Los Mentirosos: Joaquín

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Julio, 2027

Después de la última llamada que había tenido con Emilio, Joaquín se había quedado muy intranquilo: dejando a un lado el asunto de su novia, él había creído escuchar un ruido en el fondo, y que la tal Candela colgara casi inmediatamente después, sólo lo volvía más sospechoso.

Algunos días después, Emilio se presentó en una premiación y lo primero que Joaquín notó, fueron las muletas.
Emilio siempre había sentido una pasión enorme por bailar y que trajera muletas, seguramente lo estaba destrozando por dentro, pensó Joaquín.
Pero también se fijó en otra cosa: cuando subió a agradecer el premio, canción del verano, hizo mucho énfasis en agradecer a su novia, Candela; para cualquier otra persona, eso habría pasado desapercibido pero no para Joaquín, el fandom Aristemo le había enseñado a fijarse en los detalles más mínimos, por lo que decidió llamarle a su Cholito.

— Hey, hola Joaquelongo, ¿cómo estás?
— Muy bien, gracias. Oye quería felicitarte por tu premio, te lo mereces, no dejo de escuchar tu canción en todos lados. Literal, todos lados.
— Muchas gracias, espero que no llegue a fastidiarte
— Jamás podría fastidiarme algo tuyo, Emi...
— Otsss, Joaquín espérate que me chiveo...

Joaquín no podía verlo pero Emilio realmente se había sonrojado, por primera vez en muchos meses.

— ¿Y cómo va tu pie?

Esa simple pregunta logró romper la fantasía y regresó a Emilio de golpe a la realidad: Candela no tardaba en volver y seguramente le haría un drama si lo veía hablando por teléfono.

— Está, mejor, gracias por preguntar... ya... ya me tengo que ir Joaco, hablamos luego ¿sí?
— Emilio espera, antes de que te vayas, por favor contestarme algo... ¿estás bien?

Emilio sabía que Joaquín no le estaba preguntando en específico por su pierna, le estaba preguntando por su vida; y la respuesta era no. Emilio no había sido feliz en meses pero creía, de verdad creía, que era un bache en su relación con Candela, que se solventaría cuando su pie sanara y él dejara de ser, en palabras de la tierna Candi, una carga para ella.

— Sí, lo soy. Adiós.

Al escuchar el tono de fin de llamada, Joaquín sintió una lágrima deslizarse por su mejilla: Emilio le estaba mintiendo pero, a diferencia de otras veces, no era por protegerlo sino por otra razón: desconfianza.

Otto iba llegando en ese momento y notó a Joaquín con el semblante triste.

— ¿Qué tienes flaquito?
— Nada, todo bien.

"Genial, ahora yo le miento a la gente. Digo, no es la primera vez pero, ¿por qué a Otto? Es mi pareja y lo amo... ¿lo amo? A huevo, lo amo pero si lo amo, ¿por qué no soy capaz de decirle que mi mejor amigo está sufriendo? Debería poder desahogar esas preocupaciones con él pero no puedo. No podría evadirme como solía hacerlo cuando me preguntaban por mi relación con Emilio, a estas alturas del partido no tendría caso negar que hubo algo pero, si Otto me pregunta en tiempo presente si hay algo, me cago, porque no podría afirmarlo pero tampoco negarlo..."

En esa ocasión, Joaquín le había mentido a Otto por causa de la culpa, la culpa que sentía por no estar de lleno presente en su relación, la culpa por aún querer a Emilio de la misma forma, a pesar de Otto y a pesar de Candela, la culpa de no haber seguido adelante y dejarlo ir.

Si hacemos cuentas, ya van dos tipos de mentiras: las que contamos creyendo que vamos a hacer sentir mejor a alguien porque lo creemos incapaz de soportar la verdad y las que decimos cuando nos sentimos culpables, cuando nosotros mismos no somos capaces de soportar el peso de nuestra propia verdad.

Y falta el otro tipo de mentiras, que son el híbrido entre los dos anteriores, que tiene el poder de destruir no solo a quien se desea proteger sino incluso, a quien cuenta la mentira.

The 10 Year Plan - Emiliaco AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora