Capítulo 9 - el brazuca

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Después de descubrir que caminar me ayuda a calmar los nervios, decidí levantarme más temprano para caminar un poco antes de llegar al liceo, mi único problema cuando estudiaba era el traslado, más o menos el transporte duraba una hora y media en llegar, pero nunca fue impedimento para cambiarme del liceo, incluso cuando una de las directoras de la escuela propuso que estudiara en un lugar más cerca, pero nunca desistí a pesar de su opinión. Aunque luego ella tuvo que cambiar de trabajo por el mismo problema, algo que me hizo pensar lo irónico que puede ser la vida.

Salí de mi casa antes de que el sol saliera, el sereno de la madrugada aún se podía sentir en el aire, no llevaba suéter ya que me gusta sentir el frio de la mañana, usualmente después de la nueve de la mañana se empieza a sentir el calor típico de un país tropical, algo que aprendí en la clase de geografía.

Siendo como las cinco de la mañana fue que empecé a caminar a la parada para el bus, me quedaba mirando el cielo estrellado de la madrugada y la media luna que alumbraba las nubes que le rodeaban, cuando camino a estas horas sin ninguna persona a mí alrededor, suelo sentir que ya he caminado antes por estos lugares, no me refiero a que yo nunca haya caminado por este camino todos los días al liceo, más bien me refiero a que siento que en mis sueños una parte de mi le gusta caminar en las noches sin rumbo, deambulando por las calles acompañado de un cielo estrellado, calles iluminadas por los postes y la sensación de ser uno con la noche, algo así como ser parte del paisaje.

Tome el primer autobús que llego a la parada, en todo el viaje me quede mirando la ventanilla de mi asiento observando el cómo la actividad rutinaria de las personas empezaba con los primeros rallos de sol, disfrutaba el temblor que mi asiento generaba con la marcha del bus.

Para pasar el rato me puse a observar las pocas personas que se encontraban viajando en el bus tratando de adivinar qué harían el resto día, vi una mujer vestida con una bata verde agua acompañaba de unos zapatos deportivos, revelaba que obviamente iría a trabajar o si no a estudiar en un centro médico, luego vi a una chica vestida de una ropa casual pero llamativa, llevaba puesto un morral mientras leía en un cuaderno sus anotaciones, asumí que era una estudiante universitaria que estudiaba para una prueba. Así estuve el resto del camino observando a las personas que me rodeaban para distraerme hasta llegar al liceo.

Me baje una cuadra antes del liceo para seguir caminando, no había apuro ya que de camino pregunte la hora, y tan solo eran las seis de la mañana cuando llegue, me sentía tan tranquilo ya que no tenía el apuro "como casi todas las mañanas" de llegar a tiempo al liceo <<debería salir temprano más seguido>> pensé, así estaría más alejado del estrés de las mañanas.

Llegue a la entrada del liceo y salude al portero llamado "Asdrúbal", un empleado desde hace años en la escuela, siempre estuvo de vigilante en la entrada desde que llegue a comenzar a estudiar en primaria y ahora que estoy en mi cuarto año del liceo y el sigue trabajando donde siempre. Me senté al fondo de la entrada donde siempre cantábamos el himno nacional, solo había unos tres estudiantes cuando entre. Normalmente cada vez que llego a raya siempre este lugar está cargado de bastantes estudiantes, hablando, riendo, lanzándose bolas de papel, todo es muy movido, pero a estas horas todo es tan callado y sereno, <<el tiempo hace cambiar el ambiente>> me dije, es curioso que ciertas horas del día hagan cambiar el ambiente en el que te encuentras.

Estaba tan contento al descubrir una forma de controlar mi ansiedad que sentía que hoy sería un día perfecto, me sentía tan ligero que era como estar flotando en el cielo, <<nada puede arruinar este día>> fue lo que pensé, hoy todo me saldrá bien ya que estoy en una buena racha, al fin la vida me estaba dando un respiro para ser feliz.

Mientras el tiempo pasaba me puse a dibujar para pasar el rato, estaba tan relajado que sentía que los dibujos me salían con fluidez, de alguna forma podía sentir la suavidad del papel interactuando con el lápiz, era como si estuviera conectado a todo, todo fue una sincronía tan agradable hasta que se hizo la hora de entrada, "las siete de la mañana". Poco a poco se fue llenando cada vez más el lugar hasta que todo se transformó en el ambiente habitual de un liceo.

la razón de dibujarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora