TPD|nueve

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—Es una pena que te perdieras de las vistas, Shin.

Con el sonido burlón aferrándose a cada palabra, se detiene a unas cuantas casas de la mía. Pese a sus dudas no verbalizadas, no puso objeción a mi petición. No obstante, justo ahora, rodeados de la tranquilidad y el ruido nulo del lugar, me parecía la peor decisión que pude tomar. Bajo ninguna circunstancia debí permitirle traerme, no cuando ni siquiera era un lugar seguro. Sabía que nada podía ser ocultado, mucho menos de alguien como mi padre.

Tragando con dificultad y sintiendo la inestabilidad en mis movimientos, me aferro a su camisa con la poca fuerza que me quedaba. El casco no era más que otro peso y encierro que no necesitaba en estos momentos, al menos no ahora cuando sentía mi cabeza aturdida.

—A decir verdad no fue mi viaje favorito—musito con cierta diversión. Podía ser un error, pero la calidez y emoción que ocasionaba en cada parte de mi cuerpo contradecía ese pensamiento.

Obligo a mis manos deslizarse fuera de su torso, y con la casi nula experiencia que tengo sobre motocicletas, me bajo con patéticos tropezones. Cuando dijo que me llevaría a casa, por un momento agradable, pensé que ese viaje sería en un coche que, aún cuando había peligro de un accidente, era lo más seguro para mis pobres nervios.

-—Tu torpeza siempre me sorprenderá, häschen—comenta con una pequeña sonrisa, al verme casi caer de la moto. Mirándolo con mala cara, acomodo los mechones de cabello que se salieron de mi improvisado peinado al quitarme el casco. Asegurándome que mi ropa estuviera en su lugar, por fin dejo salir el aire que estaba conteniendo.

—Gracias por traerme—menciono con los nervios pintando cada sílaba. Pese haber compartido un momento demasiado íntimo hace unos minutos, había algo en el pelinegro que me hacía sentir acalorada y con ganas de tomar sus labios con los míos, sabiendo el dulce sabor que parecía caracterizarlo y que, por alguna extraña razón, me empezaba a encantar más de lo que quisiera admitir.

Sonriendo con algo más que diversión, me mira con interés y con esa intensidad apabullante que vuelve mis piernas inestables y mi parte baja un mar de cosquillas. Si de algo estaba segura era que, pese a todo lo que ocurriera en adelante, no sería capaz de acostumbrarme a la mirada de Jungkook, no cuando demostraba algo complicado que no estaba segura de querer averiguar.

—El que debería dar las gracias debería ser yo—el atrevimiento en sus palabras hace que mis mejillas se tornen rojizas— pero no está de más recibir un premio por la amabilidad.

Sin dejar que pensara mucho, lleva una de sus manos hacia la parte trasera de mi cuello, y jalando con suavidad, apresa mis labios contra los suyos. Comenzando movimientos que son todo lo contrario al agarre, toma todo lo que quiere sin pedirlo. Llevándose casi todo mi aire, me permite disfrutar de lo que es sentirse deseada. Separándose poco, deja dos castos besos en cada comisura antes de alejarse por completo.

—Entra, no queremos que los vecinos le cuenten tu travesura a tu padre, häschen.

Se coloca el casco y, antes de marcharse, me dedica una última mirada. Una que me hace sonreír y olvidar los problemas que me esperaban en casa.

****
Era un mal día.

Lo supe apenas puse un pie en el comer y mi hermano no se encontraba en ninguna parte. En cambio, el semblante serio y duro de mi padre me recibió con silencio. Solo pude armarme de valor y tomar asiento a unas cuantas sillas de la suya. La gran cantidad de comida no hace más que aumentar mis ganas de vomitar.

—¿Se puede saber a dónde fuiste a noche?—el tono frío de mi padre me deja helada por unos cuantos instantes, incapaz de responderle algo coherente, termino por llevar el tenedor con algo de fruta a mi boca—, ¿y bien?

TPD. Tocada por Dios | J.JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora