—Está comenzando a apestar como él. No apesta igual que él. Pero es... similar.
Whis sabía quién era ese él, y vió con atención a su señor dar vueltas (vueltas en su sala, vueltas a sus pensamientos, vueltas a sus ansias y sobre dudas que parecía querer tener pero que no llegaban hasta allí).
—¿Piensa entonces usted que ellos debieron hacerle algo a su mente?
Bills se detuvo entonces, entendiendo quienes eran ellos. Sus manos estaban empuñadas. Era la perfecta pintura de la indignación, la ofensa, la molestia apenas contenida, surcando bajo una línea muy muy fina.
—No es debieron, es que lo hicieron.
Whis le escuchó tan seguro en su afirmación que no se dio a la tarea de cuestionarle el cómo (además, sus sentidos eran quizás hasta más afinados que los de Bills, y era posible el que él hubiese percibido algo fuera de lo común en el Supremo antes de que su señor lo hiciera).
No hubo lugar a dudas para ninguno de los dos de que el que el otro dios estuviera fuera de sus cabales usuales era una certeza al oír venir un:
—Disculpe, pero me niego a hacerlo. No tengo razones para seguir peticiones de un simple mortal.
Bills le fulminó con la mirada instantáneamente ante ese despectivo simple mortal, olvidándose por completo de lo que le había dicho con anterioridad.
—¿Qué fue lo que esos malditos canallas hicieron contigo?
Sus manos lo atraparon antes de que siquiera pensara en desaparecerse de allí, y su voz era una falsa calma antes de la tempestad. El olor era más fuerte ahora.
—Apestas como él.
No pudo contenerse de decirlo, y los dos sabían quién era ese él (lo peligroso que había sido ese él, lo errado que había estado... ¿o no? ¿Había estado realmente errado?).
Y donde pudo haberse mostrado miedo, pavor, horror, al ser comparado con alguien así, junto con otra súplica por ayuda, no se mostró más que neutralidad disfrazando su disgusto, esa otra parte foránea habiendo crecido al punto de hacerle sentir que todo esto tenía que ser su respuesta y comportamiento natural.
—Él tenía razón en algo, y es que los mortales no deberían permitirse obrar a libre albedrío, y usted es el ejemplo perfecto del porqué.
Bills no encontró insulto en sus palabras (él era un dios, mucho más dios, cientos de millones de años más de lo que fue alguna vez un mortal, e incluso si lo fuera aún, no le vendría al caso) sino en cómo se lo dijo, como si él fuera algo malo, como si no fuera más que una despreciable y asquerosa cucaracha que no valía más que un detestable microbio.
(Sus garras querían clavarse en él, en ese que no era Shin, que no podía ser su Shin. Trataba de no sentir cómo algo como la traición quería clavarse en su pecho como si fuera una estaca).
—Whis, arregla esto.
—Lo intentaré, pero no me pida milagros.
(No estaba de humor para bromas, y cuando pudo ver a Whis cerca, él no sonreía tampoco).
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Soy (incognita)
Fanfic"Y en la oscuridad de su habitación, apostado en su suave lecho, sus dedos tomaban su cabeza y apretaban, sintiendo terror de ser un completo extraño en su misma piel, cada vez más impotente." O Shin regresa de ser secuestrado con algo más que su fu...