Capitulo 10: No soy tu protectora

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Al día siguiente.

Oficina de Eunbi.

Chaewon entraba a la oficina que estaba junto a la de ella para tratar de calmar a su mejor amiga. Había pasado media hora tratando de concentrarse en su trabajo sin prestarle atención a los gritos de Eunbi, pero hubo un momento en que ya no los pudo aguantar y se levantó de su silla para ir a intervenir.
— ¡QUE SEA LA ÚLTIMA VEZ QUE ESTO PASA! —frente a la castaña habían unos siete empleados alineados con la cabeza agachada mientras Eunbi caminaba delante de ellos.        
Chaewon entro y, apoyándose en el escritorio de la chica, decidió a mirar, le encantaba cuando Eunbi perdía sus cabales.
—NO LO VOY A PERMITIR —la castaña caminó hasta el escritorio y agarró un montón de papeles—. Estos son sus currículos —tomó uno al azar y lo leyó—. Secretaria ejecutiva durante tres años en WaterHouse Coper, manejo de tres idiomas, bla, bla, bla —lo tiró al piso y tomó otro—. Licenciado en manager de negocios con un doctorado en Yale, etc, etc —tomó todos los papeles y los cortó por el medio para después hacer una lluvia de papel con los mismos—. ¿TODO PARA QUÉ? ALGUNO CONTESTE.
Bufó.
— ¿Para qué, Chowon? —ordenó, parándose frente a su secretaria privada.
La mujer subió la cabeza y buscó ayuda en Chaewon, pero se dio cuenta que no la iba a encontrar cuando le vio la sonrisa malévola en el rostro a la chica.
—Señorita Kwon, lo sentimos mu—
—La respuesta es... —volvía a su normal tranquilidad—. Todo para que cuando su jefa se quiera tomar una aspirina y vaya a buscar agua para hacerlo, el dispenser esté vacío —contó el final de la cuestión.
—No es mi cul... —uno de los chicos quiso hablar, pero la mirada de Eunbi se lo comió.
—Retírense —les dijo, dándose vuelta hacia su escritorio. Ninguno de los empleados dudo un segundo en seguir la orden
— ¡OYE, TÚ! —Chaewon frenó a su propia secretaria, poco le importó que había caído en el reto de su socia—. Alicia...
—Es Alisson —la corrigió la chica.
Chaewon giró los ojos.
—Alicia, ¿qué te dije de la falda? —le preguntó, haciendo que la joven mirara su vestimenta.
La chica se la desprendió y la subió unos cinco dedos por arriba de la rodilla.
— ¿Así está bien? —preguntó ruborizada.
—Camina hasta la puerta como te dije y después lo charlamos en mi oficina —le dijo la coreana, despidiéndola. La mujer hizo caso y salió agitando bien su trasero como le había enseñado Chaewon.
—No tienes remedio, Kim Chaewon —la reprendió Eunbi.
Chaewon esperó a que todos los empleados salieran para mirar a su amiga, quien ya estaba sentada en su trono y con una lapicera firmaba papeles.
—Oye, Eunbinie, no es que me moleste, porque tú sabes que cuando se trata de torturar gente, a mí me encanta, pero... ¿qué demonios pasa contigo hoy? Nunca en mi vida te había visto perder los cabales tantas veces en un mismo día —agregó.
La castaña soltó la lapicera bruscamente para después agarrarse la cabeza y apoyar sus codos en el escritorio.
—Dime que tú no estás tan preocupada como yo, Chaewonie. Son las seis de la tarde y aún no sabemos nada —soltó de repente.

La coreana suspiró y caminó hasta el sillón que Eunbi tenía en su oficina.
— ¿Por la rarita? Por supuesto que sí —le aseguró una vez sentada—. Pero, Eunbi, no podemos...
La castaña salió de su posición y se levantó nerviosa para caminar por su amplia oficina.
—No me digas nada, Chaewon. ¿Cómo carajo se nos ocurrió dejarla ahí? Tendríamos que haber hecho algo. No apareció en toda la noche —le dijo.
—Te vi durmiendo en su cama esta mañana cuando me levanté —parte era verdad y parte era mentira, era verdad que Chaewon había visto a Eunbi durmiendo en el sofá cama de Hyewon, pero lo había hecho cuando se levantó por quinta vez a ver si Hyewon había llegado.
—Sí, quería estar atenta a ver si llegaba, pero nada. Pensé que se había encerrado en su cuarto misterioso, pero no estaba allí; no había luz —confirmó.
Lo cierto era que desde que volvieron aquella noche al departamento, ninguna había dicho una palabra, cada quien se había despedido de las otras dos y se había encerrado en su pieza, excepto por Eunbi que decidió esperar a Hyewon en el sofá cama. Espera que fue en vano porque la pequeña nunca apareció y el sueño terminó ganándole a la castaña.
Chaewon se enfocó en todos los gestos de su amiga, que Eunbi mostrara interés en otra persona que no fuera ella misma era algo que llamaba su atención.
—Eunbinie.... —el tono de la coreana hizo que la castaña se frenara en un lugar y la mirara—. Sea lo que sea que esté pasando con la rarita, tienes que frenarlo, esa chica no es buena noticia. No sabemos nada de ella y lo único que sabemos no es nada bueno —una última mirada a su amiga dijo el resto.
No hizo falta que la chica dijera nada, con su mirada ya lo decía todo, Eunbi se anticipó a contestarle.
—No sé qué es lo que me pasa con esa chica, Chaewon —volvió a caminar de un lado al otro—. Quiero decir, hace unos días estaba desesperada por empezar en la oficina y empezar a ganar dinero, pero resulta que hoy no he podido pensar en nada más que en Hyewon, en Wonyoung, en todo lo que dijo la hermana Carol—la coreana iba a preguntar, pero decidió dejar que su amiga terminara—. No puedo hacer esto, Chaewon. Tengo que concentrarme y hacer lo que hemos venido hacer, y Hyewon está distrayéndome; eso no me gusta nada, tengo que ponerle un fin —sentenció, volviendo a su escritorio—. ¿Revisaste el contrato Walbak? —preguntó sin mirar.
Chaewon se quedó un rato observando a su amiga y tratando de descifrarla, algo que parecía reservado para cualquier persona del círculo de Eunbi, pero que al parecer una cierta coreana lo estaba logrando hacer.
— ¡CHAEWON! —el grito de Eunbi la despabiló.
—Calma tus extensiones, Eunbinie. El contrato está perfectamente redactado, Walbak no se va a deshacer de nosotras tan fácilmente porque... —el intercomunicador de la castaña la hizo callar.
—Disculpe, señorita Kwon —era Chowon, su secretaria—. La señorita Kim está aquí y quiere hablar con usted y la señorita Kim Chaewon —Eunbi y Chaewon se miraron, no era normal la presencia de Minju en la oficina; la bailarina decía que el olor a dinero le producía alergias.
—Hazla pasar, Chowon —anunció Eunbi y dos segundos después pudieron ver la sonrisa de Minju a travesar la puerta.
— ¿Pasó algo? —Chaewon preguntó, preocupada, aunque la sonrisa de la chica la desconcertó.
— ¿Acaso no puedo venir a visitarlas? —preguntó divertida.
Las dos amigas giraron los ojos.
—Minju, dinos a lo que viniste, tú nunca vienes a visitarnos a la oficina. ¿Recuerdas las alergias? —en cuanto Eunbi se lo dijo, la bailarina estornudó.
—Cierto, el olor a dinero —recordó, sacando uno de sus pañuelos.
—Minju, me estás poniendo nerviosa —Chaewon quería noticias.
—Vine a decirles que Hyewon está en su estudio de tatuajes —soltó de repente—.  Según Yeol.
— ¿Quién?
—Yeol. Daeyeol.
— ¿Qué hacías tú ahí? —la frenó Chaewon, enfurecida.
Minju sonrió ante los celos de la otra chica.
—Bueno, Daeyeol y yo habíamos quedado para almorzar —la cara de Chaewon era cada vez más graciosa—. Y cuando lo acompañé de vuelta al estudio, pregunté y me dijeron que Hyewon ya estaba, y según Yeoli —nótese el afecto—, pasó la noche ahí y ha estado trabajando desde temprano —informó.
— ¿La viste? —preguntó rápido Eunbi, antes de que la pelea entre sus amigas comenzara.
—Quise hacerlo —le contestó Minju—. Pero Yuna me dijo que se encerró en su oficina y pidió que no la molestaran por nada —al parecer no solo Eunbi estaba de mal humor.
Chaewon iba a seguir hostigando a Minju, pero cuando vio a Eunbi agarrar su bolso cambio de objetivo.
— ¿A dónde te piensas que vas? —preguntó, frenándola
—Voy a terminar con esta estupidez ya mismo. Kang tiene que dejar de estar en mi cabeza como sea —se sacó a Chaewon de encima y siguió su camino.
La coreana miró a Eunbi y después a Minju, una idea llegaba a su cabeza; ese tal Daeyeol iba a saber con quién jugaba.
—Voy contigo.
— ¿Vienes Minju? —preguntó Eunbi desde la puerta.
La bailarina agitó su cabeza de forma negativa.
—No, tengo que volver al estudio. Saluda a Hyewon de mi parte —con esto último, se separaron.

No soy para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora