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Las calles estaban repletas de personas corriendo y haciendo las últimas compras de navidad.

JungKook caminaba con tranquilidad y con agilidad esquivaba a quienes pasaban apresurados a su lado. Sus ojos iban sellados en la acera mojada bajo sus pies.

A los pocos minutos, pudo ver que se acercaba al refugio así que alzó su mirada. Al hacerlo, se topó con una bonita pero penosa imagen.

Al lado del refugio había un chico tocando una gastada guitarra y cantando. El estuche de la guitarra estaba abierto y JungKook pudo ver monedas y algunos billetes en su interior. A su alrededor se encontraba un pequeño grupo de personas que se había detenido para escucharlo.

Al acercarse, pudo escuchar que el chico tocaba realmente bien la guitarra y que su voz sonaba increíblemente bien, a pesar de que sonaba un poco nasal como a causa de un resfriado.

JungKook no pudo evitar quedarse unos momentos frente al chico, viéndolo y escuchándolo.

El chico llevaba unas ropas ligeras y unos guantes viejos con huecos en los dedos adornaban sus manos. JungKook pudo imaginar lo congelados que podría tener el chico los dedos y se preguntó cómo haría para tocar la guitarra en ese estado.

En su cabeza, tenía un gorro rojo con gris desteñido y su carita estaba limpia, sonrojada por el frío.

Cuando terminó de cantar, una sonrisa brilló en sus labios al escuchar los aplausos que lo acompañaron. JungKook sintió que sus ojos no se podrían desprender nunca de aquella bella sonrisa.

Hasta que el chico lo miró aun sonriendo y JungKook pudo ver aquellos azules y hermosos ojos.

El sonrojo del chico se intensificó y una sonrisa tímida se asomó por su boca.

JungKook, como hipnotizado, sacó su billetera y le tendió varios billetes al chico. El grupo de personas que habían estado escuchando se acercaban y tiraban monedas y uno que otro billete en el estuche, pero JungKook sentía que eso no sería correcto, por eso le ofreció directamente el dinero al chico.

El ojiazul miró aquella mano extendida y sus ojos se abrieron como platos al ver que no eran un par de billetes, sino un puño de ellos. Con un sonrojo más fuerte, el pequeño castaño acercó su manito muy despacio y tomó el dinero.

—Muchas gracias... — Dijo el chico con su mirada baja y JungKook sonrió, para luego entrar al refugio.

Cuando volvió a salir con un pequeño cachorro en sus brazos, ya el chico no estaba.

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JiMin mood:

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