Capitulo 10

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Observé como Camila le insistía enfadada a Leandro por querer alimentarme. Si hubiera sido en otras circunstancias hubiera reído de la cara del joven.

"Dale de comer tú." Suspiró rendido, la castaña asintió con el pescado ya en mano. Se acercó agachándose y ayudándome a sentarme. La cabeza me dolía mucho, entrecerré mis ojos un poco.

"¿Estás bien?" Preguntó preocupada.

"¿Por que no te vas?... tienes que irte, no estás atada." Negó con la cabeza. Suspiré un tanto frustrada, quería que se fuera o el le haría daño. Tosí con dolor, la garganta no dejaba de doler.

"Te hará más daño y no quiero eso." La miré suplicante.

Tenía una hoja y encima de la hoja había un pescado. Tomó un trozo con su mano y lo llevó a mi boca.

"No tengo hambre." Mi voz salió afónica. No mentía en lo absoluto, sentía mi estómago vacío y aún así no tenía ganas de comer. Gruñí frunciendo el entrecejo, sentía que mi cabeza quería explotar.

"Debes comer algo, estás pálida y aún tienes fiebre." Tocó mi frente.

"No tengo hambre." Cerré mi boca comprimiendo mis labios en una línea fina para evitar que me haga comer.

"Vamos, solo un poco." Dijo esta vez enojada. Abrí mi boca recibiendo el pedazo, no quería que también se enojara conmigo. "Ya verás que vamos a salir de aquí." Suspiró pensativa.

Me obligó terminar el pescado y se fué al 'baño' con Leandro. El la mantuvo ocupada obligándola hacer varias cosas. Cuando la cubana terminó y la dejo en paz se acercó sentándose a mi lado.

Nos quedamos conversando tranquilamente toda la tarde hasta la noche cerca de la fogata que Leandro encendió, la castaña me alimentó una segunda vez. Al otro lado de ella nos observaba el moreno mientras afilaba una estaca. No nos quitaba la vista de encima en ningún momento. Era la primera vez que teníamos una charla sin pelear y la verdad me sentía rara. Quería hacerla enojar. Sabía que mi comportamiento se asemejaba al de un niño que le gusta a una niña y quiere llamar su atención molestandola.

"Me siento muy débil." Me reí un poco, la noté un poco triste. "Pensé que moriría con esas tres mordidas." Comenté preparándome para algún mal comentario.

"No quiero tener otro tipo de experiencia con esas cosas." Noté como se estremecía en su lugar.

"Ahora no tengo energía para cuando tengamos una noche loca." En mis labios se formó una sonrisa socarrona, al final decidí bromear.

"Idiota." Sonrió de lado. "Creo que no es momento para tus juegos, te recuerdo que tenemos a un psicópata obsesionado conmigo y puedo aprovechar eso para que te mate." Miró sus uñas.

"Pero no le dirás porque te excita… ¿eh?" Golpeó suavemente mi brazo izquierdo mientras reía.

"Gracias, por hacerme reír." Sonrió de lado.

"De nada." Sonreí ampliamente.

Y otra vez quedé atrapada en sus chocolatosos ojos, varias veces me ha pasado aunque ella no lo haya notado. El silencio que se instaló era muy cómodo, llegué a un punto en el que olvidé la situación en la que nos encontrabamos. Cuando esto pasaba sentía una hermosa calidez en mi corazón aunque la castaña no lo note.

A medida que pasaba el tiempo iba sintiéndome un poco mejor hablando de mi salud y lo agradecí.

"Camila." Llamó el joven mirandome sin expresión. "Ya es suficiente, vamos."

Tomó una cuerda enviándole un claro mensaje. La castaña asintió levantándose y volteandose para que le atara. Apreté los dientes molesta cuando me percaté de su lujuriosa y hambrienta mirada. Ató sus piernas después dejándonos tiradas y él en la tienda.

"Acércate, quiero ver si puedo desatarte Camila." Asintió arrastrándose hasta mi. El olor a pescado me invadió y recordé que el idiota ese no le permitió lavar sus manos. Tampoco entendía como es que Camila estando libre no podía tomarse unos minutos en desatarme y luego escapar. No sería difícil.

"Si nos ve, estás muerta." Me percaté de su chiste y rodé los ojos.

"Gracias por avisarme que a ti no te hará nada." Contesté con sarcasmo haciendola reír.

A ciegas y con dolor punzante en mi brazo derecho comencé a intentar desatarle las manos. Tenía mucha dificultad porque al ser diestra y tener el mismo entumido tenía que solo depender de mi mano izquierda.

"¡Maldición!" Susurré apretando mi mandíbula al lastimarme.

"¿Todo bien?" Miró por encima de su hombro.

"Claro solo..." Quité el primer nudo. "Ya casi Cami."

"No me digas así." Contestó a la defensiva.

"Sabía que eras gruñona, pero no sabía que era tanto." Quité otro nudo rodando los ojos.

"No sabes nada imbécil." Masculló.

"Vamos pequeña, dormirás conmigo." Detuve lo que hacía volteandome del otro lado para que no se diera cuenta que hacíamos.

La tomó en brazos ajeno a las cuerdas y entró a la tienda. Levanté mis cejas sorprendida, al menos no pasará frío. Idiota, me dije a mi misma. Es un loco obsecionado, no se sabe lo que puede hacerle con ella atada y vulnerable.

"Casi lo olvido rata." Me sobresalté dirigiendo mi visión al más alto. No pensé que volvería por mí.

"Por favor déjanos ir, podremos salir de aquí todos, puedo sacarlos." Supliqué intentando liberarme, no me fiaba de lo que haría.

"Saldrás si te encuentran Lauren..." Asintió fingiendo una expresión pensativa. "Y si lo hacen, te encontrarán muerta.

Mi sangre se heló, no esperaba que dijera algo así. Me levantó cargándome en su hombro y sentándome en el árbol anterior. Volvió cerca de la aún fogata encendida y tomó la misma cuerda que utilizó para atarme contra el árbol la última vez. Al regresar lo hizo muy ajustado, apenas y podía respirar.

"Disfruta la noche." Una sonrisa burlona se extendió por su rostro.

"Por favor... al menos déjala a ella ir." Pedí esperando que acceda.

"Ella es mía." Estampó su mano en mi mejilla con fuerza despertando el dolor de cabeza. "No la alejaras de mí." Lo miré sin entender. Era ridículo todo lo que decía. Hice una mueca de dolor.

"Ella te tiene miedo. Entiéndelo." Intenté liberarme sin éxito alguno. "No se ha ido por mí o hace tiempo hubiera escapado de ti." Tosí un poco.

"¿Y crees que te querrá a tí?" Sonrió sin mostrar los dientes, su mirada era fría. "¿Crees que no me di cuenta de lo que tienes entre las piernas?"

Mi rostro palideció. Me quedé muda, ni siquiera mis amigas lo sabían. No le contesté, era inútil... no sabía que decir.

"Soy muy observador tesoro y más si es una chica tan guapa." Tomó mi mentón elevándolo hasta quedar cerca de su rostro. "Si te rechaza por solo ser mujer imagínate cuando se entere de lo que tienes." Moví mi cabeza intentando liberarme de su agarre. Sentía sus palabras como dagas en mi corazón.

Me soltó caminando hacia la tienda ahogándose en carcajadas. Agaché mi cabeza sintiéndome muy mal y triste. Camila si me gusta y creo sentir algo más, no mucho claro está. Pero lo suficiente como para bajar mis ilusiones y sentirme insuficiente para ella. Si la castaña solo me gustara no me hubiera importado que me desprecie por tener lo que tengo.

Sacudí mi cabeza apartando todo pensamiento. Mordí mi labio inferior aguantando las tremendas ganas de llorar que llegaron a mí. Me sentía impotente por no poder hacer nada y tener que ver a ese lunático llevándose a Camila atada.

"Diablos..." Maldije por lo bajo. "¿Cómo carajo vamos a salir de este problema?" Miré a mí alrededor pensando en alguna solución.

Mi dedo anular comenzó a moverse como siempre pasaba. La mayoría del tiempo no me daba cuenta. De pequeña lo desarrolle al siempre estar ansiosa a causa de Mike.

Cerré mis ojos con cansancio, ignoré todo lo que pude el frío. Esto empeoraría mucho más mi estado de salud. Mi pierna comenzó a moverse de lado a lado hasta que el sueño me venció.

Hell Forest || (CamrenShipper) / [Edit]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora