Al salir del bar, una ventisca helada atacó el rostro de Emilio y le refrescó las ideas: había besado a un Joaquín muy ebrio y ahora tenía que llevarlo a descansar.
Se detuvo a pensar que no le había pedido su dirección y Joaquín estaba demasiado tomado para decírsela. De hecho, lo llevaba prácticamente a rastras mientras balbuceaba cosas sobre un espejo y un cigarro y ¿oro? ¿Qué tenía que ver el oro con esto?, pensó.
Mientras caminaban, Joaquín tropezó con un charco y casi cae al suelo, si no hubiera sido porque Emilio lo tomó por la cintura.
—¿Estás bien?
— Sí, claro—mientras hablaba, Joaquín acarició la oreja de Emilio y comenzó a jugar con su cabello— mientras estés conmigo, siempre voy a estar bien.
Después de algunas cuadras, por fin llegaron al hotel donde se había quedado Emilio durante las grabaciones de SNL. Sentó a su acompañante ebrio en un sillón del vestíbulo y fue hacia la recepción por su llave.
— Señor, recibió un par de llamadas hace rato, con código de Los Ángeles —dijo la recepcionista después de darle la llave a Emilio.
— Sí, gracias —Emilio se tocó el bolsillo por primera vez en varias horas y sacó su teléfono. Tenía quince llamadas perdidas y treinta mensajes de Candela. Tambien se dio cuenta de que no había pensado en su novia en varias horas... y que había sido feliz durante todo ese tiempo.
No podría decirse que estaba ebrio pero con lo que había tomado, podría haberse quedado ahí de pie por varias horas, contemplando su teléfono y considerando si valía la pena contestar los mensajes, hasta que escuchó una voz conocida, tarareando una canción que él creía haber olvidado.
"...pelearía contra el viento y la marea, a capa y espada si tú me lo pidieras..."
Dirigió su mirada hacia donde había dejado a Joaquín y lo vio recostado en un sillón, con la cabeza echada hacia atrás sobre el respaldo, mirando fijamente el techo mientras canturreaba.
Le pareció una escena muy linda, pues Joaquín solo estaba ahí sentado, existiendo y aún así le parecía la criatura más cautivadora del mundo. Al fin, salió de su trance y se acercó al sillón.— ¿Listo? Ya tengo la llave, puedes quedarte conmigo hasta...—Emilio miró el reloj del vestíbulo y se dio cuenta de que decir mañana sería poco apropiado, pues eran las dos de la madrugada—... hasta que quieras irte, supongo.
— Claro— Joaquín lo miró y le tendió la mano— levántame, no siento las piernas.
• • •
Una vez en el elevador, Joaquín lo abrazó por atrás y dejó caer la cabeza sobre su hombro; Emilio se agachó levemente flexionando las rodillas, Joaquín saltó un poco y Emilio pasó sus manos para cargarlo sobre su espalda mientras llegaban a la suite.
Las puertas se abrieron en el último piso y Emilio cargó con Joaquín por el pasillo hasta que detenerse frente a la puerta de su suite.— Chaparrito, bájate, necesito abrir la puerta.
— Mhm —Joaquín se descolgó de Emilio, se recargó sobre la pared y se deslizó lentamente hasta quedar sentado en el suelo.
Una vez que abrió la puerta, ambos entraron a la lujosa habitación de Emilio; este dejó su billetera y su teléfono sobre una mesa junto a la puerta
— Hoy no quiero responder mensajes, será por la mañana— pensó.Joaquín se dirigió al cuarto, se quitó el abrigo y se sentó en la orilla de la cama con la cabeza gacha. Parpadeaba muy lentamente, como si le costara enfocar la mirada.
Cuando levantó la cabeza, Emilio estaba frente a él, descalzo y con las manos metidas en los bolsillos del pantalón. Dio un paso hacia él y se puso en cuclillas para quedar frente a frente.— ¿Te sientes bien? ¿Quieres que llame a un doctor?— preguntó Emilio en tono preocupado.
— Mis problemas no puede resolverlos un doctor... más bien, necesito un sabio concejo de ancianos que tome las decisiones en mi vida porque yo la verdad, ya no puedo —dijo Joaquín antes de soltar una risita— no tengo el control de mi vida, Emilio, no sé qué estoy haciendo todo... todo está hecho un mugrero.
— Joaco, ahorita, en este momento, estamos solo tú y yo. Nadie más. Olvida todo lo que era tu vida antes de este momento y no pienses en lo que será después, sólo quedémonos con esto, con el ahora, ¿sí?— mientras hablaba, una mano de Emilio recorría el muslo de Joaquín y la otra se posaba en su mentón, acercando sus labios de los del castaño.Aunque el beso seguía teniendo gusto a tequila y cerveza, como en el bar, había algo que se sentía diferente para ambos.
Ya no era la secuela de una calentura, este era tierno, confortable, se sentía cálido y familiar.
Emilio comenzó a levantarse mientras tomaba a Joaquín de la cintura para cargarlo y dejarlo en medio de la cama, mientras el otro se aferraba a su cuello y enredaba sus piernas en su torso.
En dos movimientos, Emilio se quitó la playera y comenzó a besar el cuello de Joaquín mientras pasaba la mano por su pecho, por encima de su camisa. Podia sentir cómo el corazón de Joaquín latia con tanta fuerza que pensaba que se le iba a salir, y el suyo estaba exactamente igual, pues Joaquín acariciaba su espalda desnuda, describiendo círculos y figuras sobre su piel.
Emilio comenzó a desabrochar los botones de arriba hacia abajo y cada que abría un botón, depositaba un beso sobre la piel desnuda que antes cubría dicho botón; cuando los abrió todos, pasó su mano por el costado de Joaquín quien se sobresaltó y emitió un quejido de dolor.
El rizado se interrumpió para ver el motivo de esa queja y cuando lo vio, le invadió la cólera.
A la altura de las costillas, Joaquín tenía unas marcas en la piel que ya comenzaban a volverse moradas.
— ¿Quién te hizo esto?—dijo Emilio con la voz temblorosa, tratando de contener el enojo.
— Yo. Yo me los provoqué ¿sí? Durante las grabaciones me pegué con un mueble del set. Ya sabes que soy muy torpe. –mientras decía estas palabras, Joaquín se había sentado y miraba a Emilio a los ojos, acariciando su mejilla y tratando de sonar lo más seguro posible, esperando que le creyera la mentira.
— ¿Estás seguro? –algo no terminaba de convencerlo, esas marcas las había visto antes, cuando era pequeño, en la retaguardia de su hermano mayor una vez que se había portado muy mal y su papá había decidido que sería la primera y única vez que iba a recurrir a la violencia con sus hijos.
— Seguro, todo bien. ¿Seguimos?Emilio decidió continuar con lo que estaban haciendo y creerse esa mentira por la misma razón que Joaquín decidió contarla: en ese momento, no existían Otto ni Candela, ni las marcas en la piel de Joaquín pues todo había sucedido antes de este momento.
Y lo que sucedería después, sería problema del Emilio del futuro.
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The 10 Year Plan - Emiliaco AU
FanficUna vez terminado el fenómeno Aristemo, Emilio y Joaquín prometen que, de no estar casados dentro de diez años, van a casarse entre ellos. AU Original: https://twitter.com/cholepistolas/status/1101238855997554688 Portada: @dannyzaoliv