•Yuta•

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Yuta llevaba acostado en su cama 9 meses. Dentro de su habitación blanca con detalles grisáceos, las enfermeras entraban de vez en cuando a revisar sus signos vitales. Afuera de la habitación, pasos apresurados de tacones sonaban por el pasillo. Un vestido floreado sobresalía de entre el monótono gris del corredor, las personas que se encontraban afuera en la sala de espera alcanzaron un trozo de la esencia de un perfume dulce tras la mujer. Ella continúo hasta llegar frente de la cama de Yuta. ___sonrió al verlo igual que el día anterior.

En ese momento una enfermera entró a la habitación, caminó lentamente hasta llegar a unos cuantos pasos a un lado de ___.

—Buenos días ___, Yuta sigue igual. ___sonrió al escuchar el mismo reporte diario de su esposo. Sin decir nada, ella colocó su bolsa sobre la única silla de la habitación.     —Gracias Susy— Dijo ___, mientras se quitaba el saco. Con eso dicho, la enfermera le permitió privacidad con Yuta.

—Buenos días mi amor, ayer te perdiste de un episodio más de tu programa favorito. ___ le platicaba mientras abría las cortinas, era costumbre de ella hacerlo, aunque los rayos del sol no hacia efecto al color pálido de la habitación. Giró sobre sus talones y se dirigió a su bolsa —Ayer hice tu platillo favorito. Metió su mano dentro de su bolsa y la sacó sosteniendo un recipiente con comida. ___ dirigió su rostro hacia Yuta, le sonrió y dijo —Te traje.

___, con sus dedos largos y delgados, abrió el recipiente y lo colocó con cuidado sobre la camilla. Los labios rojos de ___ empezaron a moverse a ritmo con las palabras que salían de su boca. Para ella, esto se había vuelto rutina, se había acostumbrado tanto al estado de su esposo que no sabía qué iba hacer si algún día se despertaba. Mientras tanto, el monitor conectado marcaba el ritmo de Yuta, quien simplemente yacía inmóvil.

Después de dos horas, ___ se puso de pie y se acercó a Yuta. Con fragilidad posó su mano sobre el cachete de su marido. Lo acarició antes de inclinarse y besar su frente.

—Adiós mi amor, que estés bien.

El sonido de tacones hizo eco por la habitación hasta que ___ recargó su cuerpo sobre el marco de la puerta para ver a Yuta una vez más. Suspiró y salió al pasillo donde una enfermera la esperaba.

—Nos vemos mañana ___, cuídate. 

La enfermera extendió su mano para entregarle un recipiente vació. ___ forzó una sonrisa con ojos cansados y le agradeció antes de tomar el recipiente. Su sonrisa pronto desvaneció, aprendió a no llorar cada vez que visitaba a Yuta, pero eso no le quitaba la tristeza que siempre tenía. Caminó sin prisa por el pasillo hasta salir del hospital.

Tras la caída del sol y la elevación de la luna y las estrellas, el edificio bajó de temperatura. El hospital encendió sus luces artificiales, el movimiento seguía por el edificio. Dentro del cuarto de Yuta, luz entraba por los huecos del marco de la puerta que daba al pasillo, el único sonido que rebotaba por las paredes era el monitor. Yuta inhalaba y exhalaba, era lo único que podía hacer, aparte de aparentar dormir. Sus manos empezaron a moverse por primera vez en 9 meses, sus piernas le siguieron hasta que al fin Yuta abrió sus ojos.

Confundido, miró alrededor y trató de pensar sobre su actualidad. Yuta no sabía dónde estaba y mucho menos por qué. Duró varios minutos aun acostado tratando de entender por qué moverse se sentía diferente. Lentamente se acercó a la orilla de la camilla para intentar ponerse de pie. Después de unos cuantos minutos decidió pararse, pero al hacerlo su cuerpo se derrumbó sobre el suelo frío. Yuta no hizo nada después, simplemente se mantuvo quieto.

___ pasaba por el corredor como rutina diaria. Su vestido rojo sobresaltaba su presencia entre el pasillo pálido, sus zapatillas hacían eco a cada paso, ¿y quién podría olvidarse de su perfume dulce? Se detuvo a unos cuantos metros de la habitación de su esposo, al ver tantas enfermeras entrar y salir de ahí, ella comenzó a imaginarse lo peor. Entonces, con desesperación, se dirigió al cuarto y quedó inmóvil a un paso después del marco de la puerta. Sus ojos engrandecieron y sus manos soltaron la bolsa que usaba para traer comida todos los días. No sabía si de verdad parpadeaba, ni siquiera estaba atenta a su respiración, solamente se preguntaba si realmente veía a Yuta moviéndose por sí mismo.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2019 ⏰

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