§Capítulo 4: Conversación incómoda§

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Mirar al hombre que me dió la vida es algo que siempre me causaba tranquilidad. Pero sabía que mis siguientes palabras lo molestarian.

"No creas que no se todo lo que hiciste mientras yo dormía, y será mejor que te hagas a la idea de que no permitiré que sigas actuando como un patán con mis medios hermanos." Seina dijo todo con una mirada fría, dejando entrever que sus acciones no le parecían correctas.

"Seina, yo..." Quiso explicarle el hombre pero fue groseramente interrumpido.

"Se que fue por mí, que hiciste lo que hiciste pero siguen siendo sangre de mi sangre y a menos que traicionen a la corona, no los veré cómo enemigos." Dijo sin esperar una explicación de él.

"Pero son solo experimentos fallidos." Murmuró cabreado porque la joven dijera todo eso.

"Quienes no debieron serlo, pero están en esta situación tanto por tu culpa como por la mía. Esa es una responsabilidad que no podemos evadir." Le respondió con seriedad, para hacer razonar al hombre que sus formas de hacer las cosas tenían consecuencias.

"No deberías preocuparte por esos..." Dijo con algo de asco por recordar a sus hijos, que eran unos buenos para nada. Muy diferentes a su amada hija. Quien era desde siempre una mujer llena de virtudes y habilidades.

"Papá, somos familia." Afirmó mientras lo miraba.

"Ellos ya están totalmente corrompidos, es imposible que podamos jugar a la familia feliz con tus hermanos."

"Entonces vamos a mostrarles lo que es el amor de familia y si todo sale mal, bueno al menos diré que lo intenté." Sonrió suavemente mientras tomaba la mano de su padre y lo teletransportaba al jardín. "Tendremos que hacer un banquete para anunciar mi regresó." Comentó cambiando de tema y caminando de la mano con su padre, llevándolo hacia el jardín en forma de laberinto con una árbol en medio que parecía brillar en una hermosa tonalidad azul celeste. "Este lugar sigue siendo tan hermoso como lo recordaba." Dijo y sonrió con nostalgia al recordar las muchas tardes que pasó tomando el té bajo este árbol en compañía de su difunta madre.

Padre e hija sintieron la presencia de una persona a la que ambos no recibían bien, era Eros, el ex marido de Seina.

"Rey de Antares, le recuerdo que estamos en el Reino de Lunaris, así que tenga la amabilidad de volver por donde vino" Anunció mientras cerraba sus ojos con un rostro lleno de indiferencia.

"Rey de Antares, le recuerdo que estamos en el Reino de Lunaris, así que tenga la amabilidad de volver por donde vino" Anunció mientras cerraba sus ojos con un rostro lleno de indiferencia

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"Seina..." Llamó Eros, era un hombre de cabello y ojos azules, tez blanca, delgado pero con músculos definidos, de un metro ochenta y cinco, no tendría más de 20 en años humanos.

"Entre la realeza solo los buenos amigos se llaman por su nombre, su alteza." Afirmó la joven mientras volteaba a verlo con frialdad.

"Pero..." Intento hablar el joven.

"Será mejor que se marche antes que cambié de opinión y realmente borré el tratado entre ambos reinos." Amenazó con una voz de ultratumba, todos quiénes conocían a la princesa, sabían que con sus poderes, le bastaba mover un dedo para acabar con alguien.

Eros la miró con anheló y dolor. "Estoy feliz que hayas vuelto." Susurró suavemente antes de desaparecer de allí.

"Tendré que reforzar las barreras para evitar que entren invitados no deseados." Pensó Karl con el ceño fruncido. Odiaba ver a ese hijo de puta, él no tenía derecho de estar en presencia de su amada hija.

Eros era el Rey de la raza de los Elementales, era pocos años mayor que Seina y ambos crecieron juntos, ya que sus madres eran mejores amigas. Entonces al cumplir los 200 años, Seina fue comprometida con él para unir los Reinos, en aquel entonces la joven quien creció al lado de Eros, por lo que no se opuso al matrimonio a pesar de no amarlo, pero Eros había empezado a ver a una chica noble a escondidas de ella, y entonces él la comenzó a ver cómo un obstáculo y comenzó a actuar de manera cruel y despiadada hacia ella.

Siempre pensando que la chica con la que estaba era el amor de su vida, sin imaginarse que está solo estaba con él, porque quería destruir al Reino de Antares a través de él y que así Allan, el primo menor y verdadero amor de la joven fuera el nuevo Rey, y ese objetivo solo se lograría si ella se convertía en la Reina, sus engaños comenzaron a surtir efecto y Eros cayó en su juego, sin pensar en el daño que le iba a causar a Seina, quien antes de ser su futura esposa, era su mejor amiga, olvidó que solo bastaba hablar con la joven para que la boda se cancelará pero no lo hizo y ese fue el error que le costaría milenios resolver.

Seina y Eros se casaron, pero al poco tiempo la princesa que había desarrollado el poder de leer mentes, vió todo lo que pasaba entre Eros y la joven noble, esperó a que su amigo se lo confesara pero este nunca lo hizo, al contrario se iba cada vez que podía a estar con Eloísa, la joven dama de la familia Castino.

Un día Seina se encontró con la joven en medio del jardín del Palacio y vió todos los planes que está procuraba en contra de la familia Real de Antares, entonces sabiendo que su ahora esposo Eros, jamás creería alguna de sus palabras al ahora considerarla su enemiga, fue en busca de sus suegros, los anteriores Reyes de Antares, Caelum y Grace.

Les dijo todo y les informó al mismo tiempo que ella se separaría de Eros, ya que tenía su propio Reino que manejar y no iba a perder tiempo con alguien tan poco confiable como el hijo de ambos.

Caelum estaba furioso con sus palabras pero al ser Seina una Deidad, él no podía hacer nada en contra de ella, Grace por otro lado se sentía horrible al haber criado a un hijo tan poco confiable y hacer que la hija de su mejor amiga pasará por esta situación.

Esa misma noche, Seina empacó sus cosas y se fue de aquél castillo jurando nunca volver, y no era porque hubiese amado a Eros que tomará esa drástica decisión, sino porque le dolía haber sido traicionada por quién consideró su mejor amigo por tantos años, al cual le dió muchas oportunidades de ser honesto, pero nunca lo hizo.

Fue esa noche que Eros conoció la otra cara de la mujer que decía amar, al encontrarla revolcándose con su primo. Esa noche conoció lo que era el sabor de la traición, y luego de sacarles la verdad de todo y matarlos, volvió al Castillo con una sensación de dolor y angustia, esperando poder refugiarse en los brazos de Seina, su única amiga leal. Pero lo único que encontró fue una carta junto con la disolución de su matrimonio.

Post final del capítulo.

Otro capítulo llega a su final y a trabajar en el siguiente se ha dicho.
Si les gusto les invito a que comenten y le den una estrellita.

Con amor
Se despide
Marly 🥰🤗

La Primera Sakamaki.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora