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El sonido de una incesante tos fue lo que despertó a JungKook.

Fue despertando poco a poco y frunció su ceño al escuchar la tos hasta que recordó todo lo que había sucedido la noche anterior.

Después de que JiMin había salido de la ducha, JungKook lo había arropado en el sofá y se había llevado a Pequeñín consigo a su habitación.

Ahora, la tos se escuchaba más agitada y JungKook se levantó. Pequeñín saltó de la cama y corrió hacia la puerta, ladrando hacia ella.

Tan pronto abrió la puerta, Pequeñín corrió hacia la sala y JungKook lo siguió, su estómago retorciéndose de preocupación por los salvajes de tos que sacudían el cuerpo de JiMin.

El retorcijón solo se intensificó al ver a JiMin con la cabeza guindando del sofá, el castañito tosiendo en dirección al piso.

JungKook se acercó y sentó al borde del sofá, pasando su mano por la espalda del ojiazul y alcanzándole el vaso de agua que había dejado la noche anterior en caso de que algo así sucediera.

JiMin se recuperó un poco y aceptó el vaso que le ofrecía JungKook. El ojinegro aprovechó para servir una copita de jarabe; en su salida de la habitación había visto en el reloj que eran las nueve de la mañana, así que ya habían pasado las ocho horas necesarias.

— Gracias... — susurró JiMin con la voz ronca tras tomarse la copita de jarabe que le había dado JungKook. Respirando agitado, volvió a recostar su cabeza en el sofá y cerró sus ojos.

JungKook extendió su mano y la posó sobre su frente.

— Ay, bonito, ¿así pretendías pasar la noche en la calle? — susurró JungKook al sentir que el chico estaba ardiendo en fiebre de nuevo. Tomó la botella con pastillas que aún estaba sobre la mesa y sacó dos y se volteó para dárselas al ojiazul.

Cuando se volteó, se sorprendió al ver al chico con los ojos aguados por la tos mirándolo directamente. Se quedaron solo mirándose el uno al otro por unos instantes hasta que JungKook recordó lo que iba a hacer y extendió las pastillas hacia el menor.

Sin articular alguna palabra, JiMin tomó las pastillas y el vaso de agua y las tomó.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó JungKook y sin poder evitarlo, acercó su mano a la cabeza del menor y empezó a acariciar su cabello.

JiMin tuvo que resistir la necesidad que sintió de ronronear como un gato al sentir la caricia.

— Como una mierda. — respondió el ojiazul y JungKook rió.

— ¿Quieres más agua? — preguntó señalando al vaso vacío y JiMin asintió. — Quédate ahí donde estás, ya vuelvo.

Antes de irse, JungKook plantó un pequeño beso en la frente caliente del menor y si el cuerpo de JiMin ya estaba ardiendo por la fiebre, pues ardió aún más por las muestras afectivas que le daba el mayor.

Mientras JungKook se dirigía hacia la cocina, sonó el timbre y el ojinegro frunció su ceño. No esperaba a nadie y estaba seguro de Hwasa no le había dicho que le enviaría algo más.

Caminó hacia la puerta y se sorprendió al ver a su agente allí de pie. Traía el cabello negro y liso cayendo sobre sus hombros y una bufanda gruesa colgaba de su cuello.

— Hwasa, ¿qué haces aquí?

— Buenos días JungKook, amanecí bien muchas gracias por preguntar. — dijo Hwasa rodando los ojos pero con una sonrisa en la boca y JungKook rió.

— Lo siento, ¿cómo amaneciste? ¿A qué se debe tu visita?

— Ayer me quedé muy preocupada después de tu llamada. — respondió Hwasa y entró al apartamento tras ver a JungKook invitarla a entrar con su mano. — Así que traje algunas cosas para hacer un buen té, no como esos tés falsos de paquete.

JungKook se sintió aliviado al ver que su agente estaba tan dispuesta a ayudarlo sin la necesidad de haberle pedido ayuda. La verdad era que Hwasa y JungKook, a pesar de tener edades similares, nunca habían sido amigos, no porque se llevaran mal, sino porque siempre que se hablaban era por cuestiones de trabajo, nunca se había propuesto conversar de manera más de tipo amistosa. Y agradecía la ayuda ofrecida porque si JungKook estaba preocupado por no ser capaz de cuidar a un cachorro, pues estaba mil veces más preocupado por cuidar a un ser humano enfermo.

— Gracias. Ven, te lo presentaré. — dijo JungKook y empezó a caminar hacia la sala. Mientras caminaba, sus nervios fueron creciendo cada vez más; estaba seguro de que Hwasa preguntaría que cómo se habían conocido y JungKook no tendría idea de qué contestar. — JiMin. — llamó JungKook cuando estuvo de pie al lado del asiento y JiMin abrió los ojos, sobresaltándose al ver a la desconocida chica al lado de JungKook.

— Hola. — dijo Hwasa con una sonrisa cálida. — Me llamo Hwasa, soy a- — empezó a decir pero JungKook la interrumpió.

— -miga mía. — exclamó JungKook entrando en pánico. Hwasa y JiMin lo miraron extrañados. — Amiga mía, es amiga mía.

Hwasa lo miró por un segundo pero luego asintió. Entendía que, por alguna razón, JungKook no quería que el chico supiera que ella era la agente del mayor.

— Mucho gusto. — respondió JiMin con una sonrisa tímida y carraspeó por lo ronca que se escuchó su voz.

— ¿Cómo te ha tratado JungKook? — preguntó Hwasa y caminó acercándose a JiMin. Cuando llegó cerca de su cabeza y extendió su mano. — ¿Puedo?

JiMin asintió y Hwasa posó su mano sobre la frente del menor. Una mueca se asomó por sus labios al sentir la fiebre del chico.

— Ya le di otras tylenol y tomó jarabe. — dijo JungKook antes de que Hwasa pudiera decir algo y ella asintió.

— Me ha tratado muy bien. — respondió JiMin a la pregunta que le había hecho Hwasa. — Es un excelente cuidador.

JungKook sonrió orgulloso, mostrando sus tiernos dientes y las arrugas al final de sus ojos y JiMin pensó que se veía adorable sonriendo así. Sin darse cuenta, se contagió de aquella sonrisa y pronto una brillante sonrisa también adornaba su cara.

— Me alegro. — contestó Hwasa y sonrió al ver el intercambio de sonrisas que se estaban dando los dos chicos. La verdad era que Hwasa no comprendía porqué JungKook vivía una vida tan solitaria y se alegraba de ver que al parecer su cliente estaba teniendo compañía al fin. — Pero estás en presencia de la mejor cuidadora de todos los tiempos. Así que JungKook, ve a darte una ducha y yo le prepararé un té bomba a tu chico.

JungKook rió al ver a Hwasa en su modo madre. Había conocido al hijo de su agente solo una vez pero había sido suficiente para notar que aquel pequeño niño era ultra consentido por su madre. Solo por eso, JungKook pudo confiar a JiMin en sus manos.

Aun riendo, JungKook caminó hacia el ojiazul y se agachó para dejar otro beso sobre la frente del menor.

JungKook realmente no estaba pensando mucho en lo afectivo que era con el chico, sino que simplemente se dejaba llevar por el instinto y hacía lo que se sentía mejor.

JiMin, en cambio, sí estaba pensando mucho en las muestras de afecto del mayor. Tras recibir el suave beso y verlo caminar hacia la habitación, JiMin sintió como un sonrojo subió por su cuello hasta sus orejas.

Cuando volteó su mirada, se sonrojó aún más al ver la sonrisa que tenía Hwasa en los labios. Ella solo rió enternecida y caminó hacia la cocina para preparar el té.

Cuando la perdió de vista, JiMin soltó un suspiro pesado y alzó a Pequeñín, quien había estado todo el rato sentado en el piso al lado del sofá.

— Necesito salir pronto de aquí. — susurró el castaño acariciando al cachorro. — No me puedo dar el lujo de enamorarme de tu papá. Necesito irme.

🍒

3/6 y estoy truste

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