Era extenuante, una tortura. Cada día que pasaba, se volvía más grave.
Mortales, mortales, mortales.
Con sus impulsos violentos, con sus arrebatos ruines, con sus tendencias horrorosas a masacrarse los unos a los otros sólo por avaricia, y él estaba encadenado a su posición a verlo todo.
¿Era esto lo que había sentido Zamasu, lo que le había llevado a enloquecer?
Pero él no era Zamasu. Este no era ni él mismo. Él sabía con certeza que los mortales tenían bondad en ellos, tenían compasión, tenían cosas, muchas cosas, para apreciar. Toda vida es sagrada. Podía recordar venir una vez de su ya extinto maestro.
¿Entonces por qué? ¿Por qué sentía su desprecio hacia ellos crecer?
Él sabía porqué. Él no podía decir porqué (y a quien más quería decirle, por quien tenía sentimientos, inapropiados, bajos, era un mortal, no era un dios, no lo era). Él quería que todo esto se detuviera ya.
Porque no debía ser sólo esto lo que había sentido Zamasu, porque él debió haber sentido un impulso de corregir con violencia. Y él no era violento, jamás lo había sido, y el pánico quería apoderarse de él al empezar a sentir cómo su disgusto hacia los mortales le hacía arder las manos con la intención de querer hacer algo.
No quería ponerle nombre a ese algo. No quería siquiera que existiera.
Y en la oscuridad de su habitación, apostado en su suave lecho, sus dedos tomaban su cabeza y apretaban, sintiendo terror de ser un completo extraño en su misma piel, cada vez más impotente.
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Soy (incognita)
Fanfiction"Y en la oscuridad de su habitación, apostado en su suave lecho, sus dedos tomaban su cabeza y apretaban, sintiendo terror de ser un completo extraño en su misma piel, cada vez más impotente." O Shin regresa de ser secuestrado con algo más que su fu...