Capítulo 12

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De nuevo demasiadas ideas vinieron a mí abrumando cada parte de mi ser, era agonizante, desesperante, pero como si existiese un botón de apagado en mi interior las terribles sensaciones desaparecieron dejando... Nada, absolutamente nada. Fijé mis ojos al frente y observé en lo único que me mantiene en paz, silencio.

Ambos, de contextura más gruesa que los demás, se movían, Suluán atacaba y Hurrem corría asustadiza, una relación de presa y depredador. En un momento la niña casi sale del área delimitada si no fuera porque se aferró a su oponente, el cual inmovilizado por los brazos de ella se sacudía con violencia para soltarse. Ante tanto ajetreo ambos caen al suelo, y es el niño quien queda en ventaja, de un empujón intenta sacarla pero ella vuelve a agarrarse de él, pero esta vez del pelo. Con gritos Suluán tira manotazos al aire, Hurrem los recibe todos y sigue sin soltarlo, como si la vida se le fuera en ello, por lo que quedan tan juntos que las manos de él quedan fuera del alcance del rostro de ella, pero es ahí donde comienza a propinarle puñetazos en el abdomen. Se produce una última aproximación entre sus cabezas y la niña deja salir sangre de su boca al abrirla, después de eso él se detiene y se aparta lo más rápido posible, se hace bolita y comienza a moverse de un lado a otro, grita y llora con un drama excesivo, se agarra el mismo su cabello y comienza a dar tirones como si quisiera arrancarlo de raíz. Hurrem con una expresión aterrada intenta acercase pero Suluán se aleja en un instante y sale del círculo.

Nadie alza la voz, solo habla el desconcierto, ¿qué fue lo que pasó? Yo no lo sé, pero tampoco me interesa. De pronto veo a Bilal hablando con el viejo y por poco me sorprendo, me dirijo al centro y busco con la mirada al que se ofrecerá como mi enemigo, pero ninguno da un paso al frente, se llevan a Suluán y yo sigo esperando. El anciano vuelve la vista hacía mí pero se detiene en un punto situado a mis espaldas, volteo y ya no puedo contener mi asombro, es Mustafá levantando el brazo mientras entra en el área con una sonrisa.

–¿Mustafá, estás seguro de esto? La verdad es que no me lo esperaba, ya que tienes el permiso para mantener tu estancia en las Instalaciones Rojas junto a tu madre, no creí... Que te gustaran este tipo de cosas. –dice con una voz maliciosa y la misma detestable sonrisa que me repugna–. Me parece perfecto, sí en el fondo es un juego, ¿no? Hay que divertirse. ¡Hatice y Mustafá serán nuestra próxima entretención, atentos todos! –Sin poder evitarlo la sensación de traición se esparce en mí, mi respiración se vuelve agitada y el miedo me desespera, busco en sus ojos ámbar la compasión y la calidez que alguna vez me brindaron pero solo encuentro burla–. ¡AHORA!

Con lentitud se acerca a mí, y me obligo al instinto de querer escapar, él parece darse cuenta y se ríe, se ríe de mí, lo que me molesta y da el valor suficiente para avanzar contra él, pero es más rápido y con un empujón casi me manda fuera, enderezo mi postura y se vuelve a reír, lo que me termina de colmar.

...

Así estuvo jugando un tiempo conmigo, a puros empujones de allá para acá, jadeante y cansada me detuve, lo miré y alcancé a notar un atisbo de dolor en sus ojos, ¿pero qué rayos? Sin darme cuenta con un puñetazo en la mandíbula me manda para atrás y yo, doblándome sin dejarme caer, siento una patada en la espalda que me termina por romper en mil pedazos.

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Gracias por leer, sean pacientes si no entienden mucho, a medida que sigan avanzando lo harán, ¡ya verán que sí!

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