9. Conflicto

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9. "Conflicto"

Alexander
 

Mi mente esta desconcertada, no entiendo como esto pudo ponerse tan mal en solo unos minutos, claramente el Sr. Northwest no me quiere con su hija, o tal vez sea sobreprotección, el piensa que solo quiero estar con Sabrina para en un futuro casarme con ella y obtener la nacionalidad americana, sinceramente no sé mucho del tema, solo lo que suelen decir: “Si te cazas con una estadounidense ¡estás listo!”; sé que esa no es mi intención además que soy muy joven para cazarme, es cierto si eso llega a suceder podría pedir que mis padres y Ariana (mi hermana menor) vinieran al país, ya que, ellos no tienen VISA. Miro a Sabrina quien tiene una cara de miedo, al parecer ella sabe que viene a continuación, miro a su padre quien me da una mirada asesina.

—No permitiré que te lastime –habla Robert—, olvídate de él, Sabrina –le regaña.

—Padre, no te permitiré que lo vuelvas hacer –solloza y yo enarco una ceja.

—Robert, ¿Qué diablos crees que haces? –le habla su esposa, Martha.

—¡Y tú Alexander! –Me señala— será mejor que te alejes de ella.

—¡Padre! –grita Sabrina.

—Robert, mejor te calmas. Tú no tienes el derecho de reclamarle nada –reclama Martha.

—Sí lo tengo –protesta—, porque ella vive bajo mi techo, y quiero lo mejor para ella –me mira fijamente— y tú no eres lo mejor para mi hija, solo la quieres por intereses.

   No me salen las palabras, estoy al punto del llanto y enojo, esto hace que me hierva la sangre, apretó mis puños sobre mis piernas.

—¡Maldición! Papá ese no es tu maldito problema –grita Sabrina poniéndose de pie.

Resoplo— Descuida –le indico sé que siente y lo hace—. Sé cuando alguien no me quiere.

—Solo quiero cuidarte hija –Robert toma un poco de vino—. No quiero que se aproveche de ti, cuando se acueste contigo y luego dejarte. Solo es otro interesado en la nacionalidad.

   Eso me hizo enojar aún más, pero veo a la señora y creo que también está igual que yo.

—¡Robert, que maldición te pasa! –Martha alza su mano y le da una cacheada a su marido—. Lo siento mucho, Alex eres encantador, yo sí les doy mi bendición para su noviazgo –me dice y se marcha.

Robert se flota su mejilla— Tal vez ella esté de acuerdo, pero yo no –me da otra mirada asesina y yo se la de vuelo— quiero que te vayas de mi casa.

   Me levanto de la silla hecho una furia, apretó mis puños con todas mis fuerzas evitando golpear al hijo de puta que tengo en frente. Empujo la silla donde estaba sentado con mi pie haciendo que choque con la pared a mis espaldas. Salgo de la casa echando chispas tirando la puerta a mi salida, cuando estoy a punto de subir al auto escucho a Sabrina, volteo y veo que está llorando desconsoladamente.

—¡Alex! No te vallas, espera –grita— Perdóname por este gran desastre, no entiendo porque mi padre ahora tiene esa actitud, él no es así.

—Mi amor, no te preocupes –resoplo—, al parecer soy yo el del problema.

—Mi amor, claro que no, creo que verdaderamente piensa que me vas a lastimar, y quieres estar conmigo con la ciudadanía, y esa no es tu intención ¿cierto?

—¡Claro que no! –grito— perfecto, ahora tú crees lo mismo que él. –abro la puerta del auto.

—No, no, no pienso eso –me agarra del brazo deteniéndome— no quiero que esto lo arruine, ¿hablamos luego?

El Extranjero VenezolanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora