Parte 27: Punto de quiebre

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— ¿Dónde te has metido cabrón? Llevo varios días tratando de hablar contigo...— dijo una voz en cuanto Emilio contestó el teléfono.
— Disculpa John, con todo lo de SNL, apenas estoy recuperando el ritmo ¿sabes?— dijo Emilio mientras acomodaba una maleta en la cajuela de la camioneta — Pero ya estoy en L.A, voy saliendo del aeropuerto así que cuéntame las nuevas.
— Te ofrecieron una silla –dijo John sin ocultar su emoción.
— ¿Dónde? ¿En Chile otra vez? —dijo Emilio sin mucho entusiasmo — no sé John, siento que sería dar un paso atrás para mí. La última vez que fui coach, no pude trabajar en el disco ¿te acuerdas? Y tengo muchísimas nuevas ideas...
— Pero no es en Chile, viejo... Es en Australia.

Emilio abrió mucho los ojos y soltó un grito de emoción que desconcentró al chófer de su camioneta.

— ¡No mames! ¿Es una broma? Por favor dime que no es una broma.
— Claro que no es una broma, papi. Es en serio, me llamaron hace un par de horas para hacer la oferta.
— Bueno pero claro que me interesa, no inventes.
— Qué bueno que dices eso porque, como tu representante, considero que es una excelente oportunidad. Además, yo iba a aceptarla aunque dijeras que no.
— Guau, estoy... guau. ¿Estás en el estudio? Voy de inmediato para allá... —comenzó a decir Emilio.
— Sí estoy en el estudio pero... — lo interrumpió John — creo que primero deberías ir a tu casa y hablar con tu chica.

En las últimas horas, Emilio no había pensado en Candela ni en lo que le esperaba cuando llegara a casa hasta que John la mencionó.

—... estamos un poco preocupados Emilio. Todo el fin de semana nos estuvo hablando, a todos, a mí, a los técnicos, creo que incluso a tu mamá. Y no se escuchaba muy contenta que digamos...
— Ay Dios, discúlpame John, así es ella es... apasionada.
— Bueno, tú puedes llamarlo como quieras pero de verdad que nos preocupa su "pasión".
— ¿Ya vas a empezar? —Emilio puso los ojos en blanco — nunca te han caído bien mis parejas.
— Bueno, una sí... — dijo John — en fin, estaré en el estudio hasta la tarde, te veré cuando termines tu asunto ¿vale?
— Claro, me parece bien.

• • •

Una vez frente a la puerta de su casa, Emilio sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda; tenía algunos días de no ver a Candela y había algunas cosas que habían sucedido durante ese tiempo que ella podría tomar de forma negativa.

Sintió comezón en la rodilla y acercó la mano para rascarse ahí donde le habían colocado un yeso hacia algunos años cuando tuvo el accidente de la escalera.

Curiosamente, pensar en eso le ayudo a encontrar fuerzas para abrir la puerta y enfrentar lo que Candela pudiera hacerle.

— Al fin llegas cariño —escuchó decir a su novia apenas abrió la puerta. — ¡Bienvenido a casa Emi!

— Hola Candi. —dijo Emilio tratando de esconder el temblor de su voz— Tenemos que hablar.

— Claro amor, dime.

Mientras hablaba, Candela dejó una taza sobre un taburete que Emilio no reconoció; echó un vistazo a su alrededor y descubrió que la estancia de su casa era completamente diferente de como él la recordaba: las paredes, antes de un color menta, ahora lucían un tono rosado chillón, sobre la repisa donde él tenía sus premios alineados ahora se encontraban unas fotos enmarcadas de Candela con su familia y amigos, los sillones de cuero que él tenía habían sido reemplazados por unos con estampado de animal print.

— Yo...—comenzó a decir mientras se daba cuenta que el departamento que él había decorado con sus propias manos, ya no estaba— creo que tenemos que terminar con esto.
— ¿Terminar? ¿No te gustó la decoración, bebé? —dijo ella con tono meloso.
— No es la decoración, es que lo hayas hecho sin consultarme, sin avisar. Candela, está es mi casa, mi espacio, aquí venía a relajarme, a pensar, a escribir y ahora... ya no está.
— Ay mi amor, no seas ridículo, sigue siendo tu casa pero ahora hay algo de mí aquí, así cuando estés aquí...—Candela lo miró a los ojos y mientras hablaba, se acercó a Emilio hasta quedar frente a frente con él, sin perder el contacto visual—... no se te va a olvidar que tienes novia.
— Es que precisamente. Ya no quiero que seas mi novia —dijo Emilio sin romper el contacto visual.
— Es por él ¿no? —le espetó ella— viste a ese pendejo durante dos días y de pronto, los años que llevamos juntos valen madre.
— Ni siquiera tiene que ver con él, somos nosotros ¿sí? Es todo esto, es lo que hiciste con mi casa, lo que hiciste con mi pierna, lo que has estado haciendo con mi vida todos estos años... —Emilio trataba de contener las lágrimas pero ellas comenzaban a ganarle— ¿Tienes una idea del miedo que tengo? ¿De lo espantoso que es tener que cruzar el país para sentirte seguro y a salvo? Es horrendo Candela, y todo es por ti, porque te temo. Estoy aterrorizado del monstruo que dice quererme en frente de nuestros amigos pero en el momento en que llegamos a casa, me humilla y me hace menos; me haces sentir que no valgo nada, que te estorbo pero en cuanto se enciende una cámara eres todo amor y devoción conmigo.—Candela trató de interrumpirlo pero Emilio levantó la mano frente a su cara, haciéndola callar— Esto no tiene nada que ver con la maldita pintura de las paredes, ni con lo que hiciste con mi casa, tiene que ver con lo que has hecho conmigo todos estos años... estoy quebrado ¿me entiendes? Ya no veo más allá, cada día que despierto me parece un lastre, un peso con el que tengo que cargar porque no me entusiasma vivir esta vida, esta vida en la que tú marcas el paso y tú tomas las decisiones y en la que mi espacio de pronto es nuestro; un espacio que en primer lugar busqué para tratar de curarme, que era mío y que no sólo me arrebataste, lo deshiciste, lo redujiste a nada así como has hecho conmigo, tú te has encargado de romperme por dentro y por fuera y ya no quiero estar así, quiero arreglarme, volver a sentirme feliz y el primer paso es alejarme de ti.

En ese momento, Emilio se arrodilló en el piso mientras las lágrimas bajaban por su mejilla.
— Esta no es vida, ya no puedo... ya no puedo...
— Mira mi amor —dijo ella mientras se acuclillaba frente a Emilio— todo lo que he hecho, ha sido por nosotros ¿de acuerdo? Y si sientes que por tratar de mantener a flote nuestra relación soy un monstruo, que así sea. Pero tú no me vas a dejar ¿me oíste? Antes te dejo yo a ti.—Candela se levantó, se acercó a la puerta y tomó sus llaves— Si necesitas un tiempo, adelante, yo puedo esperar.

El sonido de la puerta al cerrarse le regresó a Emilio el aire por un momento, hasta que su teléfono comenzó a vibrar.

— Dime John, te escucho.

— ¿Estás bien? ¿Cómo te fue con la fiera?

— Creo que el circo se quedó sin león por ahora. Estoy bien, creo. Voy contigo en un rato ¿sale? Necesito hacer unas cosas y bañarme.

• • •

Algunas semanas después

— ¿Te sientes bien? Te sentí ausente.

— Estoy algo... eh... ¿preocupado? —dijo Emilio mientras rebuscaba los cajones de su armario— Hoy empiezan las batallas y no sé...

— ¿Qué? ¿No confías en mí? —Emilio volteó hacia la cama y le dedicó una sonrisa a quien emitió esas palabras— yo confío en tí, coach.

— Y yo en ti, Richie.— Emilio se acercó a él, quien estaba sentado al borde de la cama y le dio un beso en la mejilla.

The 10 Year Plan - Emiliaco AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora