TPD|seis

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Confiar no parecía malo y un poco de dolor se empezaba a sentirse bien

—¿Entonces lo buscarás?—colocando el vaso de la malteada en la mesa colorida, pone una de sus manos sobre su cintura. Interesada en la respuesta, no le importa hacer esperar a una pareja que la miraba con mala cara a unas cuantas mesas de distancia de la mía.

Sonrío, apenada. Pese a mis intentos de alejarla, seguía buscando excusas absurdas para venir nuevamente. Estaba segura que era la cuarta vez que limpiaba la mesa, y el segundo vaso con diferente contenido al que había ordenado, incluso antes de que pudiera pronunciar alguna bebida en específico, ella se dirigió a la cocina y trajo consigo un café amargo que odié apenas mis papilas gustativas probaron un poco del líquido.

Cansada del persistente acoso, aparto la mirada de la mesa para centrarme en la pelinegra, si prestaban atención podían fijarse en los mechones de cabello que se escapaban de su coleta improvisada con un listón y de su ropa reglamentaria con más arrugas de las permitidas, todo aquello como una clara evidencia de la impuntualidad que se permitió para traerme con ella pese a mis protestas. Que estuviera tan interesada en algo relacionado conmigo me ponía los nervios al borde. Desde el inicio de nuestra amistad, la poca información que llegábamos a mencionar era tan escasa que sabíamos tan poco una de la otra. No obstante, parecíamos funcionar bien con ello, y el que supiera casi nada de mi vida me hacía sentir aliviada.

Atrapo la pajilla con mis labios, guardando la respuesta como una clara señal que no parecía llegarle a Byung y su persistencia. Sus ojos seguían mis movimientos con atención, esperando una mínima acción para confirmar sus sospechas. Parecía saber la decisión que tomaría incluso antes de poder expresarla de forma verbal, y eso solo añadía una extraña emoción a la situación.

Inquieta, me remuevo sobre el asiento. Para ser sincera, no podía entender qué esperaba de mí. Quisiera tener esa seguridad para hacer lo que quisiera sin pensarlo dos veces, sin tener miedo al castigo o el temor de arruinar las cosas. No era fácil, al menos para mí. Muy pocas veces me había atrevido a cosas que, desde mi parecer, eran riesgosas. Mi sentido de peligro era demasiado alto como para tomar la decisión de ir a un bar de mala muerte. Aún cuando Yoongi se burló, llamándome cobarde, mi parte sensata me pedía que pensará las cosas con más detenimiento. Sobre todo porque Jungkook era apenas el chico con el que había tenido un acercamiento demasiado íntimo para mis valores morales.

—No lo sé, Byung-suspiro, le doy un rápido vistazo—, ¿no me veré como una psicópata si lo voy acechar a su trabajo? No nos conocemos.

Con ayuda del popote, jugueteo con el líquido espeso. Tener esta clase de conversación salía de lo común, y puede que ello limitara mi respuesta. Permitiendo que el ruido del café sea suficiente distracción para no seguir pensando en lo incorrecto de mis acciones. Todo parecía demasiado tranquilo dentro del local, pero una mirada a la ventana te regresaba al presente, al caos de mundo. Una vida rutinaria, efímera y sin emoción.

—¿Esa impresión te dio Jeon cuando te lo encontraste ese día?—frunce el entrecejo, divertida al verme confundida. Arreglando su vestuario, me da una mirada que no logro descifrar—, tu ve, estoy segura que Jeon podría hacer cualquier cosa, menos enojarse porque vayas.

Sin dejar que preguntara sobre la sugerencia maliciosa en sus palabras, agita su mano para ir directo a la pareja molesta.

Debatiendo unos cuantos minutos los contras y los pros, me aseguro de buscar el local por la aplicación del mapa. Podía intentarlo, quería conocer el lugar y si se encontraba Jungkook, sería una mera coincidencia. Me encargaría de ello.

TPD. Tocada por Dios | J.JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora