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Capítulo 1

Escucho el crujir de una puerta, aprieto los ojos y suelto un gruñido sabiendo que en unos minutos comenzará lo que es la estúpida rutina de todas las mañanas. Un par de insultos, mal humor y regaños ―lo último no por parte mía― cada mañana, cada día desde que tengo memoria.

El sonido de la puerta siendo abierta no tarda en llegar a mis oídos, respiro hondo tratando de ―por hoy― tener una mañana normal, pero fallo en el momento que siento sus pasos acercarse a la ventana. Abro los ojos de golpe y no puedo evitar soltar un gruñido.

―No abras las putas cortinas. ―rujo, tratando de no decirle una grosería.

―Sino lo hago, no se abrirían nunca. ―responde Adam.

Adam Miller, mi hermano menor por apenas tres míseros minutos. Pensar que podría estar feliz, disfrutando de su ausencia, pero mi vida se jodió justo a los tres minutos de nacer cuando una copia mía lloró en la sala de parto.

―Pero ese no es tu asunto. ―sentencio.

Ignora mis palabras y termina de abrir las cortinas dejando que el sol ilumine la habitación. Cubro mi rostro con una almohada y apunto a la salida dándole a entender que ya me molesta su presencia.

—Vas a llegar tarde, yo ya me voy.

Todos desearían haber nacido con un hermano gemelo idéntico, lo ven como algo fabuloso e incluso llegan a decirme "que suerte tienes". Suerte es sacarse la lotería, no tener a tu reflejo humano tocándote los cojones toda la vida. Me levanto con pesadez y hago mi rutina de siempre. Me doy una rápida mirada en el espejo y una sonrisa radiante se plasma en mi rostro.

—Tan apuesto como siempre —me lanzo un guiño.

¿Qué? Que tú no goces de una autoestima tan alta como la mía, no es asunto mío. Yo vivo bajo el lema "amate, para que puedan amarte"... y sí que me amo.

Voy a la cocina, tomo una manzana y salgo directo a darle los buenos días a mi bebé. Y ahí está ella, tan hermosa como siempre, creo que me enamoré de ti otra vez, Betty. Amo a esta maldita moto con mi vida.  Llego al instituto y todas las miradas se posan en mí, aunque todo se lo debo a mi amada moto por lanzar su rugido feroz.

Acaricio un costado de ella y sonrío. —Tranquila, bebé.

Uno de mis amigos no tarda en acercarse con una sonrisa burlona, seguido de los demás.

—Hey, Miller. ¿Otra vez hablándole a Betty?—pregunta Jackson. Ruedo los ojos en respuesta— ¿Qué tal tus vacaciones?

—Pésimas. Tenía a Adam pisándome los talones todo el tiempo, según el necesitábamos pasar tiempo en familia y no quería estar solo.

La campana suena.

—Adam es otro nivel de idiotez. ―suelta una carcajada.

Ambos nos dirigimos a nuestra próxima clase, no estamos juntos pero los salones quedan frente a frente. Hacemos un par de bromas sobre los de nuevo ingreso, se ven tan perdidos y fuera de lugar que hasta da pena. No soy buena persona, quizás nunca lo he sido. No temo admitir que me gusta molestar a los demás, me gusta atacarlos con cosas que sé que los van a herir. Admito hacerlo solo por diversión.

Veo como Adam se acerca caminando apresuradamente, con algunos libros en sus manos, empujándose los anteojos a su lugar en cada par de pasos. Cruza cerca de Jackson y él le pone el pie al medio haciéndolo caer. Por un minuto nuestras miradas chocan, puedo ver la ira, el dolor y el cansancio de todo esto, de que cada día sea lo mismo.

DANGEROUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora