Dulce mestiza

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Parecía mentira lo mal que había estado días antes y que ahora la situación había empeorado todavía más.
¿Por qué tenía que ser tan difícil todo? El clan se había desmoronado casi en su totalidad, pocos guerreros habían para custodiar el castillo, algunas criadas optaron por conseguir una vida nueva y sana en otros clanes de diferentes regiones, tal vez ahí podían ser respetadas. El único disgusto que esos hombres y mujeres tenían al marcharse, era abandonar a Sakura a su suerte, pero por más que hicieron resistencia en tolerar la nueva vida de Colin, poco y nada lo pensaban.

— Ahora Effie será la señora del castillo, por ende, les pido devoción y respeto. — El padre de Sakura exigía algo como eso, pero en ningún momento se atrevió a ver los ojos de su hija, tal vez sentía vergüenza o bien, ver a Sakura era ver la viva imagen de Hanako.
— ¿Cómo puede pedir eso, papá? ¿cómo? ¿en qué beneficia esa mujer al clan? — Sakura golpeó la mesa de madera, fue tan duro el golpe que los servicios saltaron de su lugar, incluso se desbordó un poco de ponche de los vasos.
Colin solo hacía de su silencio un golpe más fuerte al orgullo de esa muchacha.
— Queda claro que quiere quedar en la miseria. Ya no le interesa los guerreros, no le interesa su gente, ¡no tiene respeto por la memoria de mamá!
— ¡SAKURA BASTA! — La fiereza de sus palabras hizo que todos en el castillo guardara silencio. Jamás en los largos años que tenía, le había hablado así a su hija, mucho menos en presencia de Effie, la cual aprovechó de sonreír de modo triunfal, ella era la elegida. — Hanako está muerta, ¡muerta! y si no te comportas como tal, tú también morirás. ¿No lo entiendes? ¡¿AH?! — Volvió a golpear la mesa.
— Colin, cariño. — Sujetó las manos de quien sería su futuro esposo.— No te enfades con ella, es normal que todavía sienta dolor por la pérdida de su madre, pero, tienes que ser comprensivo, ¿no crees? — La manera de actuar de esa mujer sacaba de las casillas a cualquiera, más con su papel inofensivo.
— Escúchala Sakura, ¿por qué no puedes quererla como yo? ¿por qué no puedes aceptarla como yo? ella será una buena señora, una buena esposa e incluso puede que hasta una buena madre.
— Exacto, linda. — Remató Effie.— Yo no me arriesgo como lo hacía tu madre por el clan, debo ser una dama. Los hombres portan espadas y armas, eso es de salvajes, yo te educaré.
— Yo ya estoy educada, mi madre me educó para ser una mujer valiente, me educó bien y no necesito que una prostituta me de lecciones de vida, mucho menos de ti, Effie. Jamás serás del todo respetada, ¡jamás! — La furia salía como fuego en sus palabras, pero toda esa rabia, ese enojo eruptivo, se silenció con un golpe seco. Sakura en cosa de segundos se cubrió el rostro con la mano derecha. Su padre le dio una bofetada en toda la mejilla.
La muchacha en ningún momento se lanzó al suelo a llorar ni mucho menos, simplemente se abrió paso hasta salir del enorme comedor del castillo. Sus pasos hicieron ecos en el frío suelo de piedra.
Un portazo asustó a todos los presentes.
— Con su permiso, mi señor. — Hinata se inclinó brevemente, a continuación siguió a Sakura hasta su habitación.

El amo y señor del castillo se desplomó en la majestuosa silla del comedor, no podía creer lo que había hecho. Jamás había golpeado a su querida hija de esa manera. Hanako hubiera estado en contra de esa agresión, incluso peor, era capaz de abandonar a un amor que no respetaba a su pequeña hija.

Effie seguía bebiendo la cebada mientras espiaba de soslayo y adivinaba el dolor que estaba sintiendo aquel hombre. Tampoco iba a lanzarse a sus brazos felicitándolo por la acción, simplemente se mantuvo al margen de todo.
Por dentro celebraba, una harpía que se alimentaba de las desgracias y sufrimiento.

La habitación de Sakura era bastante grande, su cama era de esponja y heno forrada con hermosa tela blanca, hecha y por supuesto adecuada para su comodidad, un obsequio de su padre apenas cumplió los quince años. Aún se mantenía intacta.
Gozaba de una chimenea de piedra, el fuego nunca faltaba pues los castillos de escocia se caracterizaban por ser bastante bastante fríos tanto por su infraestructura como por la temperatura natural de aquel país.

— Lady Sakura, he traído en estos recipientes con agua caliente y un aromatizante de lavanda. —
Hinata entró junto con Gretel, otra criada más que era bastante fiel a Hanako y al amo del clan.
Ambas llenaron la tina de madera, cogían sus faldas en lo alto para no mojarse y pronto estuviera llena, secaban el piso con un trapo cualquiera, así no ocurriría ningún accidente desafortunado.

Sakura agradeció el gesto; esa misma mañana se levantó feliz pues su padre había tomado la decisión de comer junto a su familia, pero no esperó llevarse esa amarga sorpresa, peor aún, creyó que su padre se acordaría de algo realmente importante, pero no fue así, el tema fue tajante, duro, doloroso.

Gretel virtió la esencia de lavanda en el agua junto con unas sales rosadas para calmar la tensión de su cuerpo, Hinata por su parte ayudó a la muchacha a quitarse el cordón de la espalda, pronto el lindo vestido verdoso pasó a estar en los brazos de Hinata.
Sakura gozaba de un cuerpo privilegiado, piel nivea, tersa, sin manchas ni imperfecciones. Su espalda tenía los hoyuelos de venus, algo bastante llamativo pues nadie tenía eso. Su figura curvilínea y unos pechos no muy grandes pero sí de buen tamaño.
Por fin su cuerpo gozaba del agua caliente, cada vez se hundió más hasta meter la cabeza y volver a salir.
Gretel de inmediato se acercó para ayudarla a lavar su cabello con un jabón artesanal de aroma a rosa.
— No es necesario que lo hagas, Gretel. — Sonrió con amabilidad la pelirosa.— Además, prefiero vayan afuera y disfruten de este hermoso día.
— Por ningún motivo, Lady Sakura. — Hinata tan tímida como siempre dejó el vestido sobre la silla y se acercó para fregar su espalda. — Usted se encuentra completamente sola, no hay nadie que la apoye en estos momentos. Además, ¿no iba a ir a la llanura a visitar a su madre?
— Lo tengo presente, Hinata, pero es difícil ir si está Effie ahí junto con mi padre. La única forma de salir de este lugar sería por la biblioteca de mi abuelo Andrew, pero al parecer está cerrada.
— No, no lo está. — Gretel añadió.— Si gusta puedo dejarle una copia de llave.
— Pero mi padre te descubriría y ahí estarías en problemas, no quiero que las castiguen por mi culpa. Yo veré cómo salgo de aquí. — Intentó ser discreta mirando la ventana de su habitación, Gretel no lo pillaba, sin embargo Hinata sabía su plan.
— De acuerdo, le diré a un guerrero confiable que prepare a su caballo. — La pelinegra se levantó con tranquilidad junto con Gretel, el resto del baño se lo dejarían a Sakura, había cosas que no podían hacer.


Las criadas no dejaban de limpiar el salón del castillo, el polvo no dejaba de salir por los rincones, eso se debía a que los guerreros entraban y salían del castillo con los zapatos llenos de polvo y tierra pegada.
Effie, con el poco carácter que tenía, dio un grito al cielo al ver que las sirvientas no tenían nada limpio. Colin intentó calmar a la fiera mujer sin éxito alguno.

— Escúchame, si no quieres hacer nada en este castillo, será mejor que tomes tus porquerías de la cabaña y te mandes a cambiar lejos de aquí. No deseo ver pereza en este hogar, mucho menos de personas tan insignificantes como tú. Recuerda que hoy comienzo a ser la señora de esta casa y...
— Effie, amor mío, déjala. Este suelo siempre va a tener algo de suciedad porque mis hombres entran y salen del castillo, es normal.
— Pues que entren por la puerta trasera del castillo, ¿no? además, esta entrada es exclusiva para nuestros refinados invitados. Tus hombres pueden ingresar por allá.
— Pero esa entrada está inhabilitada de hace años. — Contestó rápidamente Colin.
La mujer se enderezó y aplaudió con fuerza para llamar a uno de los hombres de su futuro esposo; Shikamaru. — Oye tú, muchacho, ven para acá. —
El chico le daba la espalda a la mujer varias veces. Saber que era él el seleccionado de sus caprichos hizo que rodara los ojos y un bufido desalentador y perezoso salió de su boca.
— Qué problemático. — Murmuró para si mismo en lo que daba la vuelta para recibir las órdenes.
— Ve a la puerta trasera del castillo y habilita ese lugar para que entren todos estos bárbaros y dejen de ensuciar mi precioso piso. —
Shikamaru sin contestar nada, solo se apartó de ella y su jefe, no quería problemas, menos en la situación que se encontraba ahora.
— Ay mi amor, qué entusiasmada estoy, hoy recibiremos a muchos invitados, además, ¿quién no te asegura que tu hija salga con alguien? así se casa con un buen jefe de clan y se va con él, no te traería más problemas.


Sakura estornudó en el marco de la ventana, alguien estaba hablando de ella. Luego de ese baño reconfortante, se puso lo más cómodo, pantalones de cuero no muy ajustados, una blusa holgada junto con un cinturón y botas a su medida, no quería ensuciar su ropa.
Parecía cualquier cosa, un muchacho cualquiera.
Con valentía se lanzó desde su ventana, justo en ese momento Shikamaru vio la osadía de esa chica, tan pronto la vio, se puso a correr para sostenerla, pero Sakura no necesitó ayuda, había caído bastante bien de ese lugar.

— Mi lady, ¿qué está haciendo? — Shikamaru la sujetó con suavidad del brazo para llevarla a la entrada restringida del castillo. — ¿Cómo se le ocurre lanzarse desde su ventana? ¡Es peligroso, no ve que puede morir en la caída!
— ¡Ay, Shikamaru, serás! Lo he hecho un sin fin de veces y siempre por alguna razón eres tú el que me descubre. — Se arregló el cabello con unas telas y una capucha negra encima para no ser reconocida. — Ayúdame a salir de aquí, no aguanto a la víbora de Effie.
— Es una pesada. — Shikamaru soltó una risa burlona, estaba de acuerdo con la pelirosa.— Y una problemática, así como usted. — Estiró los brazos al aire, tronó su cuello y miró después alrededores. — Venga conmigo.

Escabullirse no era sencillo aun habiendo tan pocos guerreros, algunos le daban fidelidad a Effie por razones obvias, ella calentaba su lecho en ocasiones.
Sakura y Shikamaru corrieron bosque adentro para llegar donde estaba su caballo esperando por ella.
— Hinata me ha dicho que iría a ver a su madre en la llanura. Yo sin duda le haría compañía, pero temo que esa bruja me delate con su padre o peor aún, me envíe por mis cosas y me saque de acá.
— No es necesario que me acompañes, además. — Sakura rodeó el grueso tronco ahuecado que estaba al lado de su caballo, de ahí sacó una funda bastante pesada, aquella la amarró a su cintura. — Sabes que sé defenderme sola.
— De acuerdo. Pronto estará la puerta trasera habilitada, será más fácil llegar por ahí. Aunque, me tomará un día o dos arreglar todo eso.
— Lamento tengas que hacer esas cosas, pero prometo que si todo sale bien, llegaré a ayudarte. — Se subió al caballo sin ayuda, simplemente sujetó las riendas. — Nos vemos.
— Nos vemos...


Llegar hasta el bosque no era problema, lo realmente peligroso era atravesar riachuelos, ahí siempre habían hombres bañándose o bien, ladrones esperando a alguna víctima, pero, esta vez no le ocurriría nada malo, no ahora.
Bruce galopaba lo más rápido posible, este animal sentía la adrenalina del corazón de su dueña, Sakura por su parte era bastante cercano con el caballo y no solo con este, sino con todos los que había en el establo.

Un tanto más arriba luego de atravesar todo obstaculo, por fin llegaron a la llanura cardos; una flor típica espinosa con grandes pétalos, muy común en el país.
Sakura se bajó con cuidado del caballo, antes de acercarse a la sepultura de su madre, dejó a Bruce con una manzana para que disfrutara del manjar, un premio por su fidelidad. Una vez la entregó, caminó directo a la sepultura de su madre. Ahí había una roca con una escritura, flores bastante hermosas a su alrededor, y también, un peluche de tela que Hanako usaba cuando era niña. Siempre lo mantuvo bien limpio y cuidado, un recuerdo vivo de su existencia y vivencias. Sakura se arrodilló, juntó sus manos para dedicar unas palabras en silencio.
El viento era pacífico, agradable brindaba un abrazo cariñoso a la visitante.

— Mamá, hoy he venido a visitarte a escondidas. Si supieras todas las cosas que están pasando en el castillo, tú serías la primera en levantar la voz y frenar toda barbaridad. — Sujetó el muñeco de trapo para quitarle un poco de la tierra, incluso lo arregló con hilo y aguja para que no se deteriorara. — Sé que tú lo ves desde el lugar que estás, pero de todas formas quiero contarte mi malestar. — Dijo tallando con el hilo las zonas afectadas del muñeco.— Mi padre es un cabeza dura, la mujer que escogió es un demonio, no ha hecho más que ocasionar las peleas y...además, anunciaron su boda, ¿puedes creerlo? — Hizo un pequeño nudo al hilo y cortó con fuerza, con cuidado dejó el muñeco en su lugar.— En verdad creí que la reunión que hizo en el comedor sería para desearme un feliz cumpleaños, o tal vez escucharía de su boca que vendría conmigo hasta acá para comer y saludarte. Aunque, entiendo en cierta forma no quiera estar acá, un día como hoy nos dejaste.
Todavía no sé cómo sentirme, no sé si sentirme bien por cumplir diecisiete años o mal porque hoy se cumplen dos años de tu partida. — Buscó en su pequeño bolso unas raíces de rosas rosadas, escarbó solo un poco a la orilla de la sepultura y las enterró, con una cantimplora regó la tierra. — Son tus favoritas, al menos he podido conseguir algunas en el mercado. — Sonrió con pesadez.— Por cierto, el otro día pasamos un mal momento con Hinata en el mercado, un comerciante nos ha tratado horrible, decía que nos tenía miedo. Supongo que es gracias a Effie, se ha encargado de decirles a todos que el clan Haruno se ha dicho abajo por una brujería.
Ay mamá, lo que daría por tenerte aquí de vuelta. — Se levantó con cuidado, sacudió sus pantalones. Lanzó un beso a la sepultura de Hanako.— Además, tú no permitirías que nos llamaran mestizas, ¿cierto? — Con los brazos atrás se despidió.— Bueno, me tengo que ir mamá, si papá descubre que no estoy en el castillo, de seguro me golpea otra vez. — Lanzó un último beso a la sepultura y marchó.— Hasta pronto.

Las criadas estaban con mucho trabajo en la cocina, no hacían más que preparar platillos refinados, postres, meriendas, cerveza, etc. Y los pocos guerreros que habían, comandados por Shikamaru, se dividían en diferentes puntos estratégicos en caso de recibir otro ataque.

Effie ya estaba lista con un precioso vestido celeste con rojo, su cabello tomado con algunos accesorios y un collar que era de la antigua señora de la casa. No tenía gusto ni combinación en su ropa, pero ella frente al pequeño espejo de la habitación creía ser la más hermosa de toda la región.
Colin por parte, utilizaba el atuendo que Hanako había regalado hace años atrás. Era unos pantalones de cuero tintados negros, botas lustrosas, camisa blanca y un brazalete de piedra lunar.
Familias de diferentes clanes marcaron presencia, saludaban a Effie con muy poca gracia, pero al dirigirse a Colin lo hacían con aprecio, sin embargo, él se mostraba todavía muy incómodo con las visitas.

Los guerreros del clan Uzumaki entraron con obsequios para el jefe del castillo. Colin los acompañó afuera sorprendido por el presente.
— Es lo mínimo que podemos hacer por ti. — El joven rubio era dueño de las tierras vecinas y además, un guerrero sorprendente y respetado por toda la región. No hace mucho cumplió los dieciocho años. Siempre fue mirado en menos porque era el único heredero de las tierras Uzumaki y de su gente. Demostró a toda costa ser un buen jefe de clan, por eso sus guerreros le tenían tanto afecto y respeto.
— No era necesario tanto, ¿sabes? tu sola presencia nos complace. — Agradeció.— Imagino que están agotados por semejante viaje, ¿les ha costado mucho llegar?
— Verás, nos agarró una lluvia torrencial, pero todo está bien. — Se rascó la cabeza con diversión.— Pero no estaría demás un buen baño.
— ¡De eso no hay duda! — Colin golpeó suavemente la espalda del muchacho.— Hinata, ven acá. — Ordenó el hombre.— Lleva a Naruto a una de nuestras habitaciones y subes junto con otra muchacha agua caliente para que se de un buen baño.
— Sí señor. — Hinata no miró al joven guerrero, siempre lo evitaba pues le daba mucho miedo hacer o decir algo que le incomodara.
— Es muy tímida. — Dijo el dueño del castillo.— Bien, tus guerreros ya saben donde pueden estar ellos, siéntete como en casa. Es más, esta es tu casa.
— Gracias Colin. Con su permiso, Mi lady. — Naruto pidió permiso y en cuanto ambos asintieron, se retiró atrás de Hinata para ir a darse un buen baño.
— ¿No crees que es buena opción? — Effie sujetó el brazo de su prometido dando claras señales del deseo de casar a Sakura.
— ¿Opción para qué?
— Sería un buen esposo para Sakura, ¿no lo crees? Es enérgico, guapo, sus ojos son celestes azulados, rubio, buena postura, caballeroso, gentil. — Describió más de alguna cualidad de más, de hecho se notaba interesada en él.
Antes de que Colin contestara algo, recordó que su hija ya tenía que estar lista para recibir a sus invitados, ella era parte de la familia.
— Gretel, ¿Dónde está Sakura?
— En su habitación señor, todavía no está lista. — Gretel contestó con la cabeza gacha, no lo miraba jamás a los ojos porque era muy fácil deducir cuando estaba mintiendo.
— Dile que baje, avisale que llegó Naruto y sus hombres, además tiene que recibir a otros clanes con su familia, que no me falle. — Lo decía con tal dureza que hasta Gretel sintió unas ganas de darle una bofetada, más aún a Effie que no hacía más que sonreír con ese falso encanto.
— Enseguida señor. — Se retiró lo más pronto posible del salón, en las escaleras se topó con Hinata que no dejaba de subir baldes de agua caliente, ayudándola comentó.— Estamos en problemas, lady Sakura todavía no ha llegado y su padre la ha mandado a llamar.
— No puede ser...se ha tardado mucho, usualmente siempre está más temprano cuando va a visitar la llanura. — Se notaba que estaba asustada. — ¿Qué hacemos?
— ¿Y qué podemos hacer? solo esperar o bien, decirle a uno de los guerreros que vaya por ella. — En ese momento la puerta de la habitación de Naruto se abrió, era él que había oído que Sakura no estaba en el castillo.
— Oh, mi señor...con su permiso. — Hinata le quitó los baldes a Gretel para terminar de llenar la tina.
— ¿Lady Sakura no está? ¿dónde ha ido? — El rubio se mostró bastante preocupado.
— Mi señor, no puedo decirle, pero lo que puedo decir es que todavía no ha llegado y estamos preocupadas. Si su padre se entera que salió sin permiso, la castigará y a nosotras también.
— Tsk, ¿Lady Effie tiene algo que ver en esto? — Preguntó Naruto.
Hinata y Gretel se miraron bastante cómplices de un acto de pelea. Él no preguntó nada más. — Entiendo, si mal no recuerdo hoy cumple años, ¿verdad? pero también viene siendo cierto que hoy murió Lady Hanako, que en paz descanse.
— Así es, mi señor. — Gretel bajó la cabeza.
— Bien, iré por Lady Sakura, ¿de acuerdo? ¿hay alguna salida que pueda tomar que no sea por el salón?
— Pero, ¿qué le diremos a lord Colin? — la chica de trenzas movió los dedos con nervios.— Ya sé, le diré que está ideando un discurso para su padre y lady Effie. Hinata, tú encárgate del resto.
— S-sí...— Hinata salió por la puerta junto con Naruto, no compartieron palabras, lo único que dijo ella fue—: Por aquí, por favor. — Y nada más.
La biblioteca estaba cerrada, pero por suerte la pelinegra tenía una llave que podía ayudar.
— ¿Y esto? — Recibió la llave.
— Cuando regrese tiene que dejar cerrada la biblioteca, detrás de los telares de la chimenea, hay un cuadro enorme, solo debe moverlo y encontrará el camino hacia la cocina. Este castillo está lleno de pasadizos.
— Gracias, Lady Hinata.


