Capitulo 9: Wonyoung

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En el convento.

— ¿A dónde estamos yendo? ¿Por qué no estamos siguiendo a Kang? —preguntaba Eunbi a medida que ella y la hermana
Carol caminaba por los largos pasillos del lugar. Si hubiera sido por ella, ya hubiera salido corriendo tras la pequeña, pero la monja que la acompañaba iba a un ritmo muy tranquilo. Eunbi nunca habían dejado que el regalo y la famosa caja azul salieran de sus brazos.

La hermana Carol la miró y le sonrió.

—Tranquila, hija —la calmó—. Estamos en eso, Hyewon ya debe haber llegado al lugar que te estoy llevando —aclaró.

— ¿Qué es exactamente este lugar? ¿Un convento o un hogar de niños? —preguntó la castaña, estaba desesperada por respuestas.
—Bueno, funcionan los dos perfectamente. Cuidar niños es una parte de la obra benéfica que hacemos desde el convento —explicó la hermana.
— ¿Cuidar? ¿Qué quiere decir con eso? ¿Sólo están aquí por un tiempo? —la empresaria quería adentrarse en el tema.
—Pues la mayoria tiene familia, aunque debido a que los padres no pueden encargarse permanentemente de ellos, nosotras los alojamos por un tiempo hasta que la situación cambie —explicó—. Mientras tanto, todos los fines de semana cada niño vuelve con su familia. Luego nosotras nos encargamos de su educación y cuidado entre semana, como una especie de escuela hogar —impresionó a Eunbi esto último—. Hay otros que aunque tienen familia, no la ven tan seguido y otros que son huérfanos y viven con nosotras —agregó—. Como es el caso de la mayoría de chicos que viste hoy y como fue el caso de Hyewon —ante esta información, Eunbi se detuvo en seco.

—Kang es... es. Quiero decir, ¿no tiene padres? —preguntó, sorprendida.

La hermana Carol miró a Eunbi con cautela y negó con su cabeza ante esta pregunta.

—Creo que es mejor que sigamos caminando —tomó el brazo de la castaña para darle un empujoncito.
Eunbi solo la miró y siguió caminando junto a ella, había entendido que la mujer no quería tocar ese tema, pero eso no impedía que pudiera averiguar otras cosas.

—Entonces... ¿Hyewon estuvo acá? —volvía el interrogatorio.

La mujer, sin dejar su sonrisa, asintió.
—Desde los catorce años más o menos —comentó—. Se escapó varias veces —recordó—, pero al final siempre volvía, y mi hermana y yo la pudimos convencer de que se quedara —dijo.
— ¿Su hermana es monja también? —no tenía nada que ver con el interrogatorio inicial, pero quería sacarse la duda.
Sorprendentemente, la hermana Carol largó una carcajada.

—Perdona, es que... Lia no es monja... para nada —explicó a medida que se iban acercando a una puerta de madera—. ¿Por qué no entramos mejor? —le señaló la entrada.

La monja abrió la puerta y dejó pasar a Eunbi. La castaña no avanzó mucho, se quedó mirando la enorme habitación que tenía enfrente y que estaba llena de camas individuales que estaban una al lado de la otra; estaban separadas por un pequeño espacio.

Cuando su vista llegó al fondo de la habitación, Eunbi pudo ver a la pequeña sentada en la última cama mientras acariciaba la espalda de algún chico que estaba metido entre la ropa de cama, Eunbi no pudo distinguir si era niño o niña. Alrededor de Hyewon y el pequeño cuerpito había otra monja y una enfermera.

—Wonyoung —la hermana le daba una mano a Eunbi para que entendiera.

— ¿Qué? —aunque la castaña estaba más perdida que nunca.
—La niña que está en la cama junto a Hyewon —señaló el fondo de la habitación— se llama Wonyoung, tiene cuatro años y es la debilidad de Hyewon —explicó con suma tranquilidad—. Desde que se vieron, se entendieron a la perfección —agregó.

No soy para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora