TPD|cuatro

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mendacium semper male finitur

*

Bajo la atenta mirada de mi hermano, sigo comiendo con aparente naturalidad. A decir verdad, su silencio en estos últimos tres días a provocado que mis nervios se disparen ante cualquier movimiento fuera de lo normal. Sabía que mi "error" no era algo que pudiera ocultar, mucho menos cuando cada rincón de la casa parecía tener ojos y oídos cuando se trataba de mí.

Apenas el plato está lo suficientemente vacío, dejo los utensilios a los lados para poder arrastrar la silla y así irme del comedor. Posponer lo que seguramente era un sermón, era cada segundo más tentador. No obstante, el ruido grave que produce su garganta a forma de negación, hace que vuelva a tomar asiento. Moviendo una de sus manos en un gesto perezoso, pero firme, los sirvientes que esperaban rígidos salen apresurados. Estaba en problemas, lo podía asegurar por la forma en la que me miraba con aquellos ojos parecidos a los de nuestro padre y que me provocaban escalofríos.

—Tengo que ir a clase—le recuerdo pese a que él era consciente de ello. Sólo era mi último intento de escape. Podía sentir cada parte de mi cuerpo temblar, anticipando las palabras.

Arqueando una de sus elegantes cejas ante mi intento vago de evadir la plática, una sonrisa corta se desliza por su boca, que tan pronto aparece vuelve a borrarse en un instante. Parpadeo varias veces sin poder ocultar mi sorpresa. Esa era tal vez la primera reacción que lograba sacarle durante mucho tiempo. Nuestra relación se volvió distante y fría después de que nuestra madre muriera y papá decidiera casarse de nuevo a unas cuantas semanas de lo sucedido.

Tomando una postura más intimidante, sus brazos se quedan sobre los reposabrazos de la silla. Uno de sus dedos repiquetea en el material de madera, acción suficiente para que mi cuerpo se ponga en evidencia, mostrando cada uno de los signos de culpabilidad. Bajo la cabeza, permitiendo que mi cabello cubra la mayor parte de mi rostro.

—Necesito una mentira lo suficientemente buena como para que mi padre se lo crea.

—¿Le dirás?

—No—aliviada, respiro con profundidad—, pero quiero la verdad, Saebi.

Cierro los ojos con fuerza. Incapaz de seguir mirándolo. Mencionar algo que he estado intentando olvidar durante los últimos días me produce vergüenza, no quería entrar en detalles y hacerle saber que su hermana fue botada por no ser suficiente en la intimidad. Al parecer, era otra cosa en la que era completamente inútil.

—Jimin terminó conmigo—murmuro después de unos segundos, entrelazo mis manos en un intento de parar el temblor—, no fue... amable—frunce ligeramente su ceño, ambos sabíamos que esa relación era un puente para mi padre, pero sobre todo para el negocio familiar—, no es necesario que padre lo sepa, arreglaré las cosas, y volveré con él.

Levantándose con serenidad, deja la servilleta en la mesa antes de abrocharse el botón de su saco. Dando el tema por terminado ante su silencio, sigo sus pasos. Con el desayuno casi intacto y los nervios empujando una sensación desagradable por la boca de mi estómago, subo a su coche. El olor a cuero y perfume de hombre me reconfirma de alguna manera extraña.

Sin querer entablar una conversación donde sea la única hablando, me sumergo lo más que puedo sobre el asiento. Permitiendo que la música del radio me distraiga lo suficiente para soportar la extraña presión en el aire. Pasar tiempo con Byeok nunca se había sentido tan distante, si bien desde que padre lo metió al mundo de negocios cambió drásticamente, la amabilidad y cariño conmigo no disminuyó hasta hace unos meses, estuve buscando mi error, algo que lo hubiera hecho enfadar, pero realmente no lo entendía.

TPD. Tocada por Dios | J.JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora