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Su rehabilitación se había tardado una semana más, y esta fue una llena de muchos cuidados, muchos mimos y muchas vitaminas había sido suficiente para que dieran de alta y ahora se encontraba sentado en una silla de ruedas, siendo escoltado fuera del hospital por un sonriente y emocionado JungKook.

En toda esa semana, JungKook no se había separado de su lado más que un par de ocasiones en que tuvo reuniones con su editorial, pero por lo demás había acompañado a JiMin en el proceso de recuperación dentro del hospital.

Ahora lo llevaba con felicidad en dirección a la entrada, donde los esperaba el esposo de Hwasa para llevarlos al apartamento de JungKook.

NamJoon los esperaba recostado a la puerta del auto y tan pronto los vio acercarse, se movió para abrirles la puerta.

JiMin rió con ternura por la preocupación de JungKook al verlo levantarse solo de la silla y entrar solo al auto y JungKook con un puchero lo siguió, cerrando la puerta tras de sí.

El viaje fue rápido y tranquilo y pronto estaban estacionando el auto frente al apartamento del mayor.

— Muchas gracias, NamJoon. — dijo JungKook mientras se asomaba por la ventana del auto al interior, donde se encontraba sentado el esposo de la peli negra. — ¿Pudo Hwasa...?

— Sí. — respondió NamJoon con una sonrisa. — Casi no lo logra por la reunión, pero allí los dejó.

— Bien, nos vemos luego.

— Nos vemos. — respondió NamJoon y pasó su mirada hacia el castañito que era rodeado por el brazo de JungKook y que los observaba con confusión. — Cuídate y déjate consentir por JungKook, lo tienes colgando de tus dedos.

JungKook rió al escucharlo y NamJoon solo movió su mano como despedida para luego arrancar el auto.

— ¿Por qué te ríes? — preguntó JiMin sonrojado. No se había despedido de la pena que había sentido al escuchar las palabras de NamJoon.

— Porque lo que dijo es cierto. — respondió JungKook sonriendo con un leve sonrojo y plantó un sonoro beso en la mejilla del menor. — Ahora vamos.

— ¿De qué estaban hablando, lo de Hwasa? — preguntó JiMin mientras subían en el ascensor al piso donde se encontraba el apartamento de JungKook.

— Ya vas a ver. — respondió JungKook y el 'ding' del ascensor las avisó que habían llegado.

Caminaron juntos hasta la puerta, el brazo de JungKook en un fuerte agarre sobre la cadera del menor.

Una vez adentro, JungKook cerró la puerta y miró con emoción a JiMin.

— Me estás asustando. — dijo JiMin nervioso y JungKook rió mientras rodaba sus ojos.

— Ve a la- — empezó a decir JungKook pero unos ladridos lo interrumpieron.

Al escuchar aquello, JiMin movió rápido su cabeza en dirección a la habitación de JungKook y abrió sus ojos como platos, sintiendo como le picaron las lágrimas.

Sin siquiera mirar a JungKook, caminó hacia la habitación y cuando abrió la puerta, el ahora no tan pequeño cuerpo de Pequeñín saltó sobre él.

De pronto el apartamento estuvo lleno de risas y ladridos y JungKook sintió cosquillas en su pecho al volver a sentir su apartamento como un hogar y no como un conjunto de paredes y muebles.

— ¡Mírate! ¡¡Estás gigante!!

Al escuchar las palabras del castañito, JungKook soltó una carcajada y caminó hacia donde ahora se encontraba JiMin sentado en el piso de la entrada a la habitación con Pequeñín moviéndose sin parar sobre su regazo.

— ¿Verdad que sí? — dijo JungKook mientras se sentaba a su lado. Sabían que estaban exagerando pues Pequeñín tenía a lo mucho tres meses y era una completa bola de pelos que no les llegaba ni a la rodilla.

Al ver a JungKook sentarse en el piso, el perrito saltó ahora sobre su regazo y empezó a dejar lametones en el rostro del mayor. JiMin empezó a reír y al escucharlo, el perrito volvió a su regazo.

Ambos rieron al ver que el cachorro estaba sumamente emocionado por verlos a los dos.

— ¿Con qué te ha estado alimentando tu papá que estás tan grande y gordo? — dijo JiMin con una voz de bebé que enamoró aún más al ojinegro.

— Si está gordo no fue mi culpa. — dijo JungKook y JiMin lo miró. — Hwasa lo ha estado cuidando, así que fue culpa de ella. Y hablando de Hwasa...

— ¿Qué pasa? — dijo JiMin al ver a JungKook levantarse y adentrarse en la habitación.

— Es de parte de ella, así que no puedes decir que no. — escuchó JiMin a JungKook decir desde adentro de la habitación y frunció el ceño con confusión.

— ¿De qué hablas? — empezó a preguntar el menor pero se le quedaron las palabras trabadas en la garganta al ver a JungKook salir con una hermosa guitarra azul en sus brazos.

— Cuando te encontramos, no estaba tu guitarra por ninguna parte y Hwasa dijo que necesitaba escucharte cantar alguna vez, así que buscó una bonita guitarra para regalarte.

— JungKook -

— No puedes decir que no, bonito. — interrumpió JungKook y puso la guitarra sobre el regazo del menor, tomando a Pequeñín de las costillas y sosteniéndolo sobre su propio regazo. — Sabes que Hwasa te quiere mucho y lo hizo porque sabe que amas la música.

— Es muy hermosa. — susurró JiMin con los ojos clavados en la guitarra, sus dedos deslizándose con delicadeza sobre la madera y admirando el bonito tono de azul con el que estaba pintada. Después de unos instantes, el ojiazul alzó la mirada y miró directo a JungKook. Suspiró un poco y subió su mano para posarla sobre la mejilla de JungKook. — Gracias.

— Eso debes decírselo a Hwasa, no a-

— No, JungKook. — interrumpió JiMin y colocó la guitarra en el piso para acercarse más al mayor. — Gracias por todo lo que haces por mí. Me devolviste la felicidad y me regalaste tu compañía. Cuando estaba en la calle me llegué a convencer de que no necesitaba a nadie y de que estaba mejor solo. Pero llegaste y me di cuenta de que estaba equivocado. De verdad, gracias por todo.

Lo último lo dijo casi en un susurro y JungKook no supo que decir, así que unió sus labios a los del menor, tratando de expresar todo lo que sentía por medio de aquel beso.

Justo cuando el ambiente empezó a calentar, Pequeñín saltó y le lamió a ambos los rostros.

JiMin se separó riendo y empezó a acariciar al cachorro.

JungKook solo gruñó.

— Realmente eres como un hijo, Pequeñín. — murmuró JungKook por lo bajo y JiMin soltó una carcajada.

— Por cierto, ¿cómo sabe Hwasa que yo canto? — preguntó el castaño aun riendo y alzó una ceja al ver el sonrojo en las mejillas del mayor.

— Oh... puede ser que en una de las reuniones haya pasado un par de horas solo hablando de ti con Hwasa... — respondió JungKook con los ojos clavados en el cachorro sobre su regazo.

— ¿Un par de horas? — preguntó JiMin conteniendo la risa al ver lo nervioso que se puso JungKook.

— Bueno creo que Hwasa también nos dejó comida hecha, iré a revisar.

JungKook se levantó mientras hablaba y JiMin no hizo más que reír con fuerza.

El orgullo lo carcomía y sentía aquel increíble impulso por huir una vez más, pero la felicidad y las ganas de compartir sus días con JungKook era mucho más fuerte que cualquier otra cosa.

(🍒)

Ya vamos a acabar, gracias gracias a ustedes. ♡♡

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