𝐵𝓊𝑒𝓃𝑜𝓈 𝒟𝒾́𝒶𝓈 [𝐿𝓊𝓀𝒶𝓃𝑒𝓉𝓉𝑒]

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La noche de Halloween era esperada con ansias por los estudiantes de la escuela Françoise Dupont, era bien sabido que precisamente el 31 de octubre los chicos y chicas del salón se organizaban para dar una pequeña fiesta de disfraces.

Marinette arribó al lugar junto a Alya a eso de la media noche, enfundada en aquel traje de bruja que venía preparando desde hacía algún tiempo. Costuras bien definidas, ajustado a su cintura y de un negro que hacía perfecta sincronía con el azabache de su cabello.

— Mari... — Oyó a su espalda, sintiendo como alguien sujetaba su mano con fuerza y tiraba de ella hasta hacerla separarse de su amiga y chocar contra el pecho del extraño. Más al sentir aquel dulce y reconocible aroma a fruta, supo que se encontraba entre los brazos de Luka.

— ¡Luka! — Exclamó correspondiendo al abrazo que venía esperando desde que puso un pie en el lugar. —. ¡Viniste!

— Adelanté unos cuantos informes en la universidad para tener la noche libre. — Sonrió y ella respondió con el mismo gesto. —. Te ves preciosa.

— ¿T-tu crees? — El hombre asintió y el rubor no tardó en instalarse en la mejillas de Marinette.

A lo lejos ambos fueron testigos de cómo Nino recibía a Alya entre sus brazos, a la vez que la música se hacía presente desde su mesa de mezcla. —. ¿Quieres bailar? — Cuestionó Couffaine y oír el diminuto "si" desde los labios de su contraria, no dudó en empujarla hasta la pista de baile.

Pasaron el rato entre risas y uno que otro acercamiento.

Algunos meses habían pasado desde el primer beso entre ambos en el cuarto de la chica, desde entonces la confianza entre ambos había crecido a pasos agigantados. Sin embargo y por contradictorio que sonara, habían decidido que ser amigos era la mejor opción por el momento.

Luka no quería abrumarla, aún podía percibir esa indecisión en ella y la misma fue palpable al ambos ver aparecer a Adrien del brazo con Kagami.

El segundo que Marinette dejó su atención en el rubio fue el mismo que tardó en volver a los azules de Luka. —. ¿Todo bien? — Preguntó el músico.

— Claro que sí. — Dijo genuina, apegándose a su cuerpo. —. Me alegra haber salido de allí. — Agregó, oyendo los gritos de Lila y Chloé a la distancia por la inoportuna presencia de la que probablemente ya era la novia de Adrien.

Sacó aquellos pensamientos de su cabeza, ya no le importaba, la noche era mucho más encantadora con aquel chico que seguía tan bien sus pasos.

La música danzó entre sus cuerpos, la noche iluminó sus corazones y contestó sus dudas.

Para ella ya no existían otros ojos a los que quisiera mirar y para él siempre fueron los mismos luceros los que le daban esperanza de algún día ser correspondido.

El tiempo pasó entre risas, ilusión y miradas que no pasaron desapercibidas por los demás, más cuando la madrugada llegó, el momento de volver a casa abrumó un poco a ambos.

Marinette sabía que Luka ya no tendría tiempo para ella, la universidad demandaba demasiado para el propio bienestar sentimental de ambos.

Por lo que algo cabizbaja, procedió a despedirse de forma sutil antes de regresar al lado de Alya.

— Yo la llevaré a casa. — Luka se apresuró a tomar la mano de la azabache antes de que emprendiera camino hacia su hogar.

— Oh... — Una sonrisa presuntuosa se formó en los labios de la morena, codeando a su amiga antes de pasar al lado de su novio. —. Solo no se desvíen en el camino, ¿está bien?

— ¡Alya! — Reprendió Marinette,

— ¿Nos vamos? — Luka no dejó que ninguna contestación llegara a los oídos de la joven, puesto que aún sosteniendo su mano, la animó a seguirle el paso. —. Entonces... ¿Ya no piensas en Adrien?

Las cejas de Marinette se elevaron incrédulas y divertida golpeó el hombro de su acompañante. — Me hiciste la misma pregunta alrededor de cinco veces durante toda la noche, ¿qué tengo que hacer para que me creas?

— Mmmm... no lo sé, ¿quizás darme la oportunidad por la que tanto he esperado? — Bromeó en lo que se oyó como una realidad.

Una media sonrisa se asomó en los labios de la joven. —. Luka...

— Solo era un chiste. — Se apresuró en decir. —. No le des tantas vueltas, Mari.

— ¿Qué no le de tantas vueltas? — Cuestionó deteniéndose con sus pies firmes en el pavimento. —. Luka, no es que le esté dando vueltas, es que te quiero demasiado como para encadenarte a esto, a mi.

— Marinette, ¿de que rayos estás hablando?

— Soy un desastre, el peor y lo sabes. — Desvió su mirada al suelo, aplastando sus labios en una fina línea. —. Siento que en cualquier momento voy a... herirte.

— ¡Hey! Claro que no. — Su contrario se apresuró a tomar nuevamente sus manos junto a las de ella, acercándolas a su rostro y besando los nudillos de ambas con sumo cuidado. —. Marinette, te estás adelantando.

— ¿Ah, si? — Murmuró ella, maravillada con el gesto del varón.

— No puedes dar por hecho estas cosas, no es sano, incluso para nuestra amistad. — Los labios de la chica hicieron una mueca, aceptando en silencio que su contrario tenía razón. —. ¿Qué tal si comenzamos dándonos una oportunidad? — Cuestionó en voz baja, bastante seguro como también algo asustado, pero al ver los azules de su amada abrirse con anhelo, todo rastro de temor se vio mitigado.

Marinette asintió, transformando aquella mueca en una sonrisa quebrada por el cúmulo de sentimientos brotando en su interior, algunos que ni siquiera sabía que tenía hacia Luka. —. Cre-creo que es un
buen comienzo... — Dijo, cediendo al acercamiento del varón. —. Quiero intentar esto, quiero que funcione de alguna forma... — Susurró.

— Yo también... — Respondió él inclinándose sobre ella para robarle un dulce beso al que Marinette respondió con mucha más iniciativa de la que él imaginó.

Un suave y certero contacto que selló la promesa del futuro.

— Te quiero Luka. — Soltó sobre los labios ajenos apenas hubo tiempo.

— También te quiero. — Acudió él, dejando nuevamente un corto beso en ella. — Buenas noches. — Dijo antes de separarse pero incluso al estar unos cuantos centímetros lejos de, Marinette logró lanzarse a sus brazos de nueva cuenta dejando otro pico sobre él.

— Buenos días. — Corrigió junto a una sonrisa juguetona y el chico logró ver en sus ojos el reflejo del sol asomándose entre los edificios en un nuevo amanecer.

Un nuevo comienzo para ambos.

28 Formas de Besar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora