Capítulo I

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El mundo ha sido dividido en cinco sectores: Aqua, Ignis, Ferrum, Aer y Terra. Cada uno de ellos representa a uno de los cinco elementos: Agua, fuego, metal, aire y tierra.

El territorio de Aqua es la costa y los lagos. El de Ignis los alrededores de los volcanes. A Ferrum pertenecen los lugares con minas de metales, además de algunas pequeñas ciudades completamente dedicadas a la metalurgia. Los pertenecientes a Aer viven en las cumbres de las montañas, y a veces los veo cruzar el cielo, volando en extraños aparatos y acompañas dos de aves. Yo soy una Terra y como tal vivo en un bosque; en un pequeño claro, más bien. No todos los pueblos de Terra están en bosques, hay pueblos más grandes y están en valles y llanuras. Allí son agricultores y ganaderos en su mayoría. Nosotros somos un pueblo tan pequeño que nos basta con la caza y la recolección.

En mi pueblo no hay nada relacionado con otros sectores, excepto una pequeña televisión de Ferrum, que está en la Casa Comunitaria; y que solo encendemos para los mensajes programados de la Emperatriz Erinyes y, cada cinco años, Las Carreras.

-¡Europa! - escucho gritar a mi madre -. ¿Dónde estás?

-¡Ya voy! - respondo, y comienzo a descender por las ramas del olmo al que me había subido.

Mi madre me llamó Europa porque, según ella, el lugar donde se encuentra nuestro bosque antes se llamaba así. También dice que antes la Zona Seca estaba dividida en algo llamado "continentes"; y que andes de eso estaba unida y se llamaba "Pangea". Como ahora. Yo no estoy muy segura de si esto es cierto o solo un cuento de viejas, pero mi madre cree a pies juntillas en ellos. Sinceramente, no creo que sea tan importante como dice ella.

Camino ladera abajo, hasta que llego a mi pueblo: Arubustum Hederae. Que significa "La Arboleda de la Hiedra". Allí me encuentro con algo muy inusual: Una fiesta de cumpleaños, y de despedida. Hoy tengo que partir hacía el corazón del país. La ciudad Elemento.

Cada sector tiene una forma diferente de elegir a sus corredores. En Terra cada año salen de un pueblo diferente; se les elije por sorteo. Un chico y una chica de entre quince y dieciocho años. Sin embargo, mi pueblo (al que le toca este año) es tan pequeño que soy la única chica de esa edad. Si mi cumpleaños fuera un día más tarde, el día que nos elijen yo aún tendría catorce años, y me salvaría. Pero esa no es la realidad.

Unos brazos gigantescos me apresan por los hombros y me apretujan.

-¡Feliz cumpleaños, Eur! - dijo mi hermano -. ¿Nerviosa?

Mi hermano Robur se parece mucho a mí, excepto porque es más alto y fuerte de lo que yo seré jamás. A parte de eso tenemos los mismos ojos verdes, como las hojas de una higuera; el cabello marrón y rizado, que se asemeja al tronco nudoso de un árbol; y nuestra piel se podría confundir con el tronco pálido de un eucalipto.

-Gracias, Rob. No, estoy bien - digo sabiendo que no se refiere a hacerme un año más vieja -. ¿Y tú?

-Sí, mi vida pende de un hilo. Literalmente.

Robur es casi tan dramático como mi madre, casi. Las Carreras no son a vida o muerte. Sin embargo son tan extremas y peligrosas que todos los años muere alguien. Ir a ellas representa un gran peligro, sí. Pero no la muerte. O al menos de eso llevo un mes intentando convencerme.

Rob tiene diecisiete años y Pid, otro chico del pueblo, dieciséis. Como ambos están en edad de ir a Las Carreras se hará un sorteo.

Todos mis amigos se acercaron para desarme feliz cumpleaños, y para despedirse de mí. Tras eso da comienzo la fiesta. Mamá y la madre de Pid han hecho un estofado especial para nosotros; con carne fresca y hierbas aromáticas. Es delicioso. Y todos los consideran nuestra última cena con los nuestros. Yo intento no pensar mucho en ello y disfrutar de mi estofado.

Tres carros metálicos que rugen entran en el claro, todos nos los quedamos mirando asombrados porque ningún caballo tira de ellos. De casa uno sale un Ferrum.

A partir de ahí todo pasa deprisa y de forma borrosa. A Pid, a mi hermano y a mí nos llevan a la Casa Comunitaria. Non plantan delante de los Tronos del Corredor. Cada ciudad tiene sus propios tronos. Los nuestros están hechos de madera y se adornan cada año que hay carreras con plantas y flores frescas.

La ceremonia comienza y el peligro se vuelve real. Me pitan los oídos y no escucho lo que dice nuestro alcalde. Rob me da un codazo y yo comprendo que debo sentarme en el Trono de la Corredora. Es bonito. Unas hojas grandes de palmera forman una especie de aureola tras mi cabeza. Alguien ha puesto un cojín de agujas de pino. Y el resto está cubierto de flores; sobre todo narcisos, que son mis flores favoritas. Ese gesto tan simple me llega al corazón y me enternece. Parpadeo << No llores, no llores>>.

Entonces me fijo en que ya han sacado el cuenco con los dos muñequitos que representan a Rob y a Pid.

La única mujer que ha venido de ferrum se acerca e introduce la mano. Yo cierro los ojos, no quiero verlo. Antes de que nuestro alcalde diga el nombre escucho el sollozo de mi madre.

Es Robur.

Es mi hermano.

Solo corre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora