Cap 1. Separados por el tiempo.

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Los sentimientos que me inundan a veces, creo que no los entiendo del todo. Saltan, aúllan, se escapan, pero yo los persigo. Quiero que me digan la verdad, que abandonen esta neblina de confusión y pueda saber a fin, qué es lo que siento por usted.

Aunque lo sepa, aunque todo mi ser lo susurre pero tema ponerle nombre.

Cap 1. Separados por el tiempo.

Hermione Granger estiró un poco la espalda resentida mientras gruñía como un animalillo. Giró completamente el cuello a un lado y a otro, crujiendo, dolorido por la postura forzada e incómoda que llevaba un rato manteniendo.

Quizás irse allí a escribir y mantener la espalda arqueada no era lo mejor para su salud, pero sí para despejar su mente.

Hermione dobló un poco las rodillas hacia su pecho, mientras reposaba uno de sus brazos sobre los papeles que escribía sobre una rígida carpeta que le servía de apoyo.

Contemplar el precioso lago una mañana soleada como esa, podía determinarse como un lujo. El cielo plomizo y gris le había dado una tregua a los habitantes de aquel castillo, regalándole un día espectacular. Los alumnos estaban eufóricos ya que ese mismo día se jugaría la final de quidditch y tenían el resto del sábado para disfrutar del aire libre.

Ella había madrugado como de costumbre y había decido ir a la orilla del lago a disfrutar del sol y poder volcar otra vez todos sus sentimientos en aquellos papeles, aunque terminaran pasto del fuego.

Comenzó a jugar dándole con la punta del zapato a las pequeñas piedrecitas blancas que bordeaban la orilla del lago. El sonido de los chinos entrechocando contra otros era hipnotizante, aunque estaba un poco incómoda ya que llevaba un rato clavándoselos en el trasero.

No sabía por qué seguía escribiéndolas, no sabía por qué se empañaba en entregarlas cuando era evidente que el receptor no las quería y encima se burlaba, pero algo en su interior, quizás su lado irracional y tozudo le animaba a que no desistiera. Mientras ella fuera feliz así, escribiéndole, soñando despierta... ¿Qué daño podría hacerle a nadie?

No era idiota, sabía que lo que anhelaba, lo que deseaba no iba ocurrir jamás. El profesor estaba más que fuera de su alcance y sobretodo, separados por el tiempo y las circunstancias.

La había llamado cría en una ocasión y quizás tenía razón. Ella era sólo una niña que se dejaba llevar por aquellos sentimientos que era incapaz de domar, pero a pesar de todo, era feliz pensando en él.

¿Cómo era posible que se sintiera así por alguien como él? ¿Cómo era posible que se hubiera enamorado de alguien como Snape?

La respuesta era sencilla: La cuestión, no es que se hubiera enamorado de alguien como Snape, sino que era sencillamente él.

La noche que el mago usó de parapeto su propio cuerpo para protegerlos del zarpazo de Lupin convertido en hombre lobo, algo cambió en su percepción sobre él. Por aquel entonces era una niña, pero su temprana madurez le hizo percibir que tal vez Snape, no era lo que aparentaba ser.

Sí, tenía un carácter difícil, un cabrón sarcástico que se veía demasiado cómodo en su papel de malvado. Pero alguien egoísta, alguien que sólo piensa en sí mismo no se expone a un peligro de muerte o algo peor, sólo para salvar a tres niños que siempre le habían sacado de quicio.

Desde ese día, supo que Snape no era realmente tan malo y comenzó a mirarle de otra forma. No podía evitarlo, le estudiaba de lejos, su rostro, sus movimientos, su forma de actuar... y se había percatado, que a veces, cuándo el profesor pensaba que no le estaban mirando, su rostro se relajaba, desprendiéndose de esa máscara de maldad que empuñaba como bandera, dejando un rostro más humano, más relajado... más real.

Te esperaré en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora