Capítulo 1. Un sueño

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Parte I

Faltaban pocas horas para la esperada boda, había un sencillo y hermoso vestido blanco, un jardín ataviado con adornos florales de numerosos tamaños, mesas con motivos nupciales, bellas luces blancas por los alrededores, la novia esperaba ansiosa esa mañana pues parecía que todos sus sueños se hacían realidad de la nada; era primavera en Grecia, ella había visitado esa pequeña cabaña hacía mas de un año y había conocido a su prometido por casualidad unos meses atrás, un hombre alto, fuerte, apuesto, de cabellos azules y porte de príncipe, su nombre era Julian y ella estaba perdidamente enamorada de él.

Mientras desayunaba aquella mañana ella idealizaba su futuro junto a él y pensaba en cómo había cambiado su vida desde hace un año a la fecha.

Había vivido sola en una pequeña casa en Grecia desde que su abuelo había fallecido hace 5 años, trabajaba en una cafetería al norte de la ciudad, era un trabajo que no era precisamente bien remunerado, pero le daba la oportunidad de estar más tiempo con su futuro marido. Poco tiempo después de conocer a Julian, recibió la visita de su hermosa hermana Diana que decidió quedarse por una temporada a vivir con ella para ayudarla con los deberes de la casa, cuidarla y sobre todo, hacerle compañía.

Su vida era tranquila e ideal.

—Entonces, ha llegado el día ¿Estas segura de esto, Saori? — menciono Diana un tanto preocupada viendo como su hermana mira su reflejo embelesada mientras se prueba su velo de novia.

—No podría estar más segura, Julian mando a adornar toda la cabaña solo para esta ocasión tan especial y luce como siempre lo había soñado— Saori volteo a mirarla —¿Por qué preguntas? ¿Creí que estabas de acuerdo con esto?

—Y yo creí que pensarías mejor las cosas, Saori. No lo conoces bien, te visita cada 2 semanas y nunca se queda más de un día, así no es como funciona el amor, por todos los dioses. — Dijo Diana molesta. Se levanto del sofá en el que reposaba suspiro y añadió—: ¿No has sentido como que te falta algo?

—¿Faltarme algo? ¿El día de mi boda? No, no lo creo — Dijo Saori sin dejar de prestar atención a si misma imaginándose en los brazos de Julian, tal vez muy pronto tuvieran hijos. Salió de su ensoñación un momento para decirle a Diana—: Espera hermana ¿Y tú desde cuándo sabes cómo funciona el amor? ¿Acaso hay algo que no me has contado todavía?

—Lo he visto de cerca, no lo entendí en ese momento pero ahora se que el amor es un sentimiento muy humano, los define, les da fuerza, valentía para luchar hasta sus límites y mas allá, los orilla a realizar sacrificios extraordinarios. En realidad es muy difícil de describir pero ellos eran colegas, amigos, sin embargo, se amaban y a pesar de no estar en el mejor escenario, cuando estaban juntos, aun en el mas oscuro camino, ellos parecían sentirse— hizo una pausa—: plenos.

— ¿De que estas hablando?¿En dónde viste algo así? —Dijo Saori con una expresión de confusión en su rostro. Y añadió—: ¿Es una novela?¿O una película? Bueno, no importa, esas palabras son perfectas para decirlas en la ceremonia — Saori se acerco a Diana y le dió un beso en la mejilla —: Gracias hermana, te quiero, nos vemos en un rato, iré a alistarme.

Cuando Saori salió de la habitación Artemisa observó el horizonte por la ventana, era hermoso, estaba lleno de vida, era un gran campo lleno de flores de muchos colores, habían árboles, arbustos, y en cada pieza de flora Artemisa logro ver a un ser vivo paseando, o cazando. Y entonces recordó ese día era exactamente igual al día en que ella llego con su hermana a las afueras de la ciudad de Atenas, ella regresaba tranquila de un día de trabajo en esa pequeña cafetería, convencida de que había trabajado ahí ya mas de dos años y que había decidido posponer la universidad por falta de dinero y que, a sus 18 años, nunca había vivido algo emocionante pero que se encontraba satisfecha con el rumbo que habían tomado las cosas porque ahora tenía a su hermana cerca.

Artemisa estuvo callada en todas y cada una de las experiencias que Saori le relataba como propias, y se sentía, feliz, de verla feliz a ella, de ver que el castigo no había sido más grande que su voluntad y que Athena seguía viviendo. Incluso acepto que la llamará Diana, parecía ser un nombre más adecuado para su forma humana.

Con el pasar de los meses Artemisa se dió cuenta de que su pequeña hermana ahora era un ser vacío, reía y se veía contenta cuando se levantaba por la mañana y cuando se acostaba por la noche, hablaba todos los días de sus experiencias superficiales y sin sentido, era como una muñeca sin alma, solo hecha para reír y verse hermosa en un aparador. Las cosas empeoraron el día que conoció a Julian Solo, sintió el peligro de pensar que Poseidon intentaba manipular a Athena para sus propios fines, pero finalmente averiguó que él seguía encerrado en su prisión marítima. Este hecho solo dejó al descubierto que Julian era aún más soso y patético que lo que Artemisa había esperado.

En un principio iba a permitir que ese hombre insípido y fatuo desposara a su hermana, porque el parecía que la hacía feliz, fue con el pasar del tiempo y con su experiencia viviendo como humana que se dió cuenta de que la felicidad y parte de ser un humano es el vivir apasionado con la vida, es enojarse, gritar, reír, llorar, cantar, saltar, correr...amar.

Esa debió ser una de las razones por las que Athena protegía a la humanidad. Por amor. Y la pasión de un hombre la habían llevado a desafiar a los dioses. Finalmente, ese sacrificio por él había hecho que ella cayera en ese bucle de falso amor por la vida y ahora era un ser que ya ni siquiera reconocía, solo esperando la sentencia de los dioses.

Entonces penso en él. Pegaso.

Él es el único que podría salvarla, él y los otros caballeros de bronce la protegerían, podrían cambiar el veredicto de los dioses y Athena regresaría como ella misma. Sin embargo, antes Athena debía buscarlos y sacarlos del trance en que todos seguramente estaban viviendo. Estaría sola.

Artemisa dudó, si rescataba a Athena de ese sueño, seguramente se desatarían una cadena de acontecimientos que volverían a enfurecer a los dioses, pero si la dejaba así, tarde o temprano alguno de ellos llegaría a arrebatarle a su hermana lo que ella más amaba, haciéndola desdichada para siempre.

Ellos debían pelear, se merecían el poder defenderse, el alegar e incluso, salvarse. Se necesitaría un milagro. Pegaso y Athena harían ese milagro. Mientras tanto Apolo sabría que ella liberó a Athena y habrían consecuencias.

Cerro los ojos. Había tomado su decisión.

Secuelas (Saint Seiya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora