Capítulo 5 "Decisión"

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El sonido de los atriles cayendo al suelo, resonó en toda la estancia, seguido de los pasos rápidos de la persona que salió de la habitación del hospital dándole un tirón a la puerta.

—¡No te atrevas! ¡No lo hagas Eugeo! —El grito desgarrador que se escuchó desde dentro de la habitación, alarmó de sobremanera a los trabajadores de blanco. Por si no resultaba lo suficientemente escandaloso el metal resonando contra el suelo. Todo apuntaba a una pelea entre los dos hermanos que día con día, desde hace dos años y unos pocos meses más, prácticamente cohabitaban en aquel recinto.

—¡AHHHHHHH! ¡AAAAGGGHHHH! —Continuó gritando con todo el poder de su garganta, al ordenarle a sus piernas que se movieran, pero sin el más mínimo éxito, mientras las lágrimas recorrían el camino declive sobre sus mejillas, empapadas.

—¡¿Pero qué?! —se espantó el médico al abrir la puerta de la habitación y encontrar los sueros desperdigados por el piso junto a sus respectivos atriles derribados por el arrastre del cuerpo al que alimentaban.

Kazuto estaba tirado a la orilla de la cama, gritando... al punto de no poder calmarse por su propia cuenta.

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Capítulo 5 "Decisión"

—Estúpido... estúpido... ¡Eres un estúpido! —repetía en el trayecto de sus pasos fuertes contra el piso. Lo mejor que podía hacer era alejarse o iba a terminar rompiendo alguna ventana. Sin embargo, aunque su propósito más grande fuera protegerlo... ¿Por qué se sentía como un miserable?... ¡Miserable, pero con la razón de su lado!

Quería solo salir, sin hablar, sin ver, pero fue inevitable reaccionar ante la persona que apareció en su campo de visión, a cruzar el lumbral de la puerta de recibimiento del hospital. Agitada, preocupada y extenuada... La culpable de todo. La miró furioso, tratando de contener su molestia por su acostumbrada caballerosidad, pero... no sabría por cuánto podría hacerlo. No quería verla ni mucho menos hablarle.

—¡Está bien? ¡Kirito—kun está bien? —preguntó con la desesperación que la trajo cruzando estaciones lo más rápido que pudo.

—No gracias a ti... —mencionó entre dientes y siguió su camino. Metiendo las manos en su chaqueta, para recibir la brumosa noche, a la que estaba aproximándose.

—¿Eh?... —lo miró, sin preguntar más. Aquella reacción tan desafortunada hacia ella... debía significar algo. Pero lo averiguaría luego. Preocupada por el infortunio, volteó nuevamente a su camino principal y corrió desacelerando para avanzar con rapidez, pero sin llamar la atención.

—¿Yuuki—san? —escuchó que la llamaban, así que buscó la voz en medio de la oscuridad clara a la que había sido sometida la estancia, por las altas horas nocturnas.

—¿Suguha—chan?... —la reconoció por lo que caminó hasta ella. —¿Qué haces aquí?... está helando, subamos...

—¿Tú sabes algo de lo que pasó?... Yo venía llegando... Esta noche me tocaba quedarme a mí... pero la práctica terminó muy tarde y le pedí a Eugeo—nii—chan que se quedara un poco más. Pero acaba de salir hecho una furia... y al verlo así... me dio miedo... solo espero que no sea algo relacionado a Onii—chan...

—¿Por qué no vienes conmigo?... En realidad no lo sé... —le tendió la mano, la que la joven Kirigaya tomó y se dejó llevar por su atenta cuñada.

No lo sabía pero... lo suponía...

Cerró los ojos con fuerza por unos segundos mientras caminaba, sabía a la perfección que Kazuto no podía sufrir ningún sobresalto... y lo que había permitido que sucediera... podía haberle costado la vida. Era una inconsciente... por más que él le rogara jamás debió aceptar.

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