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Capítulo 10

Violette.

Algo raro sucede... algo raro sucede con él. Esa aura de misterio que emana su ser, o quizás el escalofrío que recorre mi espalda al encontrarse con su mirada vacía y oscura. O quizás el tirón que siento en mi estómago cuando su mirada se endulza o una sonrisa amenaza con florecer en sus labios.

Algo condenadamente raro sucede con él.

¡Que sorpresa! ¿Lo dedujiste sola o las misteriosas cartas tienen algo que ver?

Le doy la razón a mi conciencia, Frutancio, definitivamente las cartas tienen mucho que ver. Son como una advertencia y a la vez una invitación al lado oscuro. Quiero creer que aquel monstruo del cual me advierten no es él, pero cada encuentro que tenemos solo me comprueba más y más que quizás aquel desconocido tiene un motivo para llamarlo así.

El último trozo de papel que apareció en mi casillero, me llenó de dudas y también me dio una respuesta.

"Lo siento,

Ingenua chiquilla.

Ahora ya es muy tarde.

Merecías saber la verdad, y por eso

Me atreví a contarte.

Ignoraste mis palabras y te

Lanzaste a sus garras.

Lo hiciste y ahora tienes dudas.

Entre encuentro y encuentro, pronto

Recordarás mis escritos."

La primera letra... esas palabras... en orden formaban el nombre de Liam Miller.

Aprieto más aquel papel que se encuentra encerrado en mi puño. La piel se me pone de gallina al instante y un nudo intenso se concentra en mi garganta y mi estómago. La parte racional de mi sistema me ordena mandar a la mierda mi curiosidad y hacerle caso al desconocido; pero ese lado gobernado por la locura y la curiosidad, al que siempre le hago caso, me ordena seguir indagando... resolver el misterio.

Muerdo el interior de mi mejilla al observar a Jules a mi lado. La idea de contarle lo sucedido es tentadora, pero está el hecho de que al parecer las cartas solo las recibo y yo... y quizás si quisiera que los demás supieran todo esto, entonces lo haría público.

―¿Jules? —llamo su atención.

―Dime, ¿sucede algo? ―pregunta.

Me arrepiento enseguida. Si esto llega a ser un caos o se vuelve peligroso, detestaría involucrarla en toda la situación.

―No, nada. ―miento.

Arquea su ceja, mirándome curiosa, recorriendo mi rostro buscando un gesto que la haga dudar de mis palabras. Y lo consigue.

—Dímelo —exige— Algo sucede y quiero saber.

―Tendré una cita. ―miento.

Me quedo en blanco, inmóvil. ¿Una cita? ¿Cómo demonios se me ocurre decirle eso?

―¿Qué? ―decimos al unísono.

Al parecer incluso yo me niego a creer tal cosa.

―¿Tendré una cita? ―exclamo, aunque suena más a pregunta que afirmación.

¿Con quién mierda tendré un cita? ¿En qué demonios estaba pensando?

―¿Qué? ¡No puede creerlo, Vils! ¿Con quién? ―pregunta.

DANGEROUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora