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Rurouni Kenshin y todos sus personajes pertenecen a Nobuhiro Watsuki y Shueisha.

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Tras cuatro días en cama Misao volvía a sentirse bien, llena de energía y animada. Aunque estaba muy enfadada con Aoshi por haber ido a ver al hombre con el que se había citado, saboteando así cualquier posibilidad de que se comportase tal cual era. Aún y así le había visitado para disculparse por no poder acudir el día acordado y le había soltado la historia de una posible infiltración, por supuesto el hombre había sido cordial y atento, sabiendo que Aoshi no estaba lejos y que le haría picadillo si se pasaba de la raya con ella. No había podido ni entrever cómo era en realidad más allá de su físico, que era bastante agradable.

Se habían marchado aquella misma tarde hacia Kawasaki, esta vez no le permitió hacerle cambiar de plan, aunque insistió para volver a aplazarlo.

Misao se encerró en el baño al llegar al hostal, permaneciendo largo rato sumergida en las aguas termales, llenándose de valor para decirle a Aoshi que no pensaba permitirle acompañarla. Era una simple cuestión de estúpido orgullo, una niñería, algo que normalmente no habría hecho. No obstante, necesitaba marcar un poco el terreno, ella era la Okashira y, por tanto, la que tomaba las decisiones.

Estuvo esquiva durante la cena y se acostó sin apenas mediar palabra, Aoshi no dijo nada, se limitó a mirarla con una ceja enarcada preguntándose qué demonios le pasaba.

Durmió mal, despertándose varias veces con un nudo en la garganta, preocupada por cómo le plantearía que pensaba ir sola sin importar lo que le dijera. Se enfadaría con ella, estaba segura, y eso la hacía ponerse aún más nerviosa de lo que ya estaba. También estaba la reticencia que mostraba Aoshi por que se viera con Yoshikawa, se preguntaba qué tipo de persona debía de ser y qué historia compartían. La respuesta que obtendría del ninja sería de nuevo un "no me gusta" y un "es mala persona" sin más información, por eso ni se había molestado en tratar de preguntarle. Aoshi no solía calificar a nadie como "mala persona", pero sin conocer el motivo tras ello no podía posicionarse, por más que confiase en su criterio.

Se levantó con pereza y se vistió sin ganas, sintiendo que odiaba un poco más el gi y el hakama, estaba deseando perderlos de vista por una larga temporada, con suerte al volver a Kyôto podría enterrarlos durante meses en lo más profundo de su armario.

Aoshi la esperaba, perfectamente vestido y peinado, desayunando con calma rodeado de silencio. Por primera vez sintió que verle la hacía ponerse tremendamente nerviosa en vez de darle paz. Inspiró hondo.

—Puedes hacerlo —se susurró a sí misma cerrando los puños y avanzando.

—Buenos días Misao —saludó ignorando su susurro.

—Buenos días Aoshi-sama.

El ninja le sirvió té.

—¿Quieres algo dulce?

—No, gracias, esto está bien.

La mesonera le había dejado una bandejita con arroz blanco, verduras y pescado, aunque le apetecía mucho comerse algo dulce le pareció feo despreciar aquel desayuno hecho con tanto afecto.

—Aoshi-sama...

—¿Cuándo quieres que salgamos?

Misao le miró casi sin creerse que él mismo le sirviese en bandeja la oportunidad para sacar el tema, tenía que aprovechar la ocasión antes de perder toda la determinación que había logrado reunir.

—Saldré cuando acabe de desayunar, yo sola.

—Misao...

—No insista, esta vez no quiero que me acompañe.

Salvar el Oniwaban-shûDonde viven las historias. Descúbrelo ahora