Las cosas no podían ir peor para Sakura, tener la mala suerte de toparse con un grupo de hombres fornidos para asaltar al viajero solitario.
Esta vez no tendría oportunidad para regresar, ni mucho menos pelear. Blandir la espada sería absurdo pues la pelea la ganarían esos cuatro hombres. Ni siquiera su destreza podría ayudarla ahora.
La habían acorralado entre cuatro hombres, todos montados en sus caballos.
— Vamos, viajero, ¿por qué no hablas? ¿te comió la lengua el ratón de campo? ¡anda, entrega lo que tienes y no saldrás herido! — Exigió uno de ellos. Si se le ocurría hablar sería descubierta y su destino sería incluso peor que un asalto.
— No, no hay forma de que hable. — Uno de ellos se bajó del caballo para agarrar al supuesto muchacho por la pierna, cuando lo hizo lo lanzó al barro, ahí le quitó el bolso y lo revisó.
— No trae nada.
—seguramente lo está ocultando entre su ropa. — Se bajó el siguiente para quitarle la espada de la cintura. — Solo la espada, se ve bastante fina. — La sacó del forro y al ver el mango quedó completamente hipnotizado, esa clase de espadas solamente los tenían los del clan Haruno, tenía que ser alguno de los guerreros. — Eres del clan Haruno, ¿no?
— ¿No que ya no habían tantos guerreros en esa familia?
— Me consta, deben estar escasos de personas, eso habla bien, podríamos ir a robar ahora mismo. ¿Eres un guerrero espía de esa familia? — El silencio de Sakura hizo enfurecer más a ese hombre, la pateó duramente en el estómago, la muchacha perdió el aliento un instante.
— ¿Lo vas a matar?
— No sin antes robar hasta su ropa. — El hombre tenía una maravillosa idea.
Sakura cerró los ojos, era peor de lo que se imaginaba.
Le estaban quitando los pantalones, las botas, la capucha y cuando llegaron a esta prenda, se dieron cuenta de que se trataba de una chica.
— Vaya...— El más gordo y asqueroso de ellos se tocó la pelvis, humedeció su boca seca con la lengua mostrando también la falta de dientes. — Déjame esta chica a mí. Eres la hija de Colin, ¿no? por eso traes esta espada. Tu madre era igual a ti, exquisita. Lástima que jamás pude tocarla, pero me quitaré esas ganas y te haré mi mujer, ahora y todas las noches que quiera. Te puedo compartir solo con ellos. —
Oir esas cosas le repugnaba, Sakura estaba aterrada, su respiración se agitó de sobremanera.
Uno de los hombres iba a agarrar las riendas de Bruce, su caballo blanco, sin embargo este salió arrancando lo más rápido posible.

Los animales siempre han sentido el aura de las personas y entienden el peligro que corren, Bruce podía correr sin parar hasta llegar al castillo, era un caballo inteligente. Hanako y Sakura lo entrenaron para pedir ayuda en caso de que no hubiera guerrero cerca y solo estuviera él.
Era astuto, bastante.
A mitad de camino bajó la intensidad de su trote, pues encontró a una muchacho con su caballo recorriendo el lugar, Bruce se atravesó en su camino, trataba de transmitir su pedido corporal.
A ese chico le pareció extraña la forma de ser de aquel animal, no obstante, aconsejó a su caballo negro Duncan seguir al blanco.
A galope rápido Bruce guió al desconocido hasta el lugar de los hechos. El muchacho abrió los ojos de golpe al ver a esa muchacha en aprietos. En cosa de segundos tomó su arco y flechas, sobre Duncan mantuvo el equilibrio y lanzó una flecha certera en la cabeza del hombre que estaba besando el vientre de la mujer.
Los ladrones se espantaron, no sabían de dónde venía la flecha. Uno más cayó al piso con la flecha en el ojo.
— ¡Si sigues lanzando flechas, mataré a la muchacha! — El otro hombre tenía a Sakura de la coleta. — ¿Quién eres?
— Eso a ti no te incumbe. — Contestó cortante. Escondido entre esos enormes árboles, lanzó la siguiente flecha que llegó en el cuello de quien osaba preguntar quién era. Este cayó como un saco al piso salpicando más a la chica con barro.
Sakura estaba en estado de Shock, estaba con los pantalones casi abajo, la blusa abierta y sin nada que la cubriera, lo único era el barro que se esparció en todo su cuerpo.
— ¿Seguirás ahí temblando o quieres una flecha en tu cuello? — Ofreció el muchacho al último hombre que quedaba, pero el otro sin darle oportunidad de una muerte espantosa, sujetó la espada para enterrarla en su propio vientre, un acto de cobardía.
El muchacho sonrió porque el último hizo que fuera mucho más fácil.
— Te maldigo, te maldigo...¡a ti y a.... — El hombre que tenía la flecha en el ojo terminó desplomado en el piso pues el misterioso muchacho por fin salía de su escondite con su caballo Duncan y Bruce a su lado.
La espada del chico atravesó el cuello del último no dándole oportunidad de maldecir a nadie.
Miró de reojo a la chica que todavía temblaba, observó su figura llena de barro, tampoco quiso apreciar más pues sería demasiado imprudente dada la situación que se encontraba la muchacha.
Con tranquilidad se quitó el manto con capa que tenía encima para lanzarlo al cuerpo de la muchacha.
— Quédate con esto, te servirá más que a mí. —
Sakura miró al chico con curiosidad, su voz se le hacía familiar, también la prenda que le ofreció.
— Gracias...— Sakura se la puso en cosa de segundos. — Gracias por venir, si no fuera por ti.
— Estarías muerta. — Se subió a Duncan con cuidado. — Me tengo que ir. ¿Vives por estos lados? —
Sakura no podía decir que era hija del jefe del Clan Haruno, tampoco se asustó porque la reconociera puesto que su aspecto no era el mejor.
Antes de que pudiera contestar, un caballo de color café claro venía a todo trote buscando a Sakura.
— ¡Maldición! — Se repuso lo más rápido posible, recogió sus pertenencias entre ellas la espada, se subió a Bruce sin pedir ayuda, esto sorprendió al chico. Jamás había visto a una mujer tan osada como ella. — Lo lamento, tengo que irme. Vamos Bruce. Gracias por tu ayuda, desconocido. Algún día te regresaré la capa. — Movió la rienda hacia la derecha, tomó otro camino para evitar encontrarse con Naruto.
Minutos después de que ella se fue, el rubio se encontró con cuatro hombres muertos y a su buen amigo parado en ese lugar.

— ¡Oye! ¿qué ha sucedido? — Naruto llegó preocupado al lado de su amigo. — ¿Estás bien? ¿Qué haces acá?
— Estaban atacando a una mujer, solo llegué a defenderla.
— ¡Ah, Sasuke, tú como siempre siendo el héroe! ¿y dónde está ella?
— Ya se fue...
— Hum, ya veo...¿cómo era la mujer?
— ... — Sasuke solamente lo miró, ¿cómo le preguntaba esa clase de cosas? avanzó sin decir nada. — ¿Qué hay de la reunión del castillo?
— Al parecer está todo normal, lo único es que vine a hacer algo, pero es imposible encontrarla. Ven, vamos al castillo. —

Sakura tomó el camino de regreso más expuesto, ahí estaban algunos hombres fieles de Effie y para colmo, la detuvieron antes de entrar a la fortaleza. Uno de ellos galopó hasta el castillo y en el interior le habló a escondidas a la mujer, ella ideó un plan bastante bueno.

Naruto por otro lado, había llegado con Sasuke, pero antes de entrar al castillo tomó otro camino puesto que debía dejar cerrado y todo como lo pidió Hinata, una vez lo hizo, se fue hasta la habitación a tomar el baño relajante que ya no fue tanto pues el agua ya estaba fría, pero el aroma a esencia de margaritas seguía ahí.
Se lavó bastante bien y cuando estuvo listo, se arregló.
En la entrada Sasuke fue bien recibido por Colin, al principio no reconoció al chico de cabello oscuro, pero luego recordó la pelea en la rivera de la familia inglesa donde ese muchacho prestó apoyo a muy corta edad y destacándose como un gran guerrero, iban iguales que Naruto en nivel de destreza y fuerza.

— Qué alegría verte por acá, es la primera vez que vienes a mi hogar. — Colin notó la mancha de sangre que tenía en el brazo. — ¿Tuviste dificultades?
— Así es, antes de llegar acá, me encontré a una muchacha en aprietos y...
— Lady Effie, Colin, hemos encontrado a este intruso, quería entrar al castillo sin permiso. — Tres hombres traían al inquieto supuesto muchacho al frente de los dueños de casa. Sasuke se hizo a un lado, reconocía la ropa que traía puesta, era de él. Naruto se incorporó al lado de Sasuke prestando atención a lo que pasaba.
Uno de los hombres le quitó la capucha, ese misterioso chico estaba bañado en lodo.
— Hinata, el balde de agua. — Effie lo pidió lo más rápido posible, pero la muchacha se negó a entregarlo, Effie lo tomó con rabia, ¿cómo sabía que ocurriría eso? la mujer tomó el balde y roció toda el agua fría sobre la cabeza de ese muchacho.
Todo el mundo presente quedó impresionado, ¡Era Sakura!
— ¡Sakura! — Su padre levantó la voz.— Suelten sus brazos, ¡tontos! — Regañó a los hombres. — ¿Qué demonios estás haciendo? — Pero ella se quedó en silencio, lo único que hizo fue quitarle la ropa que le quitaron a esos hombres. — ¡Contesta maldita sea! —
Sakura tenía todos los ojos puestos en ella. — Ve a tu habitación, te pones presentable y bajas. Después hablaremos los dos.
— No lo haré...
— ¿Qué dijiste insolente? — Effie se acercó a la chica.— Mírate Sakura, eres igual a tu madre de salvaje...— Ahogó un grito puesto que Sakura tomó de su propio rostro un chorro de barro para lanzarselo a la cara.
— ¡Sakura! — Gritó su papá para agarrarla del brazo, pero ella astuta salió corriendo del salón hacia el pasillo que llevaba a las escaleras.
Hinata salió atrás de ella junto con Gretel.

Todos murmuraron, las cosas no estaban del todo bien en el castillo como intentaba ocultar Colin.

— Lady Sakura, lady Sakura, por favor, abra la puerta. — Hinata golpeó una y otra vez la gruesa madera de la puerta. Se escuchaban cosas quebrar, todo caer, Gretel y ella estaban preocupadas.
— ¿Quién de ustedes les dijo a Effie que no estaba en el castillo?
— Ninguna de las dos, Mylady, ninguna de las dos. — Insistió Gretel.
— ¿Entonces cómo?
— Ella lo sabía, oí cuando uno de los hombres les dijo que era usted la que venía llegando.
— ¡Maldita, maldita! — Abrió la puerta con rabia, esto espantó a Gretel y a Hinata, sabían que Sakura era muy fuerte y que si se le daba hacer un escándalo lo haría. — Jugaré chueco, aunque le duela. Traigan agua, no importa si está helada, deseo bañarme y salir a la fiesta.


El salón ya estaba limpio luego de la escena que ocurrió, Effie junto con Colin hicieron que todo volviera a la normalidad en cosa de segundos, pero poco podían mentir si los invitados se habían hecho una opinión.

— Naruto, cuando estábamos en el bosque me dijiste que ''era imposible encontrarla'' ¿te referías a ella? — Sasuke fue discreto en preguntar al rubio.
— Sí, ella es. — Rascó su cabeza con una sonrisa en sus labios.— No pierde su esencia. Por cierto, no me digas que cuando defendiste a una mujer, se trataba de...
— Así es. — Se cruzó de brazos.— Si no hubiera llegado a tiempo, cuatro hombres la hubieran violado.
— Tsk...— Naruto empuñó las manos.— Malditos...si hubiera estado ahí...yo...— Indignado bajó la cabeza.— Ella es...
— ¿Importante para ti? lo veo. Siempre me hablas de ella, pero no pensé que fuera así. Por cierto, no tienes gusto por nada.
— ¿Eh? ¡Já, no la has visto realmente! si logras hacerlo, cambiarás de opinión.
— La primera impresión jamás se olvida.



El banquete estaba listo, todos fueron invitados al comedor que gozaba de innumerables platillos, barriles de cerveza y vinos de temporada. Los guerreros se sentían bastante acogidos por la familia, incluso las mujeres y hermanas de algunos de ellos.
Colin iba a hacer el brindis por la futura nueva unión, pero fue previamente interrumpido.
Hinata abrió la puerta del comedor dejando entrar a Sakura.
Todos quedaron boquiabierta, la belleza de la muchacha era inigualable.
Su vestido ajustado a su hermosa silueta y de tela hermosa de color amarillo pálido, bordes de tonalidad dorada, su pecho semidescubierto estaba adornado por un collar, una gema de color rosado como su cabello, sus orejas traían unos pequeñas piedras de tono plateado, lucía unos zapatos hermosos de color blanco, su cabello limpio y suelto, liso con un listón atrás del mismo tono del vestido. Lucía preciosa.
Sasuke prestó atención desde sus zapatos hasta llegar a sus ojos esmeraldas. Se mordió la lengua, ella no era de mal gusto, era completamente diferente.

— Mylady, por acá, venga por acá. — Ofreció un guerrero.
— No mylady, acá estará mejor. — Se levantó otro hombre para ceder el puesto.
— Gracias por su amabilidad. — Sakura no apartó la mirada del muchacho de ojos negros, de hecho se dirigía a ese extremo de la mesa.
—Lady Sakura, venga. — Naruto estaba a dos puestos más de Sasuke, ofreció un lugar espacioso para ella.
La pelirosa feliz aceptó el lugar, mejor aún si se mantenía lejos de su padre.
— Bueno, quiero brindar por el clan Haruno, ¡salud! — Sugirió uno de los hombres fieles de Effie. — Para que reine mylady Effie, la única y la gran señora del clan...—
Sakura fulminó con la mirada a su padre que también levantó la copa junto con Effie, algunos guerreros también lo hicieron, menos Naruto que no estaba de acuerdo, Sasuke ni siquiera tenía vaso en qué brindar.
— Quiero agregar algo más al brindis...— Effie se puso de pie llamando la atención de los guerreros. — Porque pronto Sakura será mi hija.
— Cállate...— Sakura susurró, estaba con la vena marcada en el cuello y la del costado de su frente, se notaba la furia que traía puesto que sus dedos estaban blancos de tanto apretar la mesa.
— Y también, porque...
— ¡Cállate de una maldita vez! — Sakura se puso de pie golpeando la mesa con tal furia que hizo un hueco en la madera. — Escúchame bien, reina fulana asquerosa, tú no eres la gran señora de este clan, mi madre Hanako lo fue, lo es y siempre será la auténtica señora de este castillo. Jamás te reconoceré como madre aunque te cases con el traidor de mi padre, ¡jamás!
— ¡Sakura! — Gritó su padre desde el extremo de la mesa.
— ¡Cállate papá! — Sujetó la copa con rabia.— Quiero brindar por mi madre, Hanako, hoy es su segundo aniversario de muerte y también quiero brindar por mí, por mi cumpleaños. Es duro decirlo, pero es la verdad. — Le gritó a su padre.— ¿Quieres seguir ocultando las cosas con tu matrimonio con esa fulana calienta colchas!
— ¡Sakura, cuida tus modales!
— Perdóname papá, pero modales ya no tengo, recuerda que tu futura mujercita dice que soy hija de una desconsiderada mujer sin modales. ¿No? Todavía tienes un pacto de amor con mi madre, todavía existe...
— Sakura, querida hija, sé que hoy...— Effie se inclinó para evitar el cuchillo que lanzó con precisión la pelirosa.
— Vuelve a decirme hija y la próxima no fallaré. — Con cuidado sujetó sus faldas y salió de la mesa. — Que tengas un feliz matrimonio papá, arruina tu vida.
— Sakura, vuelve acá. Respetarás mis decisiones te guste o no. — Su padre sujetó su muñeca presionando bastante fuerte, se notaba la intensidad de ello pues la piel de Sakura era tan blanca que enseguida se enrojecía. — Todavía vives conmigo, eres mi hija. —
Sakura forzó dándole la espalda a todos los invitados.
— Tú ya no eres mi padre. — Las palabras de la chica quebraron al hombre por dentro, pero lo que más le dolió fue ver esos ojos de color esmeralda húmedos con lágrimas.
— Si te vas de este comedor, dejarás de ser Haruno para siempre.
— Así sea entonces. 

Blüte FrühlingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora