Capitulo 40: La verdadera razón

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—Uuu... uuu.

Mientras Jungie le seguía demostrando su más reciente aprendizaje a cada persona que se le cruzaba, incluida las bailarinas que esperaban por el diseño de Hyewon, un monstruo verde se despertaba poco a poco en el interior de Eunbi.

—Pensé que iba a ser divertido verle la cara a mi hija —Irene le comentó tanto a Sana como a Chaewon, que estaban a su lado en la puerta de casa—. Pero ahora que lo pienso mejor, no me parece tan divertido —sacó mejores conclusiones luego de percibir la rabia que salía de los poros de su hija—. Esa mujer no me cae para nada bien —agregó de mala manera.

—Había olvidado cuanto detesto a la perra esa —comentó Chaewon, señalando a la recién llegada—. Algo se trae entre manos —dijo—. ¡Minju! —no hizo falta que Chaewon le dijera, la perceptiva bailarina ya estaba sacando a las tres niñas del jardín con ayuda de la hermana Carol y Lia.

—Y por la cara de Eunbi, ella la detesta mucho más que ustedes y yo juntas —esta vez fue Sana la que señaló lo obvio—. ¿Cree que ya sabía que éramos las madres de Hyewon? —Chaewon y Irene la miraron, estaban tan ocupadas queriendo molestar a Eunbi que no se habían dado cuenta de ese detalle.

Yena acababa de descubrir que los señores Chou tenían relación con ambas Kwon.

—Por la cara de tu esposa, ella debe estar pensado lo mismo—opinó Irene. Tanto Tzuyu como Taehyung habían dejado de acosar a las bailarinas para acercarse a Eunbi como soporte de la castaña.

— ¡Dios! Se van a sacar chispas —Irene señaló a Choi Yena y después a su hija—. Parece que estuviéramos viviendo un duelo de miradas mortales —apuntó, mirando como una ya erguida Eunbi enfrentaba desde la distancia a la dueña de la joyería, que no se quedaba atrás con su postura desafiante.

—Bueno, si la muy idiota se atrevió a venir hasta la casa de sus enemigos va a tener que soportar mucho más que un par de miradas.

Chaewon estaba que hervía y caminó con fuerza para juntarse con Taehyung y Tzuyu que estaban detrás de Eunbi. Sana y Irene se miraron y después de varios segundos siguieron a la coreana.

— ¡Yena! —Hyewon se acercó a la elegante mujer con entusiasmo y hacía que el monstruo verde estirara sus brazos recién levantado y listo para iniciar batalla. Eunbi respiraba profundo y contaba hasta diez una y otra vez, su mirada nunca dejó a la mujer más baja.

—Tranquila, Eunbi —sintió que la madre rubia de su novia le murmuraba.

La castaña volvió a respirar hondo y se concentró en el dolor que aún emanaba su cuerpo por las cosas que su pequeña había hecho con ella. Hyewon le había demostrado con cada embestida, con cada segundo que pasó besando su piel y con cada letra que formaban hermosas palabras que la amaba como a nadie y Eunbi no podía dejarse llevar por la simple presencia de esa idiota que para la castaña no era más que una vil estrategia en contra de sus inversiones.

Sin embargo, para nada ayudaba a calmar los celos de la empresaria que la joyera luciera espléndidamente bien en un vestido blanco de tela ligera que destacaba sus largas piernas. Mucho menos se hizo calmar al monstruo el hecho de que la sonrisa de Yena se extendiera en cuanto vio a Hyewon llegar a abrazarla.

— ¿Qué haces... qué haces aquí? —preguntó Hyewon aún entusiasmada. El tono jovial de su novia hizo que el monstruo sacara sus uñas una por una.

—Vine a verte —contestó Yena—. Te extrañaba demasiado —palabras mágicas.

Y Eunbi trató y trató de apaciguar la ira que provenía de su interior, los celos, el enojo y todo lo que la llegada de esa mujer le ocasionaba, pero escuchar esas palabras seguido de ver como esa estúpida mujer acomodaba un mechón de cabello caído de Hyewon y le acariciaba la mejilla como si nada, todo su cuerpo se movió con rabia hacia el dúo. Sus padres, las señoras Chou y Chaewon la seguían desde atrás.

No soy para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora