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Frente a la muchedumbre, frente a otros que no importaban y que no venían ahora al caso, sólo su cola le había tocado, enrollada con disimulo en una de sus piernas.

Pero sin otros ojos viéndoles, todo el resto de él, junto con su cola que ahora le circulaba la cintura, le atrapó entre brazos que no querían dejarle ir.

(El cuerpo más pequeño entre ellos se tensó, y no dejó su tensión. Esa había sido la primera señal.)

Bills ignoró todo lo demás que no fuera el calor (reconfortante) que sentía venir del otro, y al separarse un poco y sentir la suave piel de los otros dedos en las puntas de sus garras, entre sus dedos más largos, al posar sus labios en los otros (con suavidad, con firmeza, con clamor, con tanto), el alivio que había sentido antes al haberle recuperado, al tener a su Supremo Kaio (a su vida, a Shin) de regreso, a su alcance, le recorrió hasta lo más profundo, hasta lo más recóndito de cada poro de él.

(El otro cuerpo se tensó aún más. Sus brazos estaban inertes. Sus dedos querían temblar, cerrarse más entre los otros, zafarse. Sus labios no correspondieron los otros. Segunda señal.)

Finalmente, Shin echó la cabeza atrás, su mirada desviada junto con su cabeza gacha.

—Discúlpeme, estoy... estoy algo agotado. ¿Si pudiera dejarme marchar a descansar un poco, si es tan amable? Por favor...

Había una nota de algo similar a la urgencia allí, y los brazos y el cuerpo más alto que aún no (todavía no, sólo un poco más) querían dejarle se separaron de él.

Bills apretó los labios, queriendo decir "Quédate aquí (conmigo), entonces." (donde podía verlo, sentirlo, donde estaba cerca, donde podía protegerlo esta vez sí), pero lo que salió de su boca, quizás por culpa que no podía admitir ante ninguno, culpa por haber fallado de nuevo, fue un:

—Claro. Puedes irte.

Y con reluctancia vio al otro dios desaparecer (y si su pulso no brincó al no tener más su imagen de cara ahí frente a él, quizás con sobresalto, quizás con algo rayando al miedo, seguro estaría mintiendo).

Pero estaba vivo. Lo habían secuestrado, a Bills lo habían humillado, hecho sentir inútil. Pero vivo, estaban los dos vivos, y eso debía ser más que suficiente.

Soy (incognita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora