenta, ellos serían su soporte.

—Cariño...— Steve se sentó en la orilla de la cama, justo a espaldas de Natasha— Es hora de hacer la cita para mañana, el médico dijo...

—Me siento bien, ya terminó todo— dijo sin inmutarse— Ustedes también deberían irse, estoy bien.

—Natasha...—Steve comenzó a masajear la espalda de la pelirroja suavemente para relajar un poco sus músculos anudados.

—Deberían dejarme sola...

     Tony que esperaba entre las sombras, se acercó hasta quedar a un lado del rubio y levantar a Natasha para envolverla entre sus brazos.

—Nunca, ¿entiendes?— dijo en su oído, sintiendo cómo las lágrimas de la mujer mojaban su hombro— Nunca estarás sola, Amor. Todos estamos pasando por el mismo dolor, era nuestro hijo... perdimos los tres. Pero eso no debe separarnos, si estamos juntos todo será más fácil de sobrellevar... no te cierres a nosotros, Cielo.

—No lo merecía... no merecía dar vida después de quitar tantas. Yo solo quisiera olvidarlo todo, pero es algo que me persigue y mira, lo estoy pagando—Sollozó entre sus brazos— Perdónenme, lo arruiné.

—Todo estará bien, estaremos bien... por ahora debemos cuidar de ti y no dejar que te derrumbes por algo que no estaba en las manos de nadie— Steve peinó con sus dedos la larga cabellera de Natasha y acomodó los mechones rebeldes detrás de su oído— Extraño tu sonrisa y tus ojos brillantes... nos parte el corazón verte así, Cariño.

—¿Pueden recostarse conmigo?—Preguntó en un hilo de voz. Tenía la imperiosa necesidad de ser sostenida por sus brazos e inundar sus fosas nasales con sus aromas para poder relajarse. Había deseado hacerlo por días, en cambio, se resguardó en su dolor y autocompasión.

Under the SheetsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora