Chico mango y chico choque

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Quiero estar contigo, pero está prohibido.

¿Alguna vez les ha pasado? Conocen a alguien que los deslumbra y poco a poco se dan cuenta de que están enamorados de esa persona, pero al mismo tiempo saben que es un amor prohibido. ¿Alguna vez se han enamorado de alguien a quien no pueden tener?

Que difícil es amar lo que es prohibido, más aún cuando tienes a esa persona tan cerca, cuando deseas abrazarla, tomar su mano, darle un beso o simplemente tener el más mínimo rose de piel con ella. Sobretodo cuando tienes que ver como otra persona tiene la dicha de tenerla a su lado, de abrazarla, de tomar su mano, de besarla, de tener ese rose con su piel. 

Si de por sí eso ya suena como lo más doloroso del mundo, resulta más difícil cuando esa persona que tiene la fortuna de tener tu mundo entre sus manos es tu mejor amigo y entonces debes matar todo sentimiento, o al menos intentarlo.

Recuerdo la primera vez que vi a ese chico, sí un chico. Su cabello rizado, su sonrisa perfecta, su piel canela, su altura tan perfecta de apenas unos centímetros más que la mía. Caminaba casi sin caminar por aquella sala, estábamos en casa de Javier por su cumpleaños número 18. Lo miré desde el momento en que cruzó la puerta de entrada y me era imposible no seguirle con la mirada, recuerdo que pensé que él no pertenecía a este mundo, incluso llegué a pensar que no era nada más que una alucinación mía hasta que lo vi hablar con María, una de mis mejores amigas. Ellos intercambiaron unas cuantas palabras antes de que él se alejara rumbo al jardín, donde varios de los invitados se encontraban disfrutando de la gran alberca. En ese momento me levanté del lugar en el que había estado sentado desde que llegué y me dirigí a María.

-¡Hey! ¡Mari!- la saludé de beso en la mejilla cuando estuve cerca.

-¡Joaco!- ella me rodeó en un abrazo- pensé que no habías venido, como vi a Niko ir solo a la alberca.

-Ah, es que ya sabes que no me gusta mucho meterme a las albercas- respondí algo apenado, a pesar de los años que habían pasado, aún me daba un poco de vergüenza ser el único de nuestros amigos al que no le gustaba meterse a las piscinas o albercas.

-¿Algún día vas a superar eso?

-No hay nada que superar Mari, es solo que no me gusta estar ahí con tanta gente compartiendo de la misma agua- hice un pequeño gesto de desagrado que la hizo reír.

-Bueno, entonces vamos a bailar, hoy tampoco se me antoja ir al agua.

Éramos mejores amigos desde los 8 años, así que sabía que mentía, ella amaba ir a echarse clavados y jugar. En todas las fiestas a las que habíamos asistido juntos, era de las primeras en entrar y la última de salir de las piscinas.

-De hecho solo iba al baño, estaba bailando con Javier y sus amigos, así que no te preocupes por mí y ve a cambiarte esa horrible ropa que traes por tu sexy traje de baño.

-¿Seguro?

-Sí, anda, no me iré de aquí hasta no verte entrar con ese clavado triunfal tuyo.

Ella río antes de dirigirse al baño, salió con un traje de baño nuevo, era de color azul pastel y resaltaba mucho el bonito color de su piel. Fue hasta la alberca llamando la atención con su peculiar caminar y entonces lo hizo, se dejó caer al agua con un increíble clavado que llevaba años perfeccionando. Le aplaudí antes de girar para regresar a mi lugar en el sillón, pero entonces algo me impidió avanzar, justo cuando giré choqué con un chico y su bebida terminó sobre mí. Gracias al cielo, no se trataba de ninguna bebida alcohólica, tan solo de un poco de jugo de mango.

-¡No puede ser!- solté como queja, para después mirar mi camisa toda mojada de aquel líquido amarillo, llevaba puesta una de mis camisas favoritas ¿para colmo? de color blanco.

El novio de mi mejor amigo|Emiliaco|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora