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Cuando desperté al día siguiente en la habitación del hotel tuve muchos sentimientos encontrados con tan solo abrir los ojos.

Fui capaz de girarme un poco para así poder encontrarme con el obvio panorama de Finn durmiendo plácidamente con sus miles de rizos revueltos, su torso al descubierto, la respiración pacífica, y sus brazos abrazando con insistencia una almohada.

Los recuerdos de la noche anterior me invadieron la mente con brutalidad. No pude evitar sonreír de lado y soltar una risita para mis adentros.

Había sucedido otra vez, maldita sea.

Ayer cuando salimos de los baños de aquel bar todo fue totalmente normal, como si no hubiese pasado nada, como si aquel comportamiento que tuvimos fuese algo típico en nosotros.

Después de eso tan solo solo fuimos a la barra y pedimos algo de beber mientras nos reíamos de cualquier cosa que sucedía o que decíamos. Estuvimos juntos toda la noche hasta que llegó la hora de volver al hotel.

Fue más espontáneo y divertido que la primera vez.

Un suspiro involuntario salió de mi boca y mordí de forma involuntaria mis labios tratando de detener las miles de memorias que llegaban a mi mente.

Me reincorporé en mi lugar mientras buscaba mi celular para así poder ver la hora que era pero al parecer esos movimientos de mi parte fueron suficientes para lograr despertar a Finn puesto que éste ya había comenzado a dar varias vueltas en la cama.

Segundos después él finalmente fue capaz de abrir sus ojos un poco pero evidentemente el intenso sol mañanero que se colaba por las cortinas de las ventanas causó que al instante los cerrara de vuelta.

Tuvo que llevarse las manos a la cara y tallarse los párpados un par de veces antes de volver a abrirlos.

Y a decir verdad me sorprendió muchísimo que mi interior ya no se sintiera temeroso o avergonzado de verlo a la cara por lo sucedido anoche.

La primera vez si me sentí culpable pero por alguna razón la segunda vez ya no. Aquello aparentemente había servido para traerme más seguridad en ese aspecto puesto que mi mente ya estaba tratando de normalizarlo.

En esa ocasión en vez de recibirle con el rostro coloreado de carmesí tratando de huir lo veía con simpleza y normalidad.

Finn me miró y me sonrió muy levemente acomodándose de una manera en la que pudiera tenerme de frente.

—Hey...—. Me habló con la voz áspera de recién levantado.

—Hola...—. Le respondí de vuelta sonriéndole a medias.

—¿Dormiste bien?

Me encogí de hombros ante su pregunta dándole a indicar total normalidad.

—¿No te pateé o te golpeé mientras dormía?—. Reí un poco antes de responder.

—No sentí nada así que se podría decir que no. Igual ésta cama es el triple de grande que la tuya o la mía, hay mucho espacio...—. Él tan solo se rió también y se puso boca arriba mirando hacia el techo con una pequeña sonrisa divertida.

Y un pequeño silencio se adueñó de la habitación y de ambos.

Creo que era más que obvio que ambos queríamos hablar de lo sucedido la noche anterior pero no sabíamos qué palabras usar o simplemente cómo hacerlo.