Sin Admitirlo ShinobuxGiyuu

No olvides.

Habían pasado unas cuantas semanas desde aquel día especial.

Cada uno cumplía con sus labores, e intentaban pasar cada minuto que podían juntos. No era mucho el tiempo que les sobraba, pero de todas formas se esforzaban por verse.
Aquello era involuntario, casi natural, fluía desde sus corazones.

Tomioka observaba el cielo, era la mañana de un día soleado, caminaba en dirección al patrón.
Y pensaba en donde se había escondido el demonio que tanto quería matar.

Doma habia desaparecido, y a pesar de sus esfuerzos no había obtenido ninguna pista de su paradero.

Shinobu se encontraba en la finca, Kanao y las niñas ya sabían de aquel noviazgo, y ya habían compartido con Giyu.
Las pequeñas adoraban trenzar su cabello, aún que el no mostraba ninguna expresión de felicidad.

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- Le e pedido a Kocho que sea mi Novia, y ella  ha aceptado, Eh venido a pedir su bendición y buen augurio - Tomioka agacho la cabeza en señal de respeto.

- No impedire un amor tan genuino, no podría. Quiero que ambos sean felices, pero no deben permitir que sus sentimientos les nublen la vista. Tienen una responsabilidad como cazadores - respondio con una sonrisa dulce en el rostro.

- Jamás dejaré mis deberes de lado. Pero después de matar a douma buscaré a alguien para que me reemplace. No merezco estar aquí, este no es mi lugar. - Giyu permanecía serio.

-Tu siempre perteneceras aquí. Eres uno de los mejores. Entiendo perfectamente que quieras tener una vida con Kocho, y que en algún momento te quieras casar, pero recuerda, que puede que tus pensamientos no sean los mismos de ella, de todas formas permitiré que te vayas, cuando entrenes a un sucesor del aliento del agua - el patrón se despidió, con aquella sonrisa de dulzura casi paternal en el rostro.

Giyu quedó sorprendido, Sin palabras.

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- Te extrañaba mucho, Tomioka-San- Shinobu lo abrazo fuertemente.

Giyu la había ido a ver a la casa de las mariposas, antes de partir a su próxima misión.

- Necesito ver a Tanjiro - respondio Tomioka.

Kocho solo observo como caminaba hacia la habitación.
Se preguntaba que era tan urgente, ya que ni siquiera la había mirado a los ojos.

Tanjiro estaba recostado, listo para marcharse.
Cuando Giyu entró por la puerta.

- ¡TOMIOKA-SAN!- Saludo Tanjiro feliz.

- tengo que hablar contigo - dijo Tomioka con su mirada característica.

-¿qué sucede?- respondio curioso.

- Comenzaré a entrenarte, para que a futuro seas el Pilar del agua. Como Yo y Urokodaki-San - índico Giyu decidido.

Tanjiro quedó perplejo, estaba anonadado.

-Esto me llena de honor, Tomioka-san.
Pero ya estoy siendo entrenado.- respondió  Tanjiro inclinando la cabeza.

Giyu quedó en shock. No podía entenderlo. ¿Como era eso posible?

- Hace algunas semanas, realize en batalla una danza que recorde, la hacía mi padre. Al hacerla comencé a utilizar algún tipo de técnica de fuego o algo así. Ahora me esta entrenando Rengoku-San- Tanjiro levanto la cabeza lentamente, lo había dicho como si fuese una orden.

Tomioka solo lo observó y se marcho.
No dijo ni una sola palabra.
Estaba molesto.

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