15 | Compromiso

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«No siempre son arcoíris y mariposas. Es compromiso»

Adam Levine.

Justin.

—Estoy enferma... tengo leucemia y mientras hablamos estoy muriendo

Las palabras suenan en mi cabeza una y otra vez.

No, niego con la cabeza.

Leah no tiene cáncer. No puede estar muriendo... es imposible.

Su rostro muestra que esto no es ninguna broma.

Soy un idiota... ¿Quién siquiera bromearía sobre tener una enfermedad tan horrible?

Pero Leah, mi ángel, no, es imposible.

Estoy enloqueciendo, y estoy bastante seguro de que me lo ha contado hace casi diez minutos y he estado parado aquí como un tonto, negando con la cabeza mientras mis pensamientos me vuelven loco.

—No, Ángel —le digo mientras sacudo na cabeza—. No puedes tener cáncer y no puedes estar muriendo. Tienes dieciocho, estás por empezar tu vida —digo mientras comienzo a sentir el nudo formándose en el fondo de mi garganta.

Ella me da una débil sonrisa.

—La vida no se mide por las respiraciones que tomas, sino por los momentos que te quitan la respiración.

»Cuando tenía doce, los síntomas comenzaron, y mi papá sospechaba que fuera cáncer. Así que me llevó a un especialista, donde lo confirmaron. Después de tratamiento por dos años, yo había ganado la batalla. Estaba libre de cáncer. Pero en la mitad de mi último año regresaron los síntomas. Casi no llegué a graduarme por tanto ir y venir  de Nueva York, pero lo logré. El día que te conocí en el carnaval recibí los resultados que decían que salía positivo en leucemia y que ya estaba en la etapa dos, alcanzando la etapa tres —explica Leah, pero siento como si esto fuera demasiado que manejar.

—¿Por qué no me lo dijiste? —le pregunto mientras me siento en un árbol cortado.

—Bueno, no planeaba en caminar hacia ti y decir «Hola, mi nombre es Leah y estoy en la etapa dos de leucemia». —Ella se sienta a mi lado, y de sus labios escapa una risita. Pero no me parece gracioso en absoluto—. El doctor también me dijo que debería continuar mi vida lo más normal que pudiera. E intenté alejarte, Justin. Demasiadas veces —cuenta mientras dirige su mirada al suelo.

—¿El baile? ¿Lo de que no querías herirme? ¿De esto era que me protegías? —le pregunto, y ella asiente—. Ángel —digo, pero ella niega con la cabeza.

—Tengo una gran posibilidad de morir. La gente a mi alrededor ya está sufriendo, y cuando vi que querías entrar a mi vida y conocerme... Entré en pánico. Varias veces. Porque cuando muera, quiero dejar la menor cantidad posible de personas con esa carga y la tristeza de haberme ido. —Los ojos de Leah brillan por las lágrimas, y tomo sus manos con las mías.

—Oye, no vas a morir —le digo con seriedad.

Una vez más, ella me da esa débil sonrisa.

—Nuestro tiempo aquí está contado. Infortunadamente, no sabemos cuándo se detendrá. Así que sí, moriré. Podría ser hoy, en unas pocas semanas, tal vez años. Pero no lo sabemos con exactitud —me dice mi ángel.

—No hables así. —Mis ojos se llenan de lágrimas. Leah me sonríe, intentando consolarme, coloca su cálida mano en mi mejilla y la acaricia con ligereza. Se inclina y me deja un beso.

—Eso es todo, creo. —Se ríe.

Leah.

—Pero tenemos que hablar —me dice Justin y yo asiento.

—Perdón... por llamarte mujeriego —le digo, y él niega con la cabeza.

—No te preocupes por eso. Hubo una época en mi vida cuando sí lo fui, pero ya no soy así ahora. Lo prometo —dice, pero su conversación con Kendall aparece en mi mente.

«No puedo dejar de pensar en lo de ayer.»

«Oh, vamos, sé que te gustó.»

—¿Qué pasó ayer con Kendall? —Las palabras salen de mi boca antes de que yo siquiera pudiese procesarlas. Jadeo una vez que me doy cuenta de lo que he dicho.

—Te lo dijo, ¿no es así? —Justin baja la mirada a su regazo.

—No, uh, los escuché hablando.

—Me besó —me dice Justin—. Pero no sucedió nada después... Lo prometo —me dice con ojos desesperados—. Mira, lo entiendo si no me crees. —Comienza a decir.

—Bien. Porque... no te creo. Escucha, no quiero juzgarte pero no me has dado mucha opción. Apenas te conozco, Justin. Y te estaba protegiendo, pero ahora... me estoy protegiendo a mí misma. —Me encojo de hombros.

—L-Lo sé. —El rostro de Justin cae—. Pero sé profundamente que en algún lugar de ese hermoso corazón tuyo —Justin señala a mi corazón—, mi ángel sabe que le estoy diciendo la verdad.

Y es cierto, en el fondo... mis entrañas me dicen que me está diciendo la verdad. Las voces en mi mente no se están matando para intentar confundirme. Pero mi cabeza me dice lo contrario.

—Necesito pensar las cosas, Justin —le digo, y él asiente—. Me iré a Nueva York mañana, para continuar el tratamiento, y regresaré el domingo. Creo que puedo darte una respuesta para entonces. —Me pongo de pie y Justin hace lo mismo—. Adiós, Justin —le digo, pero él se queda callado—. ¿Por qué siento que soy mejor que tú en las despedidas?

—¿Por qué te estás despidiendo? —me pregunta mientras yo acaricio su mejilla.

—Lo dije como buenas noches. —Sostengo su mano.

—Déjame acompañarte a casa —me dice.

—No, está bien. Necesito tiempo para pensar —le digo.

—Perfecto, te acompañaré a casa. —Justin me sonríe mientras coloca su mano alrededor de mi hombro y comenzamos a regresar a mi casa.

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Capítulo cortito, pero habrá actualización constante, ojalá les haya gustado.

Behind My Blood → j.b → spanish versionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora