Capítulo 9 "Contraataque"

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ETERNAL

Capítulo 9 "Contraataque"

—Ya casi... ya casi... ¡Casi! —se daba ánimos a sí misma mientras manipulaba el cuerpo de su amado, tras levantarlo de la cama y con un abrazo fuerte lo sostuvo, hasta sentarlo sobre la silla de ruedas, dejándolo caer con un poco de violencia, sin desearlo, por lo que se preocupó, para notar entonces como aquella posición había quedado extraña, ya que poco a poco su torso pendía hacia adelante, al punto de poder llegar a caerse, por lo que lo abrazo, metiendo los brazos bajo los suyos y en un esfuerzo, lo levantó levemente para acomodarlo.

—Perdóname... —se agachó ante él para cerciorarse que se encontraba bien, encontrándolo con la misma expresión de las últimas semanas. Los labios semi separados y la mirada opaca y perdida. Al verlo así, sus propios ojos se aguaron en un segundo, para entonces levantarse al mismo tiempo que se limpiaba las lágrimas inminentes. —Vamos a desayunar... y luego te llevaré a la revisión en el hospital. —Mencionó la agenda para él, quien solo parpadeó, sintiendo el movimiento de la silla, al ser liberada del freno y emprendiendo camino hacia afuera.

El ruido de las llantas sobre el piso, alertó a las dueñas de la casa, que se preparaban para el día, una sentada a la mesa mientras la otra terminaba de hacer el desayuno.

—Muy buenos días Midori-san... Suguha-chan...

—Muy buenos días Asuna-chan, Kazu... —los saludó desde la cocina la mujer. —Por favor siéntense que enseguida les sirvo.

—Disculpe las molestias... me gustaría ayudarle... —mencionó con sinceridad y una sonrisa, al recibir su plato, luego de haber acercado la silla de ruedas para que quedara frente al mueble.

—Siempre dices eso... tú solo debes preocuparte porque esos ánimos no decaigan, es más, eres tú la que necesita más ayuda... ¿Estás segura que estás bien tú sola?... —la culpabilidad de encargarle los cuidados de su hijo, saltaba a la vista de miel, por lo que intentó tranquilizarla, tomándole la mano izquierda a su amado. —Kiri... Kazuto-kun nos tiene a todas... a todos... —pensó entonces un tanto extrañada de haber pasado por alto al rubio en sus pensamientos. Mismo que venía bajando las escaleras y jalando su silla, se sentó. —Pero mientras yo pueda ayudarlo... lo haré con todo gusto, ustedes me han dado la oportunidad de permanecer a su lado... aún en estas condiciones...

—Era lo mínimo que podíamos hacer... sabes que esta es tu casa...

—Muchas gracias... —le sonrió, para entonces voltear nuevamente hacia su amado, que veía el plato de caldo frente a él. —Aún está caliente... no seas impaciente —rio para él, mientras tomaba la cuchara y le soplaba, se la acercó y con un tanto de dificultad se la introdujo entre los labios, lo suficiente para depositarle el líquido con arroz, que empezó a masticar, mientras ella seguía ahora con su propio plato, cortando la torta de huevo, cuando sintió el movimiento a su lado. Eugeo se había levantado de la silla, para llegar junto a su hermano, que había derramado un poco de líquido al exterior mientras masticaba.

—Si haces eso vas a ensuciar tu ropa... —le limpió con la servilleta, llamando su atención, lo que lo descolocó, sintiéndose invadido por la sorpresa.

En las tres semanas que habían transcurrido desde que fue dado de alta del hospital para seguir siendo tratado desde casa, jamás había sido su centro de atención, aunque le hablara, podía posarse frente a él, pero sus ojos grises miraban siempre a la nada.

—Ah... Ahhh... —separó los labios iniciando con aquel sonido, que enseguida alertó a la familia, que se levantó de la mesa para rodearlo.

—Kirito—kun... Kirito—kun, tranquilo... aquí estoy —lo giró acercando a ella la silla, su amada. Al verla pareció relajarse.

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