Capítulo 18. Gracias, amigos

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Caía la tarde con parsimonia, Saori sentía como su corazón latía con fuerza, estaba muy nerviosa, a pesar de que habían pasado tan solo algunas semanas desde la última vez que vio a su hermana, el sentimiento de que una eternidad las separaba era estremecedor, y mas porque Saori sabia que su hermana había estado en el santuario, probablemente poco antes de despertarla a ella. Este hecho era irrefutable dado que todo el santuario estaba en ruinas, pero los aposentos de Athena estaban arreglados con minuciosidad, aunque todo tenia una pequeña capa de polvo acumulado de tres semanas, todo lucía radiante; la cortina roja que separaba la cámara del patriarca de la habitación de Athena era nueva, tersa y suave, había sabanas limpias en su cama, tampoco pudo dejar de notar la decoración. Llena de detalles como jarrones de cerámica dispuestos en dos mesas de vidrio a los costados de su habitación. Incluso había un baúl a los pies de su cama, aunque Saori no lo abrió al llegar, tenia miedo de encontrar un mensaje de despedida y frías instrucciones que le darían el siguiente paso, eso no sería posible, claro esta, porque Ícaro había llegado hasta el desierto por ordenes de su hermana, tenia que confiar en que ella llegaría.

Se sentó en la cama y buscó su dije de oro en forma de luna entre su cuello, lo miró, no recordaba cuando había llegado esa pieza de joyería a su posesión, probablemente se lo había dado su hermana en algún punto del año pasado, lo único que sabia es que esa pequeña figura le daba mucha seguridad.

Ya no le quedaba mas por hacer en esa realidad, había concluido la misión que le había encomendado Artemisa, sus caballeros estaban reunidos, lúcidos y armados, al igual que ella, ya no había nada mas por hacer salvo seguir adelante y aclarar todo el misterio que había estado persiguiéndola desde hace demasiado tiempo.

Las extrañas voces en sus sueños, las coincidencias que parecían estar decidiendo su destino, la extraña aparición de otro dios como Eros en la tierra y sobre todo, la demora para conocer su castigo por herejía. Fuera lo que fuera, solo quería terminar ya.

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—Los hombres de Julian, es probable que nos estén buscando.—Dijo Shun pensativo.

—No importa ya.—Le respondió Ikki desde su lugar usual en una esquina de la habitación.—Nos iremos pronto de aquí.

—Estamos esperando a Artemisa.—Intervino Shiryu.—¿Creen que demore demasiado? Ya casi anochece.

—Espero que se apresure.—Se acercó Hyoga.—Estar en el santuario, sin caballeros y en estas condiciones de verdad me da escalofríos.

Seiya estaba en una esquina de la casa de Sagitario, escuchando a sus amigos, todos estaban muy preocupados, pero nadie quería decir nada, nadie quería hablar con él, no después de lo que había hecho, tampoco querían estar con Saori en los aposentos de Athena, sabían que ella estaría bien dentro del santuario, es lo que todos les habían repetido, solo optaron por permanecer un poco alejados unos de otros.

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Las horas pasaron rápidamente y el velo de la noche cubrió las ruinas del santuario, Saori no podía dejar de notar la ausencia de ruido, de los otros caballeros de oro y plata, extrañaba la presencia de Milo de Escorpio y Kanon de Geminis en la cámara del patriarca junto con ella, aquellas no habían sido las mejores circunstancias pero se sentía segura de saber que estaban acompañándola fielmente.

Recordar la última vez que estuvo entre aquellas paredes era algo doloroso, se había tenido que despedir de Shaka de una manera muy triste, de Saga, de Aiolia, de Mu y todos los demás caballeros, se despidió de la vida incluso, en ese momento, no había sentido miedo, pues conocía su destino y sus consecuencias, había hecho aquel sacrificio para salvar a su amada tierra en donde estaba segura de que sus guerreros mas cercanos vivirían con bien.

Secuelas (Saint Seiya)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora